—¡ME HAN ACEPTADO EN EL INTERNADO! — grité dando un salto con la carta en mi mano, notando la adrenalina por las venas y una felicidad plena que no tenía desde hacía mucho tiempo.
—¿Y por qué estás tan feliz? — preguntó mi hermano confuso que apreció por detrás mia con una taza de café en su mano derecha.
—Porque así perderé de vista a nuestros padres idiota.— reí obvia ante la pregunta de Finn.
—¿La echaste tú? Pensaba que habían sido ellos.— achinó sus ojos mirándome, mientras apoyaba su café en la mesa y yo negaba con la cabeza para luego sonreir enseñando todos mis dientes.
Finn era mi hermano mayor, aparentemente alto con un cuerpo musculoso y trabajado, pelo rubio a juego con sus ojos azules, cariñoso y sinceramente el único de mi familia que aguantaba más de dos horas seguidas.
Luego estoy yo, que soy morena, ojos color miel y bajita. No tengo nada de parecido con mis padres, ni mi hermano, mi madre dice que es porque salgo a mi tía, la cual no conozco, ni me han contado nada de ella.
Tanto mi hermano cómo mi amiga Diana, que son las únicas personas que saben lo del internado, se preguntan que por qué lo hago. ¿Por qué querría una persona alejarse de su familia? Exactamente, porque no los soporto, llevo toda la vida evitandolos, sientiéndome fuera de lugar mientras estoy con ellos y cansada de escucharlos sus comentarios por no tener una hija perfecta.
El internado es uno de los más caros, pero como el dinero no es problema para unos empresarios millonarios, les cogí prestado para pagaro y bueno, este último curso estudiaré en uno de los internados más famosos de Springfield.
—¿Cuándo te vas? — preguntó mi hermano haciendo que todos mis pensamientos se esfumaran y poniendo mi atención en sus ojos azules.
—Emm—miré la carta y busqué donde una fecha que indicara el inicio —¿Mañana?— me autopregunté levantando ambas cejas por la sorpresa.
—Si que empieza pronto.— se quejó Finn tras un largo suspiro.
—Mejor, así no tendré que seguir viéndole las caras a nuestros padres.— sonreí poniendo la mejor cara de niña buena que tenía.
—Hailey, aunque a veces sean muy estrictos, sabes que te quieren y que quieren lo mejor para ti.— me miró entristecido mientras mordia su labio inferior haciéndome ver qué estaba nervioso, siempre lo hacía cuando lo estaba.
—Yo también quiero lo mejor para ellos, por eso me voy, sé que soy una carga, siempre lo he sido.— me encogí de hombros manteniendo mi mirada en la suya.
—No digas eso... — apartó su mirada de mis ojos después de unos minutos y jugueteo con sus manos.
—Es fácil decirlo cuando eres el único e incomparable, hijo favorito— las palabras salieron solas de mi boca sin ser procesadas, y luego me di cuenta de que había sido un poco cuel, y que él no era el culpable, ni con quién tenía que pagarlo —perdón, no quería decir eso. — lo abracé rápidamente, y aunque él tardó unos segundos en corresponder mi abrazo luego me rodeó con sus enormes brazos y besó mi cabeza.
—Te voy a echar de menos peque.— añadió cuando nos separamos y está vez fui yo la que desvíe mi vista hacia otro lugar de la habitación que no fuera él.
—Serás lo único que eche de menos de esta casa.— miré a mi alrededor asqueada mientras a él se le dibujaba una pequeña sonrisa en el rostro.
—¿Cuándo se lo vas a decir? — cambió de tema interesado.
—Cuando me vaya les dejaré una nota, aunque tampoco creo que les importe mucho.— comenté y me levanté de la cama evitando su mirada que sabía que tenía puesta sobre mí.
Se quedó callado varios minutos, y luego salió del cuarto, por lo que aproveché el momento para hacer las maletas.
La saqué de debajo de la cama y empecé a sacar ropa y a doblarla de una forma que entrara el máximo de prendas posible. Aún así me faltó espacio por lo que opte por coger una de mi madre.
Al abrir la maleta, me extrañó ver en su interior una foto nuestra de cuando era más pequeña, junto con algunos papeles que tras leer por encima y no entender nada, dejé en un cajón.
Tras rellenar las dos maletas con todo lo que necesitaría, las escondí debajo de la cama, me tumbé sobre esta con los cascos y empecé a escuchar música para distraerme.
Después de unos minutos la pantalla de mi móvil se iluminó haciendo que la música quedará en segundo plano y una notificación de Diana quedará en mi pantalla bloqueada.
Diana: Oye, tendremos que despedirte como es debido ¿no?
Una sonrisa se instaló en mi boca al leerlo. Diana había sido siempre como una hermana para mí, y se puede decir que con ella tengo más cosas en común tanto física como mentalmente que con mi familia. Ambas teníamos el pelo oscuro, ojos marrones y superabamos el metro y medio por muy poco. Ella sabía todo lo que había pasado con mi familia y que está sería una buena oportunidad para empezar de cero, lejos de aquí.
Hailey: Eso no se pregunta. Te espero en un rato en mi puerta.
Cuando abrí mi armario, maldecí el tener el cerebro tan pequeño como para pensar que tendría que haber dejado algo fuera para ir al aeropuerto, por lo que abrí una de las maletas y saqué unos pantalones cortos y una camiseta ancha.
Bajé y Diana ya me estaba esperando.
—Venga vamos.— empezó a caminar hacia algún sitio que no me había dicho.
La seguí varios minutos hasta llegar a una tienda de tatuajes y ya podía imaginarme lo que tramaba.
—¿Un tatuaje? — pregunté mientras ambas entrábamos en la tienda.
—Dos.— me miró sonriendo y se giró para hablar con la mujer que estaba atendiendo —Hola, tenemos cita, a nombre de Diana Lee.— dijo mientras la mujer buscaba con su dedo índice el nombre en el cuaderno.
—Aquí estás — señaló regalándonos una sonrisa — Esperar aquí un segundo.— indicó y las dos obedecimos.
—¿Se puede saber que nos vamos a hacer? — susurré mientras una mezcla de intriga y miedo se apoderaba de mí.
—Es sorpresa, pero te gustará.— sonrió y se tumbó en la camilla cuando el tatuador se lo pidió.
El hombre lleno de tatuajes se acercó a ella y sacó un folio donde estaba el diseño del tatuaje que iba a empezar a dibujar en la piel de mi amiga.
Me senté a esperar y no pude evitar pensar en la de miles de cosas que habíamos pasado ambas juntas. Todas las gamberradas que habíamos hecho, los posteriores castigos, escaparnos de casa a media noche para salir de fiesta, saltarnos las clases o que nos expulsen... puede que en parte mis padres tengan un poco de razón cuando dicen que soy un desastre, pero me da igual, me gusta serlo.
—Listo.— dijo Diana sacándome de mis pensamientos y enseñando la frase que se encontraba en su costilla.
—You make me wild.— leí mientras una sonrisa se dibujaba en mi cara.
Esa frase tiene una historia, como todo lo que nos había pasado. Una vez, hicimos una broma a otro nivel, en el instituto, que si me pongo a contar no acabo, y la directora nos llamó para hablar con nosotras. En pocas palabras, nos dijo que nos complementabamos,
porque las dos éramos muy rebeldes, pero que la una sin la otra no seríamos así, porque nos dábamos seguridad. Luego nos amenazó con expulsarnos si no dejábamos de hacer bromas pero nosotras nos quedamos con esa frase: you make me wild, you make me safe.
Me senté en la camilla y me subí la camiseta, el hombre se acercó,y a continuación empecé a notar pequeños pinchazos que hacían que soltara algunos gruñidos de dolor.
—Terminado.— dijo el tatuador pasando un papel por mi costilla y quitando la tinta sobrante. Luego me envolvió el tatuaje en papel transparente y nos indico los cuidados que debíamos hacernos.
—Muchas gracias Simon.— habló agradecida Diana y salimos de allí rumbo a nuestras casas mientas recordábamos algunos momentos que habíamos pasado juntas.
—Te voy a echar de menos.— dijo dándome un empujón.
—Te deberías de haber venido, hubiéramos sido las reinas de ese internado.— bromeé haciendo que media sonrisa creciera en mi rostro.
—Si me voy de casa sin avisar mato a mis padres de un ataque, sabes que son muy sobreprotectores— rodó los ojos.
—Yo nunca he sabido siquiera que es la protección de mis padres, así que no te quejes.— solté cortante aún sabiendo que ella no podía hacer nada.
—Nunca te ha hecho falta, siempre has sido muy independiente y has sabido salir adelante sola, eres muy fuerte —hizo una pausa— siempre te lo he dicho, y además, ¿a quién le hacen falta padres teniendo a tu hermano? Él te quiere, y se preocupa por ti y ha hecho siempre el papel de padre contigo.— me miró para luego rodear con su brazo mi cuerpo chocando nuestras cabezas.
—Te voy a echar de menos, y recuerda que aunque me vaya siempre vamos a ser Hailey y Diana, Diana y Hailey. —la miré sonriendo y ella me imitó.
—Siempre lo seremos.— chocó mi puño y ambas sonreímos.
(...)
—¿Qué te apetece cenar?— preguntó Finn entrando en mi cuarto de sorpresa —Ya sabes es tu última cena aquí, y.. — no terminó la frase porque lo interrumpí.
—Da igual lo que yo quiera, mamá no lo hará.— me encogí de hombros sin darle importancia. No era algo que me molestara, ya no.
—Lo voy a hacer yo. — avisó con una voz áspera y cortante.
—Alitas de pollo a la barbacoa.— sonreí sentándome en la cama de un salto.
Minutos más tarde bajé a ver como iba mi hermano con la cena, y el olor a barbacoa entró en mis fosas nasales desde la escalera provocando que mi boca se hiciera agua.
—Llama a mamá y papá, que esto ya está. — indicó Finn mientras apartaban la comida en los platos, y yo asentí aunque no me agradaba la idea.
Salí de la cocina y me dirigí al despacho de mi padre. Cuando estaba llegando me llamó la atención la conversación que estaban teniendo mis padres, así que agarré el pomo de la puerta, pero antes de abrir me esperé unos segundos a escuchar.
—Ya pasamos por eso hace muchos años, ni hablar.— se negó mi madre cortante.
—Me acaba de llamar Ethan, necesita ayuda, y nosotros formamos parte de eso, le debemos una. — fue interrumpido por mi madre.
Ahora que lo pienso, ese nombre aparecía en los papeles que encontré en la maleta de mi madre ¿tendría eso algo que ver?
—Ya hemos hablado muchas veces de esto, y además el caso está cerrado. —habló mi madre con un tono algo enfadado.
—Esto nos incumbe a todos.— sentenció él.
—Pero los que más saldríamos perjudicados seríamos nosotros— relajó su voz —Si lo hacemos corremos el riesgo de que todos los secretos salgan a la luz ¿acaso quieres eso?
No sabía de lo que hablaban, mis padres con su trabajo estaban metidos en muchos líos de los cuales no quiero saber nada, pero aquella conversación había creado cierta curiosidad en mí.
Me acerqué más a la puerta, apoyando mi oreja en ella, y provocando el crujido de la madera del suelo con mi movimiento. Esto hizo que mis padres se callaran, y sabía que se habían dado cuenta de mi presencia por lo que entré para disimular.
—La comida ya está. — avisé captando la atención de los dos que se quedaron mirandome callados y con una expresión bastante asustada.
—Hailey cuántas veces te he dicho que llames antes de entrar. — se pellizcó el puente de la nariz mi padre.
Después de eso, nos reunimos todos en la mesa, formando el típico silencio incómodo de todos los dias, así que no tarde mucho en terminar de comer y salir de aquella desagradable cena. A pesar de querer aparentar ser la familia perfecta, ni siquiera se esforzaban en intentar ser normal.
Horas Hailey, solo te quedan horas...
(...)
—Finn — sacudí su cuerpo dormido —Finn — noté sus ojos abrirse lentamente —me voy, he pedido un taxi para ir al aeropuerto y ya tengo la maletas abajo.— expliqué en un susurro.
—Cuídate ¿vale? — noté su sonrisa en la oscuridad de la habitación y asentí—Llámame de vez en cuando, y si tienes problemas me avisas que me presento allí y le parto las piernas a quién sea.— sonrió y se incorporó en la cama para rodearme en un abrazo.
—¿No estarás llorando, no? — dije cuando me separé al escucharlo moquear.
—No, es que se me ha metido tu pelo en ojo— bromeó pasando su pulgar por la cuenca de sus ojos —Te quiero Hailey. — besó mi frente.
—Y yo Finn.— sonreí y salí despacio de su habitación.
Escribí una nota para mis padres y salí de la casa cerrando la puerta suavemente sin hacer ruido. Me monté en el taxi y empecé a observar nostálgica por la ventana las calles de Carolina del Norte donde había crecido.
No tardamos mucho en llegar, y cuando lo hicimos el chófer me ayudó con las maletas.
Me adentré en el aeropuerto y me dirigí a una de las sillas que se encontraban vacías para esperar a que el avión estuviera listo.
Unos minutos más tarde, sonó en el megáfono la salida de mi avión y seguí a los pasajeros que también iban en ese vuelo.
Mientras caminaba, un hombre que iba mirando su móvil chocó conmigo, y cuando cruzamos miradas, se quedó boquiabierto y con una expresión bastante confusa.
Como consecuencia de nuestro choque su maletín cayó al suelo soltando una multitud de papeles que había en su interior.
—Lo siento.— me disculpé viendo que no articulaba palabra, pero no obtuve respuesta.
Me acerqué al suelo para ayudarlo a recoger sus papeles y me imitó en silencio.
—¿Le pasa algo?— pregunté confundida por su reacción.
—No, nada nada, adiós — se levantó con rapidez y se fue.
Que gente más rara.
Continúe mi camino hacia el avión y subí a este para el largo viaje que me quedaba.
Tras varias pesadas horas bajé, puse en Google Maps el nombre del Internado y empecé a caminar. Después de salir del aeropuerto, y varios minutos siguiendo el camino que me indicaba el móvil, tenía que coger un autobús.
—Mierda.— Maldecí no haber llevado algo de dinero en los bolsillos, todo estaba metido en la maleta.
Me agobié y me senté en un bordillo esperando que mis problemas de solucionaran solos por arte de magia.
—¿Forastera perdida?— escuché una voz acercándose a mí.
—No, estoy bien gracias.— solté seca antes de cruzar nuestras miradas.
El chico tenía unos ojos azul eléctricos que combinaban bien con su cabello rubio y despeinado. Tenía una tez clara, era un poco mas alto que yo y vestía unos vaqueros y un polo blanco con un símbolo que ya había visto antes, en los papeles de aquel hombre.
¿Quien sería y por qué tenía papeles con ese símbolo?
—Está bien.— alzó sus manos y se dió la vuelta.
—¡Espera! — grité haciendo que se girara sobre sus talones —Es que, necesito dinero para coger un autobús. —comenté forzando una sonrisa.
—¿Dónde vas?— preguntó dándome la mano para levantarme del suelo.
—Internado Thompson.— añadí sacudiendo mí trasero y cogiendo mis maletas.
—¿Eres nueva?— abrió sus ojos al escuchar el nombre del internado.
—¿Eres de allí?— pregunté algo confusa mientas nos dirigiamos a la parada del autobús.
—Sí, llevo ya unos años— indicó y señaló el símbolo que se encontraba en su pecho —Soy James Burns, pero me llaman JB, encantado.— alejó la mano de su costado y la puso frente a mí.
—Hailey Barnet.— sonreí y le estreche la mano, manteniendo la distancia y analizado con mi mirada todo lo que esta me pudiera aportar.
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Hola guapetoness!!!
Pues como os prometí, hoy es lunes de actualización y bueno, empezamos con el primero capítulo de esta misteriosa novela.
De momento no ha pasado gran cosa, pero creo que ya habrán empezado ha surgir preguntas... ¿De qué creéis que estaban hablando los padres? ¿Quién creéis que es el hombre? ¿Y que relación con tiene el símbolo del Internado?
De momento solo tendréis más preguntas pero poco a poco empezaran a resolverse. Espero que os haya gustado!!!
Besooosss, N❤️
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All the secrets ®️
Misterio / Suspenso[ACTUALIZANDO] ¿Qué pasaría si un día te dieras cuenta de que toda tu vida ha sido una mentira? Y... ¿Qué pasaría si te obsesionaras con saber la verdad, y no pararas hasta conseguirlo? pero... ¿Qué pasaría si cuando supieras toda la verdad, hubier...