CAPÍTULO III

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-Háblame de él...-seguramente ya estaba buscando el momento para sacarlo al tema. Y una linda señorita de tanga llega a entregarle el trofeo por haber roto su récord de espera por un chisme.

-Mmm... Es un chico equis.- Miento.

-Anda, por favor- insiste.

-Tiene 18, igual que yo, vive en Monterrey, toca el piano, estudia la universidad, es muy divertido, es optimista, tiene una sonrisa bonita, su voz es muy... -me doy cuenta de la sonrisa idiota que hay en mi rostro e intento disimularla- es, buena onda.- concluyo.

-¿Te doy mi diagnóstico?- Asiento.

-Estas jodida.

¿Qué? ¿Qué significaba eso?

-Oseaaaa... -dije intentando que prosiguiera.

-Te gusta, estas jodida. Vive lejos, más jodida aún. Y ¿Te término de joder?

Yo asentí sin más que decir.

-Ahí está Ritah. -Dijo con una mueca de asco.

-No me vengas... ¿Qué hace aquí?

-Es un lugar público bebé, no hay más.

Sí, esa enana con brackets, voz chillona, cara de puberta y con tan sólo 24 años era Ritah. Como siempre con sus vestiditos cortos intentando llamar la atención de los hombres. Ella voltea, me ve, y me voltea la cara torciendo los ojos. Uy, que madura.

-Vámonos, Clara.-Dije en modo de orden.

-Ay no, no dejes que esa zorra nos arruine la comida. -susurró mientras me tomaba con fuerza del brazo y la veía con rabia.

-Esta bien.- Torcí los ojos.

-¿Puedo recoger los platos?- dijo amablemente el chico de blanco y negro con una enorme sonrisa mientras me veía de una manera rara. Según yo.

-Claro.- Dijimos al unisono mi castaña amiga y yo.

-Y nos traes la cuenta baby- dice Clara.

El chico regresa y nos entrega una pequeña carterita color piel con una papel y unas mentas enmedio.

-Gracias- dice Clara- buen servicio, sólo que procuren no dejar entrar ZORRAS, que le quitan lo in al lugar. - casi grita intentando que la escuche la araña.

-Aaaauchhh- responde ante mi codazo.

El mesero nos demuestra con su cara que no tiene idea de que hablamos.

Ya de regreso a casa suena mi teléfono. ¡¡¡Ohhhhh por Dios, es el!!! Y una corriente eléctrica recorre cada una de mis conexiones nerviosas. Me pongo colorada e intentó fingir que no me emociona.

-¡Hey, hola!-Digo alegre pero sin exagerar.

-Hola, ¿será que me has olvidado?- finge indignación.

-No no no, nunca.-Digo algo alterada y me avergüenzo al instante. De nuevo mis mejillas se llenan de color. Por Diooooos por que este hombre me logra poner así aún sin conocerlo.

- Oye, tengo algo para ti. ¿Te puedes conectar a Facebook?- Que misterio.

-Sí, deja llego a mi trabajo.

-Vale. Te mando un abrazo bonita.- aaaaaaaaaaaaaaaaaaa me dijo bonitaaaa. Mi yo interno baila ula ula de la la emoción.

-Igual.- Digo seria. Y cuelgo.

Clara me mira, con esa mirada acusadora, de juez.

-¡ME DIJO BONITAAAAA!- Le digo gritando y las dos comenzamos a gritar y brincar como haciendo una danza.

Sin fronterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora