CAPÍTULO V

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-Y ¿Qué has sido de ti Aud?- pregunta Santiago- Hacía mucho que quería llamarte pero ya no tengo tu número.

Me sonrojo. Por que, por que me sonrojo. Parece que hacerlo es mi hobby en las últimas semanas. Leonardo. Inmediatamente Leo pasa por mi mente y una sonrisilla tonta se me escapa. De pronto unas palabras me regresan a la realidad.

-Entonces, ¿Qué dices?- Santiago me observa atento esperando una respuesta.

Tartamudeo. Intento recordar que me dijo, pero mi mente no estaba ahí en ese momento así que no tengo la menor idea de que habla.

-Sí.- Respondo sin saber que he aceptado. Sonríe. Sonríe mostrando su amplia y perfecta dentadura.

-Vale, entonces a las 8 paso por ti a tu trabajo, te veo al rato.- Y se despide de un beso en la mejilla.

¿Quéeeeeeee? Toda mi vida he sido invisible y de repente un pianista me dedica canciones, me manda un disco a unos cientos de kilómetros y un chico muy atractivo me invita a salir. Esperen, ¡se va a acabar el mundo! No no no. Bueno. Sí sí sí. Y reí para mi misma.

(...)

-Estás bellísima.

-Pero sí luzco exactamente como me viste hace un rato.- Dije confundida.

-Exacto. -Dijo mientras se sonrojaba.

Comenzamos a caminar hacia un café muy bonito que estaba cerca. Sí. Santiago no tiene auto. Pero no me importa mucho caminar, hace buen clima.
Me concentro en la textura de la pared naranja con beige del lugar, mientras sigo intentando descifrar el por qué estoy aquí, ahora.

-¿Y a usted, señorita?- Dice la rubia con una encantadora sonrisa, la cual no va dedicada a mi. Santiago también lo nota. Carraspea para llamar mi atención.

-Moca.- Me limité a decir. - Y pay de limón. Por favor.

Después de casi 2 horas de conversar me di cuenta que eran casi las 10 pm. Casi solté un grito.

-Santi, ¡las 10!- se levantó de un salto junto conmigo.

Como ninguno de los dos tenemos auto, tenemos que alcanzar el autobús. Vergonzoso pero corremos.

Por poco y se va. Pero Santiago hizo unas señas extrañas para que se detuviera. Al subir nos reímos como unos tontos. El serio señor que conduce el autobús nos mira con cara de ¡páguenme!

-Me encantó estar contigo hoy. -Estamos frente a mi casa.

-A mi igual. -Digo mientras le doy un beso fugaz en la mejilla.

Sin fronterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora