Capítulo 4

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Borja siguió su camino mientras dejaba que Vesta conociera el bosque junto a esos dos demonios.

Sabía que tarde o temprano tendría que salir de la cueva. Como todos los demonios, tenía una "tarea", un propósito de existir.

Su recorrido siempre se pausaba un par de horas en el mismo lugar. Los límites del bosque que le daban una vista perfecta de la ciudad humana, cuya formación vio desde el principio.

Al ver aquella ciudad plagada de humanos, en su interior se formaba una tormenta de rabia y deseos de venganza que lo hacían querer romper con todas sus fuerzas esa barrera invisible que les impedía salir. Pero era inútil, lo había intentado por años como todos los demonios recién llegados hasta que se daban cuenta de que no podían hacerlo.

—Ya verán cuando logre salir de este lugar... —gruñó mientras miraba a un par de forasteros adentrarse en el bosque —. No hay piedad.... —dejó salir a unos cuantas sombras de lobos, esta vez con los ojos rojos —...para nadie... —las sombras corrieron en dirección a los humanos hasta alcanzarlos. Nunca nadie lograba escapar a tiempo de él. Los dos humanos murieron destrozados por las almas corrompidas —... Nunca es suficiente... —las sombras volvieron a él, y volvió a caminar de vuelta a la cueva. No dejaba de pensar a ratos en Vesta.

Al otro lado del bosque, los demonios le enseñaban a Vesta su nuevo hogar. Lo cual no parecía la gran cosa, ya que a primera vista, no era más que un bosque completamente ordinario.

— Pon atención, niña — dijo Lonch — estamos entrando a uno de los lugares más geniales del Bosque de los demonios...

— Solo procura no separarte de esa cosa... — sonrió Lanch. — Borja buscaría la forma de eliminarnos si algo te pasara...

— ¿Qué es este lugar...?

— Aquí es donde vienen los demonios que nacen del odio puro... — dijo Lanch, apuntando una cueva oscura entre un montón de árboles.

— Aquí viven criaturas que murieron con el corazón y la mente corrompida por el odio y que no lograron su cometido. — continuó Lonch.

— ¿Como él?

— No, no, no. Borja es un montón de almas vengativas, muertas injustamente; pero que forman un solo ser con libre albedrío. — explicó Lanch.

— Estas son almas individuales que ya no tienen mente propia, y que viven en el fondo de ese agujero. — dijo Lonch.

— ¿Por qué no salen? — preguntó Vesta.

— Esperan un estímulo — dijo Lanch.

— ¿Qué clase de estímulo?

— Esperan algo que destrozar...

— Tal vez una pequeña niña humana... — continuó Lonch, poniendo suavemente sus manos sobre los hombros de Vesta. El lobo gruñó haciendo que ambos demonios se apartaran. — Descuida — ambos rieron — solo era una broma. No creías que de verdad...

Lanch y Lonch vieron cómo los ojos de Vesta se llenaban de lágrimas a medida que comenzaba a sollozar. El lobo los miró fijamente y comenzó a gruñir. Solo en ese momento se dieron cuenta de que Borja los vigilaba a través de los ojos de esa sombra, después de todo, esa criatura era una pequeña parte de él.

Remiendenlo... — de la boca del lobo salió la voz de Borja. Ambos se miraron.

— Vamos niña... — dijo Lonch — no era enserio...

— Solo estábamos jugando... — continuó Lanch — si quieres podemos enseñarte un lugar en donde crece comida humana de los árboles y...

— Quiero ir a casa... — dijo Vesta con un hilo de voz — Llévame a casa... — se abrazó al lobo.

Del otro lado, Borja escuchó la súplica de Vesta ¿a qué se refería con "casa"? Su hogar ahora era este, un Bosque plagado de demonios como si fuera una ciudad ¿acaso extrañaba a su madre y su lugar de origen? Era muy posible, no llevaba más de una semana desde que llegó.

— Por favor... — volvió a oír a Vesta. La nieve comenzó a caer nuevamente.

— Piensa en un lugar y te llevará allá... — dijo Borja.

Al oírlo, Vesta pensó en el lugar, y el lobo empezó a caminar. Borja decidió volver a la cueva antes de que comenzara la tormenta.

Al llegar, se quedó quieto al ver en el interior de la cueva. Por primera vez, se había quedado sin palabras.

— ¿En dónde estabas? — preguntó Vesta, limpiándose la cara, sentada en medio de la inmensa cueva con el lobo junto a ella — tardaste mucho...

Vesta había pensado en la cueva. Estaba consciente de que su antiguo hogar ya no existía más, que las personas que había conocido ya no las volvería a ver, que la única persona que la había amado estaba muerta, que ese bosque repleto de demonios extraños y aterradores sería su nuevo hogar; y que esa oscura cueva que era habitada por un enorme y peculiar demonio, era su nueva "casa".



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El Bosque De Los Demonios (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora