La Celda

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Mis ojos no dejaban de observar cada movimiento de las chicas, no dimitía de sospechar de cualquier acto extraño, ahora que mi vida estaba en juego. La directora, junto con los miembros de la secretaría de la agencia, debido al sabotaje, me dieron la oportunidad de quedarme. Aunque expulsaron a la niña que quedó delante de mí en la lista de promedio, la pobre Valentina, parecía  buena chica, aunque nunca tuve la oportunidad de conocerle. Los siguientes días fueron frustrantes, llegué al punto de que me daba terror comer, no sabía si alguien le hubiese echado arsénico a mi almuerzo. Le doy un millón de gracias a Susy la enfermera que se comprometió a darme de su almuerzo para no arriesgarme a ser envenenada reiteradamente.

-Cállate Puta, eres tan desagradable a la vista, que el simple hecho de que te pares frente a mí me da ganas de vomitar-le decía Verónica en gritos a Lidia.

-Ese no ser problema mío, si tanto yo molestar tu largarte de aquí, estarás dando un alivio a todas- dijo Lidia segura y de forma enredada, con su tan característico acento francés -

-¿Quién es la cabeza de zanahoria Verónica?, parece que le hace falta unos buenos golpes para que sepa quién manda- se metió en la discusión la secuaz de Verónica.

- Sois dos contra mí, parece perfecto, y que me harán gorilas norteamericanos-

-Partirte la cara por ser tan Zorra-  Y las dos fueron contra Lidia a golpearla, en ese instante me empotré en la discusión para separar ya que no vi ningún intento por parte de las otras chicas, que solo sabían dar griticos sin sentido. Cogí a Lidia que estaba tirada en el piso con las golpeadoras encima y la arrastré hacia mí en un acto de defensa.

-Que bien pelirroja, tienes aquí a una guardaespaldas, y no es nada más y nada menos que la sin talento- dijo Verónica con una sonrisa burlona mientras yo ayudaba a Lidia a levantarse del suelo.

-Que lástima me dan las dos, si son tan valientes porque no se pelean con alguien de su calaña, y vais dos contra una-dije furiosa.

-Perfecto, entonces seremos dos contra dos, por graciosa ahora también te partiremos la cara- Se lanzó sobre mi Verónica y su secuaz contra Lidia una vez más. Me proyectó contra el suelo y comenzó a jalar de mi cabello. Por un intento de zafarme de sus manos, le mordí el pie tan duro que la boca me comenzó a saber a metal, era su sangre, aunque no me interesó porque le mordí más duro. Soltó un chillido a causa del dolor, me alzó del pavimento y me arrojó una bofetada que me dejó aturdida.

-Con razón tu familia no te quiere, porque eres una cerda asquerosa que solo sabe hacerse la dramática delante de los demás. Tu madre y tú se merecen tanto que tu padre las abandonara por otra mujer, si fuera hombre también hubiese hecho lo mismo- dijo y sonrió.

Me circuló una ira tan magna por el cuerpo cuando mencionó a mi familia, que salté sobre ella y comencé a golpearle la cara que le partí el labio y le dejé las encías sangrando. Hubiese continuado si no es porque llegaron los profesores y nos separaron. Fuimos llevadas al instante a las afueras del domicilio, y nos introdujeron en el bosque que cubría la zona. El camino fue un poco largo y no comprendía para que era todo eso hasta que llegamos a unos yacimientos en mal estado. Abrieron las puertas y nos encerraron solas a todas en cada una de las divisiones del lugar. Nos cerraron las puertas y todo se tornó oscuro, no había ni una ventana, ni  algún agujero por el que se pudiera ver el exterior. 

-Ahora están en la Celda de la conciencia. Aquí podrán pensar en su comportamiento, en su existencia y en su relación con el exterior- dijo uno de los profesores que nos arrastró hasta este lugar.

Estaba todo tan negro que no sabía ni donde sentarme. Un olor a humedad muy desagradable invadía mi alrededor. Jamás creí que los castigos de los que hablaban los demás si incumplías las normas fueran tan crudas. No dejaba de llorar de la ira y del odio que tenía hacia Verónica, hacia los profesores, y hasta hacia mi madre. Si, a mi madre, por permitir que viniera a este lugar sabiendo que este entrenamiento era una prisión de tortura que parecía no acabarse jamás, y eso que sólo habían pasado cuatro meses desde que llegué. No podría decir con exactitud cuánto tiempo estuve encerrada, pero el estómago no me dejaba de gruñir, estaba muy hambrienta, no tenía fuerzas ni para gritar.

-pss, Priscilla, tu estar ahí, psss- dijo una voz que no reconocí por las paredes de mi celda.

-¿Quién es? -dije mientras me pegaba a la pared de donde provenía la voz y fijaba mi oreja para escuchar con claridad.

-Yo ser Lidia, como tu sentirse ahora-dijo y dio un suspiro.

-Estoy bien, muy hambrienta, pero todo bien, y tú ¿como estás, te duele algo por los golpes? -

-No preocuparse, no dolerme nada, quería dar gracias por tu defenderme de esas chicas, eso ser lo más lindo que ha hecho por mi alguien desde que yo llegar aquí-

-No te preocupes Lidia, eres de las pocas con las que me llevo aquí dentro,  es lo mínimo que podría hacer-

-Muchas gracias otra vez, por mi culpa tu estar aquí dentro-

-Ya te dije que no te preocupes, además que ellas se metieron conmigo también, así que si te hubiese defendido o no igual estaría aquí- tome una pausay proseguí- y ¿cómo te ha ido en estos meses!?-pregunté curiosa por saber la experiencia de otra chica.

-Me ha sido difícil acostumbrar yo a la idea de tener que estar aquí dentro encerrada, pero yo estar sobrellevando con mi mejor cara, y tu? -

-Bueno, yo la verdad es que aún no me acostumbro, cada día me parece peor que el anterior, de saber de esto jamás habría ido a la audición- dije, y comencé a secarme las gotas de sudor que rodeaban mi cara por el calor sofocante del lugar.

-Yo saber que esto era así, pero mi familia convencer de entrar porque decir que cuando todo acabara ser millonarios y famosos-

-¿Como que millonarios y famosos, eso es si llegas a debutar no? -pregunté confusa.

-Hasta donde yo tener entendido, mientras más durar en este entrenamiento más dinero y fama tener cuando salgamos, aunque no debutemos, mi objetivo y el de todas es debutar, no quedarse en camino-

-Jamás me enteré de esto, como es que lo sabes tú-

-Yo leer la carta de contrato de la compañía que le entrega a los tutores para que si están de acuerdo con todos los parámetros firmen-

-Nunca supe de la existencia de esa carta, mi madre jamás me la mencionó. Lidia,¿ y que más decía esa carta?-

-Eso ser lo poco que sé, no leerla completa, solo la parte que mis padres enseñaron -

-Estoy sin palabras Lidia, entonces debemos durar si queremos más dinero y fama-

-Exacto, así que procurar no irte en el próximo corte, y ahora más que tu saber esto-

- Ahora soy yo la que te da gracias por darme esa información-

-No tener que darlas, se suponía que tu saberlo, solo deber intentar no entrar en otra pelea para no terminar aquí dentro-

-Esperemos- y en ese momento abrieron la puerta de mi celda y me sacaron, ya era de noche así que debí de estar más de doce horas allí dentro. Fui llevada a mi habitación en donde lo primero que hice fue acostarme en mi lecho, sin importar el apetito que tenía o lo sucia que estaba. 

Pocos días después, en medio de un entrenamiento, la subdirectora fue en mi busca, me dirigió a su despacho ya que había alguien en el teléfono que quería hablar conmigo, cerró la puerta y me dejó sola. Tomé el aparato y lo coloqué en mi odio, Mi corazón se quería salir, solo una persona podría estar llamándome en ese momento.

-Buenas, quien habla- dije con la voz temblorosa-

- Hola Priscila, soy tu madre-

La Historia De Una IdolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora