Capítulo 1: Honor

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El mundo está rodeado de gente interesante, gente con habilidades mágicas que son capaces de salvar o dañar a las personas, algo que en la ciudad de Aragón no son bien vistas y aquellas personas que demuestren tener estas capacidades sobrenaturales son exterminadas.

Antiguamente, los magos existían por montones, había millones de ellos en la ciudad viviendo como ciudadanos normales, pero algo cambió y el Rey decidió exterminarlos, eso los llevó a rebelarse contra el reino y así desataron una guerra que aún no ha acabado, una guerra que parece interminable.

Yo soy un joven hechicero de 17 años, pero al mismo tiempo soy un sirviente del reino, llevo muy poco sabiendo que lo soy, fue un gran amigo quien me habló sobre mis habilidades, aunque no sé si esto es bueno o malo, él dijo que no puede saberlo nadie, mucho menos el Rey así que preferiría tener que ignorar mis habilidades y no jugarme la vida cada vez que despierto levitando sobre mi cama.

El doctor del reino es quien me ayuda a controlar mi magia, dice que pronto aprenderé a controlarla y es raro porque no veo ningún progreso, de hecho, ahora he descubierto que las cosas comienzan a moverse sin mi consentimiento, a veces es grato recibir ese tipo de ayuda tras tener la obligación de cuidar de las ocupaciones del príncipe heredero, pero aun así es peligroso.

Hace unos meses el príncipe me eligió como su sirviente, tiene millones a su disposición, pero cuando un príncipe consigue una victoria que salva a sus ciudadanos, le dan el derecho de elegir entre todos sus sirvientes a uno que estará pendiente de todas sus ocupaciones, ya sea, limpiar su habitación, limpiar sus armas, escudo, servir su comida, entre otras cosas.

Yo tuve la desagradable fortuna de ser elegido por el príncipe Logan, este es un sujeto arrogante, presumido, testarudo y desagradable. Es engreído, pero ha salvado la vida de muchas personas inocentes que no merecían morir.

El príncipe puede ser un idiota, sin embargo, tiene cosas buenas como el amor por su ciudad y su gente, lo que es extraño aún para un engreído como él.

Para variar es atractivo, él lo sabe perfectamente, por ello es aún más presumido.

—¡Danny! —me llamó a gritos.

—¿Príncipe? —respondí a su llamado.

—¿Qué estás esperando? ¡Limpia mi armadura! No puedo lucir una armadura tan sucia mañana.

—¿Sucia? —pregunté desconcertado— creí haberla limpiado ayer.

—Sí, pero ya sabes cómo es esto— dijo con una sonrisa juguetona— las cosas se ensucian Danny.

—Claro— respondí con una sonrisa que ocultaba mis ganas de matarlo.

Es irritante, pero es algo que no puedo rechazar, así que al marcharme hasta su habitación me dediqué a maldecirlo internamente, o al menos lo hice hasta ver como tenía que comenzar con mis obligaciones de nuevo.

¡Él desordenó todo lo que yo había ordenado esta mañana! Por supuesto que al ver esto no me limité a callarme y mientras limpiaba su habitación -otra vez- lo iba maldiciendo en voz alta aprovechando que estaba solo.

Mi deber es servirle, desde muy temprano debo comenzar con esto, mi rutina al despertar se centra en preparar su baño, despertarlo, callarme cuando me maldice por despertarlo —porque suele tener muy mal humor cuando lo despiertan— algo estúpido, ya que es él quien me dice que debo hacerlo, aunque luego de eso debo buscar su ropa, ayudarlo a vestirse porque todos sabemos que los de la realeza no se saben vestir solos y luego de eso, estoy obligado a entregarle su desayuno.

A medida que se come su desayuno debo limpiar su habitación, luego acompañarlo en su entrenamiento como también hacer los quehaceres de un sirviente normal.

Aragón (Bl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora