8.- Seres y bestias mágicas

7 1 0
                                    

—Vamos a saltarnos un par de clases, Sarah.

—¿Eh? —el comentario de Charles desvió mi emoción un poco.

—En la antigüedad, existían entes a los que se les conoce como seres feéricos. Estos seres feéricos vivían en armonía con los humanos en tiempos en los que los magos y hechiceros eran comunes. Ellos eran los que pactaban tratos con los magos para realizar el milagro de la magia. En estas fechas, quedan pocos seres feéricos, y ya nadie puede verlos, además de que se ocultan a la vista de todos.

Estaba iluminada con esa información.

—¡Genial!

Volví a ver a la hadita. Dejando un lado la primera impresión, me di cuenta de que no tenía rasgos humanos: sus ojos eran mas grandes, su piel era como la de un animal, un ave tal vez, pero de apariencia muy fina, y sus alas eran emplumadas. Su pequeño cuerpo no era mas grande que unos 20 centímetros de altura. El vestido que llevaba tenía una apariencia antigua, de tal vez unas cuantas décadas. Sus orejas eran puntiagudas y pequeñas. A pesar de eso, era un ser realmente encantador.

—Eres diferente de como yo creía que eran las hadas.

—¿Creíste que éramos como ustedes los humanos? Claro que no, somos muy diferentes física y arcánicamente. A la gente común no les gustaría para nada un ser feérico con mis características, ¿o si? —preguntó retóricamente.

Y si, realmente era cierto. No es realmente atractivo el aspecto real de un hada comparado al que siempre se nos había mostrado en las películas infantiles.

—¡Ustedes son mas lindas en la vida real! —contesté de manera serie y decidida.

Margery se impresionó un poco, y después comenzó a reír.

—Realmente me agradas, Hija de Aercania —Margery me dirigió una linda sonrisita. —¿Cuál es tu nombre, niña?

—Me llamo Sarah. ¡Mucho gusto!

—Margery —Charles interrumpió el bello encuentro —, no te llamé aquí para conocer gente nueva. Te necesito para este caso.

—De acuerdo, de acuerdo, trabajemos —Margery voló hacia mi oído y me susurró —. Tú y yo podremos seguir conviviendo luego, ¿vale?

—De acuerdo —le susurré como respuesta.

—Margery.

—Voy, voy. Que amargado eres, Charles.

—Bien. Te pongo en situación.

Charles explicó lo sucedido a la pequeña dríade. Por suerte, ya no se encontraba ningún policía en la habitación, si no creerían que Charles estaba loco si lo vieran hablar solo al aire.

—Eso es todo lo que llevamos por ahora —Charles finalizó el reporte.

—Mmmmmm... —Margery empezó a razonar —Tal vez... eso explique la peste de este lugar...

—¿Tú también puedes oler eso? —pregunté emocionada.

—Por supuesto.

—¿Y a qué huele, Margery? —Charles preguntó curioso.

La mirada de Margery se tornó seria.

—A bestia.

—¿Bestia?

—Ya veo... —Charles empezó a analizar la situación —¿Pero cuál bestia mágica fue? Hay demasiadas opciones...

—Analicemos el caso, ¿de acuerdo? —Margery parecía que iba a ponerse seria.

Historias del Arcanum CompendiumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora