S I N O P S I S.
No quería hablar con nadie, la impotencia me dominaba. No me di cuenta lo que pasaba a mi alrededor. Me dolió. Mi corazón se agrieto, era nuevo el sentimiento, ¿sabes? no es lo mismo reclamar la nota calificativa a uno de tus profesores exigentes que te subestimaron, no. Es muy diferente.
Una noche bastó para llorar y resignarme que mis lágrimas son valiosas. Eso creo, solo fue una noche de puras lagrimas.
—Deberías darte un tiempo, un respiro —yo solo la mirada, no podía fingir dureza delante de la persona que bien me conocía. Miraba a la mujer que me dio la vida.—Hace más de veinte años pasé por algo similar, me fui a dar un respiro y encontré un aliento, tu padre —suspiró recordando el momento, imagino. Su rostro se contrae con los recuerdos y ríe— dentro de poco sale un grupo de la iglesia a un pueblo necesitado, deberías pensar en más de miles a kilómetros y regresar cuando fuere tiempo —era buena idea, no es por cobardía pero alejarme me haría bien en estos momentos.
Hacía años que mi familia asistía a una congregación, éramos miembros activos en ella y cada uno hacia como podía, me gustaba asistir y formar parte de las sociedades de jóvenes y el grupo misionero, mamá en el grupo de damas era muy productiva, era el ejemplo de una mujer de casa, trabajadora y que velaba por su familia y ni hablar de papá que pues era el casi padre adoptivo de todos los jóvenes que allí asistían, era muy bueno dando consejos y por eso era uno de los tantos líderes que ayudaba al pastor de la congregación con temas delicados dónde los jóvenes venían por ayuda cuando querían dejar su vida adicta y de malo pasos.
—¿Te he dicho que te amo? —le pregunto hipeando. Era de esperarse llorando yo en su hombro.
—No lo recuerdo —dice jugando, su mano masajeaba mi cabello, reí ante su respuesta de siempre.
—Te amo Madre.SEIS MESES DESPUÉS
—Paciente con derrame interno. —dice el paramédico.
Observo al individuo que yace en la camilla lleno de sangre. ¿No han sentido en su pecho la sensación de que deben hacer algo en ese momento por alguien y que si no lo hacen se asfixian?
—Ok, yo lo atiendo —hablo.
Con ayuda lo trasladamos a quirófano pero su rostro: a pesar de los golpes, el corte en la ceja, y la cara llena de sangre, me es tan conocido.
«¿Quién eres?»
—Desfibrilador —hablo al escuchar el pip pip pip de la máquina que dicta que el esta dejando este mundo. Su frecuencia cardiaca bajaba.
—Lo perdemos —grito. Había mucha tarea que hacer, no era el único y los mas internos estaban en lo suyo salvando a otros.
No responde
Me acerco a su oído.
—Resiste, no me dejes. ¡¡Quédate conmigo!!
Sus ojos cerrados. Puedo percibir como su globo ocular se mueve debajo de los párpados cerrados.
¡¡Me escucho !!
—Lo tenemos —grita mi colega.
—Ok preparenlo para cirugía —finalmente digo con otra sensación formándose en mi pecho y que sustituye la primera con una posible pérdida, a diferencia esta me saca una sonrisa.
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Hasta El Último Aliento
RomansaEstá historia es original. Y espero que te guste. No te Cohibas de comentar y darle me gusta.