Capítulo 2: Emboscada en la cueva.

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Capítulo 2: Emboscada en la cueva.

Soy de esas personas que tienen sus reflejos muy acelerados, actuo tan rápido que ni tiempo de pensar en ello tengo. Por ejemplo en esta ocasión. Al encontrarme al pelinegro mirándome desde arriba me sobre salto y eso hace que me levanté tan rápido que terminó golpeando a Izan con mi cabeza. Eso nos dejará una marca.

¿Cual seria tu reacción al encontrarte a un chico en tu habitación, que prácticamente no conoces y que no sabes cómo demonios entró si estabas segura de haber puesto el pestillo a la puerta?, exacto, te alteras, o al menos es lo que yo hice.

Empecé a saltar y golpearlo con las almohadas amarillas que estaban en mi cómoda. No gritaba ni nada, sólo lo golpeaba.

Él se cubría con sus brazos como si eso fuera a hacer que dejara de golpearlo, lo cual no hice. Lo que me detuvo justo a mitad de camino, a centímetros de golpear su rostro con mi almohada, fueron los suaves toques a la puerta de mi habitación. Me quede estática, y él igual con sus ojos castaños muy abiertos. El pánico recorrió mi cuerpo, si mi hermana o madre entraban a la recámara y me encontraban con un chico en esta posición, estaba muerta, y peor aún siendo un Baker.

Le hice una señal con mi dedo sobre los labios para que supiera que tiene que guardar silencio.

—¡Amira!, ¿Por que estás encerrada?, ¿Estas viendo porno, otra vez?.–cerre los ojos y me puse roja al instante, no quería ver a Izan, sabía que se estaba muriendo de la risa sin poder hacerlo fuerte.

Nunca he visto porno ¿okay?, Sólo que ese día me había encerrado en mi habitación para hacer yoga, pero en el vídeo que estaba siguiendo, el tutor estaba sin camisa y haciendo posiciones raras; mi hermana entró justo cuando me había golpeado con la cama en mi dedo chico del pie, lo cual me mato e hizo que soltara un gemido de DOLOR. Ella lo mal interpretó todo.

—¡Ya te dije que no era porno, Nayla!, Sólo estaba haciendo yoga...–dije avergonzada. Miré de reojo a el Baker de en medio, el cual me estaba mirando con una ceja alzada y una versión pícara de su sonrisa infernal.

—No te conocía tan pervertida, pequeña Ami–me susurró Izan, haciendo que volteara rápidamente y le diera un almohadaso.

—¿Qué quieres, o es que solo viniste a molestar?.–escucho una risa de su parte.

—Sólo vine a molestar. Estaba en la cocina y escuché unos golpes en el piso–me puse nerviosa. No recordaba que en la parte de abajo se podían escuchar mis saltos en la cama.

—Eh... Estaba escuchando música y me puse a bailar en la cama. Lo siento, me emocioné.–escuché otra carcajada de su parte.

—¿Esta bién?, ¿Podrías dejar de hacerlo?, no quiero que se caiga el piso de arriba.–hice un sonido de afirmación y luego me quedé en silencio hasta que escuche los pasos de mi hermana alejándose.

Inmediatamente mire al pelinegro con los ojos entrecerrados. Lo inspeccione de pies a cabeza y este traía un jean de mezclilla, una polera blanca, unas Vans negras y su cabello oscuro lo traía desordenado, supongo que de tanto golpe que le dí.

—Ahora si me puedes decir, ¿Como demonios entraste?, La puerta tiene el pestillo puesto, así que obviamente no entraste aquí como las personas normales–digo molesta, argumentando el hecho de que no pudo haber ingresado si mi puerta se encontraba bien asegurada... a menos que sea un hechicero y yo no me haya percatado de eso. Quiero reír ante lo ridículo que eso sonaba, pero me contengo sabiendo que este asunto necesitaba seriedad.

—Por que no soy una persona normal Ami, soy un Baker, la palabra “normal” no está en nuestro vocabulario–dice con arrogancia. Este chico tenia el autoestima por las nubes.

Los hermanos BakerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora