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NamJoon abrió sus ojos despacio al sentir una alarma molesta sonar, notandose otra vez entre los brazos de SeokJin.

—SeokJin...– lo movió suavemente–. Tu alarma está sonando.

El nombrado también abrió sus ojos de a poco, molesto por el ruido insistente.
Se dio la vuelta para apagarlo y miró a NamJoon sonriendo.

—Buenos días.

—Buenos días– respondió de la misma forma–. ¿Para qué la alarma?

—Uhm, es para despertarme para clases.

—Oh– tomó su celular de la mesita también–. Pero falta un poco más de una hora.

Justo en ese momento el celular de NamJoon también empezó a sonar.

—Sí... Siempre nos despertamos a esta hora para hablar, tonto– rió.

—¿De verdad? ¿Tanto tiempo antes?– asintió–. Nunca me había dado cuenta.

—Es porque eres despistado– acarició su mejilla y el menor volvió a acurrucarse contra él–. ¿Irás a clase? No dormiste mucho.

—Uhm, no quiero... ¿A qué hora tienes que irte?

—Tengo trabajo a las dos, así que nueve, nueve treinta.

—Tal vez vaya a la uni más tarde entonces. Tenemos tres horas ¿Quieres hacer algo o...?

—Hm... ¿Qué te parece si vamos a desayunar fuera? Yo invito.

—No, tú no invitas, ya hiciste suficiente por mí– infló las mejillas.

—Está bien– rió acariciando su cabeza–. Mitad y mitad, ¿Qué dices?

—Así sí– asintió contento–. Oye... ¿Hice alguna tontería borracho?

—Estuviste hablando sobre sirenas un buen rato, mucha gente te miraba– rió más alto, recordando–. Hasta que HoSeok nos obligó a ir a bailar para besuquearse a solas con JungKook. Maldito idiota.

—Voy a ser un sujeta velas, estoy condenado a ello– suspiró.

—Voy a matar a HoSeok antes de que eso pase, no te preocupes.

—¿Crees que JungKook haya sobrevivido la noche?

—Averigüemos– señaló el celular con la cabeza.

NamJoon marcó el número de su amigo, siendo —después de un rato largo— atendido y lo colocó en altavoz.

¿Qué quieres, mocoso? Estoy durmiendo.

—¿Irás a clases?

¿Me escucho en condiciones de ir a clases?

—Tienes razón, tienes esa voz de imbécil que se te queda luego de beber hasta ahogarte– respondió SeokJin.

Maldita cucaracha, ¿Cuándo te piensas morir?

—Entrega a la niña, Sullivan.

¿Qué dices, idiota?

—JungKook, necesitamos escucharlo con vida.

¿Eres tonto? Está durmien-...– ruidos de sábanas siendo removidas se escuchan de fondo–. ¿JungKook?

—Perfecto, lo mataste.

¡Cierra la boca, imbécil!

—Oblígame, perra. ¿Dónde está el niño?

¡No lo sé!

—Eres tonto– interrumpió NamJoon–. ¿De verdad pensabas que se iba a quedar allí un día de clases?

Los odio.

—Ninini. Vuelve a dormir, vago.

¡Jodid-

SeokJin colgó la llamada antes de dejarlo terminar y ambos explotaron a carcajadas. Esto de molestar a HoSeok por teléfono se estaba volviendo un hábito divertido que no tenían ganas de perder.

Finalmente se levantaron, NamJoon se dió una ducha, SeokJin organizó sus cosas y salieron caminando tranquilamente hasta una cafetería que el menor frecuentaba.

Las horas pasaron como minutos mientras charlaban, como de costumbre, y NamJoon no podía parar de pensar lo agradable que era la compañía de SeokJin y lo profunda que se sentía la conexión que ambos tenían. Lo genial de pasar el tiempo conversando tanto en persona como por teléfono, poder mirar su rostro, sus expresiones, su sonrisa al reír, sus ojos y pensar “Demonios, podría pasar todo el día así”. Sus emociones eran tan fuertes y puras. Tan intensas, tan reales. Tan...
Oh mierda.
Algo en la cabeza de NamJoon hizo un click tan fuerte que fue imposible de ignorar, y todo de repente se bloqueó. Él en general se bloqueó, y no fue hasta que SeokJin chasqueó sus dedos frente a su rostro varias veces que reaccionó, bastante fuera de lugar.

—¿Estás bien?

—Sí, sí. Lo siento, me... Me perdí un momento. Continúa.

Fue tan complicado seguir el hilo de lo que SeokJin le contaba. Toda la conversación fue complicada de procesar en realidad, a pesar de los tontos temas.

Se hicieron las nueve entonces y tuvieron que partir hacia la estación de tren.
Su charla duró unos cuantos minutos más en el andén hasta que el anuncio de la llegada del próximo tren a Seúl se escuchó en los altavoces y entonces SeokJin abrazó a NamJoon por la cintura, levantándolo y dando una pequeña vuelta. Este último se aferró al rededor de su cuello con ambos brazos y no lo soltó incluso cuando el mayor dejó que sus pies toquen el piso nuevamente.

—Voy a extrañarte– admitió con una sonrisa–. Intentaré venir al menos una vez más antes de mi graduación, lo prometo. Y tú y HoSeok pueden venir a visitarme cuando quieran, ¿Si?

Joon asintió sin despegarse y suspiró.

—También voy a extrañarte... Esfuérzate mucho, por favor.

—Lo haré– poco a poco fueron separándose, muy al pesar de ambos, y se miraron a los ojos–. Tengo que irme. Te escribo cuando llegue, ¿De acuerdo?– asintió otra vez–. Te quiero.

—Déja de despedirte como si no volviéramos a vernos– rió de aire–. También te quiero... ¡Anda, ve! Vas a perder el tren.

SeokJin afirmó con la cabeza, le dió un pequeño beso en la mejilla y caminó unos pasos hacia atrás, se dió la vuelta, le dió su pasaje al guardia y entró.
NamJoon lo observó por las ventanillas caminar y sentarse, acomodándose junto al cristal y entonces se saludaron con la mano solo para que segundos después el tren arrancara.

La máquina se alejó a velocidad gradual hasta perderse a lo lejos y con eso, se quedó solo, parado allí pensando en cómo demonios había terminado con su corazón latiendo de esa manera por el chico del número en la pared de su salón de artes.

In The Wall ❨Jinnam❩ EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora