Capítulo 9

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A los 12 años, Vesta había logrado controlar su poder a voluntad; pero aún no era tan poderoso para nada.

- Entonces... - dijo Lanch -Podríamos decir que a pesar de que puedes controlarlo... ¿Sigue siendo inútil?

- En pocas palabras... - respondió Vesta.

Con el tiempo, la alegría de Vesta había regresado, y comenzaba a ver las cosas de otro modo. Las visiones en el fuego habían cesado meses después de descubrirlo.

Cuando consiguió controlar su poder a la perfección, se dispuso a disfrutar un poco más de su vida. Por lo que volvió a frecuentar a Lanch, Lonch, y los otros. Comenzó a divertirse, a jugar como una niña normal, trepando árboles y saltando en los charcos lodosos que dejaban las lluvias otoñales. A 8 años de haber llegado, al fin estaba disfrutando de su edad y del bosque sin ninguna inseguridad.

En el último tiempo, Vesta había estado frecuentando los límites del bosque y jugaba saltando a través del muro de ida y vuelta.

Había visto humanos entrar en el bosque; pero por orden de Borja, debía escabullirse de ellos sin hacer ruido y dejar que pasara lo que ya todos sabían. Solo que Borja desconocía que Vesta ya lo había visto.

- ¿Por qué a Borja le importa tanto que no vea lo que pasa con los humanos que entran?

- No lo sé - contestó Lonch - yo tampoco lo entiendo. Pienso que es mucho más "educativo" que lo veas de una vez por todas... - Lonch la miró fijamente al ver que no decía nada - No... - se rió - Ya lo has visto... - sonrió.

- Claro que no... - negó Vesta.

- No puedes engañarme, cariño. Soy un demonio, el engaño es mi fuerte - comenzó a reír - Desobedeciste a Borja... - se burló mientras la apuntaba.

- Cierra la boca... Se molestará si lo sabe. - intentó no alzar la voz.

- Dime ¿rogó por su vida? - preguntó Lonch con entusiasmo.

- Sí...

- ¿Hubo mucha sangre? - Vesta asintió - ¿Qué sentiste al verlo?

Vesta recordó aquella vez. Un hombre como tantos otros, se había adentrado al bosque cruzando el muro. En ese momento, Vesta saltaba de rama en rama para pasar el tiempo. Cuando lo vio, se quedó completamente quieta en su lugar. No era el primer humano que veía; pero su corazón se aceleró al ver que no podría ir a ningún lado sin que la descubriera. Vio cómo un grupo de tres lobos aparecían del otro lado de los árboles. En cuanto el hombre se dio cuenta de lo que lo acechaba, intentó huir inútilmente.

Vesta vio la desesperación de aquel hombre, la sangre que salpicaba a medida que los lobos lo destrozaban mientras seguía vivo. Escuchó los gritos y las peticiones de piedad que no serían escuchadas por nadie.

Una vez acabado el trabajo, y con el sujeto totalmente muerto y destrozado, los lobos volvieron con Borja. Vesta se quedó en el lugar un largo rato intentando procesar lo que acababa de ver.

¿Por qué no se había asustado? ¿Por qué no sintió pena por el hombre? ¿Por qué no apartó la vista en cuanto los lobos destrozaron al sujeto? ¿Por qué no cubrió sus oídos cuando este empezó a gritar por ayuda? ¿Por qué siguió su día como si nada hubiera pasado? Miró a Lonch.

- Fue... Interesante. - le contestó al demonio.

- Ajá... - la miró insatisfecho por la respuesta - ¿No sentiste nada más?

- ¿Como qué?

- ¿No sentiste ganas de hacerlo tú? - Vesta se sorprendió por la pregunta.

- No realmente. No creo que mate a alguien jamás...

- Qué aburrida - se burló. - como sea... Ya me voy - se preparó para saltar de la rama - Nos vemos...

- Adiós...

Durante lo que quedaba de la tarde, Vesta se la pasó saltando de rama en rama, pensando en aquella vez. Definitivamente no sería capaz de matar a nadie, ni humano, ni demonio aunque pudiera.

Se detuvo un momento cerca del muro y asomó la cabeza. Por alguna razón, el aire de "afuera" era más fresco y agradable. La hacía olvidarse de casi todo; pero prefería el ambiente de "adentro", ahí estaba todo lo que quería.

- ¡Oye, niña! - el llamado de un hombre la tomó por sorpresa haciendo que perdiera el equilibrio y cayera de lo alto. Sintió un inmenso dolor en su hombro. - ¡¿Qué hacías ahí?! - fue a socorrerla.

- ¡¿Qué fue lo que sucedió?! - apareció otro hombre.

- Se cayó del árbol y se disloqueó el hombro... Tendré que ponerlo en su lugar aquí mismo...

- Suéltenme... - dijo Vesta; pero cada vez que movía el brazo, sentía un dolor insoportable que la hacía gritar de dolor.

- No te muevas... - dijo el hombre, sosteniéndole el hombro - respira... - de una forma rápida y segura puso el hombro de Vesta en su lugar. Gritó tan fuerte como sus pulmones se lo permitieron. - ya está...

Vesta sostuvo su hombro con fuerza mientras intentaba alejarse de ambos hombres.

- ¡Borja! - apareció Gob frente a él - ¡Vesta está en problemas!

Vesta no dejaba de apartar a los hombres con el brazo sano, ni de intentar abrirse paso para volver al bosque. Cada vez se alejaba más.

- ¡Oye, cálmate! - la contuvieron. - No debes mover ese brazo y... - el hombre se interrumpió al ver algo entre los árboles - Joe... - se refirió a su compañero. El otro hombre miró en la misma dirección.

- Santo cielo...

En el bosque, del otro lado del muro, ambos hombres vieron un par de ojos enormes entre los árboles que los observaba fijamente.

Los hombres se pusieron de pie con Vesta y retrocedieron poniéndose delante de ella. Vesta no sabía qué hacer.



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El Bosque De Los Demonios (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora