La Novedad Inaudita

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Fui corriendo a la habitación de la subdirectora que se encontraba en el segundo piso para explicarle mi situación. Toqué la puerta varias veces, pero nadie contestó, volví a tocar mucho más rudo, y hubiese soltado un grito si no es porque antes de hacerlo la consejera Elena me abrió y me dejo pasar. Me pareció que estaba interrumpiendo una reunión entre ellas dos junto con la enfermera, pero no me interesó, estoy convencida de que mi realidad es más importante que cualquier tema que estuviesen hablando.

-Necesito conversar con usted- dije, refiriéndome a Paula, la subdirectora.

-Ahora mismo estamos en algo importante número 16- dijo inexpresiva.

-Cómo qué número 16, me llamo Priscila- dije sin entender nada-Da igual, necesito hablar de mi expulsión, serán sólo unos minutos para aclarar esta confusión-

-No hay ninguna confusión Priscila, por favor dirígete a tu habitación y empaca tus maletas- dijo la consejera  tratando de tranquilizarme.

- No voy a hacer ningunas maletas hasta que no entiendan la injusticia que cometen conmigo -

- Primero que nada te calmas, y luego haces lo que te dijo la consejera, que para algo está ella en ese cargo- dijo la subdirectora señalando la puerta.

- ¡Me están tratando de ignorar o qué! - dije ya furiosa.

En ese momento la enfermera que no había abierto la boca ni en un solo segundo desde que entré, me tomó del brazo y me dirigió a la puerta, me dio unos empujoncitos pequeños para que saliera de una vez y me susurró.

-Estoy hablando con ellas de tu situación, vete y no compliques más las cosas- me viré hacia ella y me giño un ojo, al instante cerró y antes de que me alejara escuché como las tres se reían.

Fui directo a mi cuarto y ahí estaba Keila, llorando. Cada vez me preocupaba más por ella, no hay razón uniforme para que una adolescente llore todos los días. Será que es infeliz como yo aquí dentro, o estará tan triste por extrañar a sus padres, no sé, y no ha querido decir nada sobre el tema. Puede que sólo sea muy susceptible.

Tenía todas mis esperanzas en que la enfermera convencería a los que estaban al mando para que me diesen otra oportunidad. Como no fueron a buscarme en todo el día para llevarme a casa, me acosté porque ya era media noche. Mi intento de sueño fue interrumpido por el chirrido de la puerta, alguien estaba intentando entrar a esa hora, el corazón se me paralizó por un instante. Para mi suerte era la enfermera, que fue de puntillas hasta mí, y me indicó que la siguiera. Nos dirigimos hacia el despacho donde fui en la mañana, y al entrar estaban ahí a subdirectora y la consejera. Me invitaron a sentarme y dijeron.

-¿Sabes porque estas aquí verdad? -

-Tengo una idea, pero no estoy segura- dije sin saber realmente que podía ser.

-Si no te hemos sacado hoy del proyecto de entrenamiento es gracias a que Susy nos convenció- dijo la subdirectora señalando a la enfermera.

-Muchas gracias- le dije a las tres.

-Pues sí, deberías dárnoslas, y otra cosa que queríamos hablarte-

-Te acuerdas de los análisis que te estaba haciendo, para poder saber con precisión cuál era la causa de tu desmayo- dijo Susy

-Sí, y que pasó, que dieron los análisis- dije un tanto desesperada por saber, los nervios me tenían mareada.

-Encontramos algo que no es normal en tu sistema, una sustancia venenosa- dijo la enfermera, y las tres se miraron muy serias.

-¡¿Qué?! , ¿como que venenosa?, pero yo no he injerido algo que no sea lo que ustedes me dan aquí-

-Lo sabemos, por eso te estamos diciendo esto. Para ser exactos, es arsénico lo que tienes en la sangre- 

-Yo nunca consumí nada con sabor extraño, si me hubieses echado arsénico en la comida lo hubiese notado-

-Si se aplica en pequeñas cantidades y constantemente no deberías notarlo-

-Entonces me han estado envenenando aquí dentro- dije casi sin poder hablar.

-Eso es lo que te tratamos de decir Priscila, por esta razón es que te dejamos quedarte, pero solo será esta vez- hizo una pausa la subdirectora y siguió- ahora ve a tu habitación que mañana tendrás otro día agotador- y soltó un gran respiro.

-Pero no piensan hacer algo, me decís que me están envenenando con arsénico y me mandan para la cama, vais a dejar esto así- estaba sobresaltada.

-Intentaremos averiguar que ha ocurrido, aunque no prometemos nada. Al fin y al cabo esa no es nuestra responsabilidad, es a ti a quien han envenenado, no a nosotras- dijo sin sentimientos la subdirectora.

Me quedé anonadada con su respuesta, no acababa de razonar, estaba sin palabras. Salí de ahí y fui directo a mi cama. Me acosté y temblé. Si antes me sentía reclusa, ahora me siento abrumada.! Necesito un abrazo de mi madre!, era lo único que pensaba mientras me encogía en las sábanas. Como podía haber alguien aquí dentro tan diabólico que quisiera envenenarme, y lo peor es que no tengo quien me proteja. No sé si logre ser fuerte, esto se está yendo de mis manos.

La Historia De Una IdolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora