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—madre quiero hablar de algo—menciono la pequeña azabache de manera seria, una vez que estuvieron solos.
—....
—Es sobre papá— finalizo sorprendiendo a Sasuke, en el fondo sabía que algún día llegaría esta conversación y ya no debía huir del pasado después de todo siempre la verdad sale a flote.
Sasuke soltó un suspiro de manera tranquila mientras se sentaba en un mueble presente en la sala de la entrada, su hija imito la acción.
—bueno hace un tiempo cuando yo viajaba para conocer por mí mismo el mundo ninja, yo fui por varios lugares entre esos Amegakure no Sato o aldea de la lluvia......
Siguió con su relato por varias horas contando varias experiencias, personas que conoció, hablo sobre lugares, jutsus extraños, clanes y demás hasta que llego el tema fundamental "quien es el padre de la niña "y fue cuando Sasuke confeso todo, después de eso ambos lloraron mientras se abrazaban como dándose un consuelo, así poco a poco les fue ganando el sueño y los dos decidieron compartirla esa noche ninguno quería estar solo, los dos pasaron esa noche fría juntos, hasta que los rayos de sol volvieron a salir golpeando de lleno la cara de Sasuke y Sarada incomodando a los dos, sin embargo ninguno se movió todavía estaban cansados o más bien fatigados de tanto llorar, ahora solo tocaba esperar que todo salga bien fue el fugaz pensamiento que surco la mente de Sasuke.
*
En otro lado un azabache corría de manera frenética hacia la torre de Hokage por fin parecía descubrir el eterno secreto del origen de la niña, esperaba que eso saciará la sed de curiosidad y dominio del Hokage, claro por un momento incluso pensó en no entregarla ya que sentía que violaba la privacidad de alguien; pero bueno él era ambu y estaba a órdenes del Hokage, con eso mente llegó a la oficina todavía era temprano pero reconoció el chakra de cierta persona que ya estaba ahí, así que sin más entro sin tocar llamando la atención de esa persona.
—Sai.
—Hokage-sama—dijo con cierto aire burlesco que siempre le caracterizaba mientras veía al rubio sentado al parecer analizaba unos pergaminos—ya lo tengo—menciono eso basto para que el rubio se parara de improvisto y se dirigiera a él invitándole a sentarse en un mueble presente en la oficina no sin antes sellar la misma.
— ¿Y bien?— finalizo el rubio de manera seria.
—Mira estos expedientes—menciono extendiéndole un sobre de color azul bien sellado, el rubio lo tomo de inmediato y rompió aquello que lo sellaba encontrándose con cuatro expedientes, al abrir el primero encontraron a un hombre pelirrojo, de pie blanca y ojos negros.