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—Cumpleaños feliz…— corearon los que se encontraban en la Mansión Ubuyashiki, a excepción de Kyomi, Kanao y Sanemi.

La cumpleañera no sabía qué cara poner, el año pasado también había sufrido esa escena, terminando con un “extravagante” grito de felices 16 por parte de Tengen. Cumplir 17 era extraño para la Tsukino, pero nada del otro mundo.

Kanao ya tenía 14 años, Shinobu 16 y Kanae 20, convirtiendo a Kyomi en la hermana adoptiva del medio junto a la Kocho menor. Las cuatro eran una muy buena familia, entendiéndose y apoyándose, bueno, Kanao lo hacía en silencio.

Respecto al alma que “perseguía” a la azabache de terminaciones rojizas hace un año, casi no daba indicios, después de que la chica le rogara piedad mil veces, desistió de hacerle daño a ella, quien no tenía nada de culpa en realidad.

Gyomei comenzó a derramar lágrimas al sentirse sentimental por el rápido crecimiento de la pequeña Tsukino, le entregó un regalo y trató de tranquilizarse mientras oraba. La cumpleañera aceptó el obsequio y decidió no abrirlo en ese momento, los demás presentes también le ofrecieron sus obsequios a la chica, quien los aceptó avergonzada.

Los únicos en no dar nada fueron Sanemi y Giyu. Sanemi por ser un gruñón y Giyu porque le avergonzaba darle un obsequio inadecuado a la Tsukino.

Kyomi se había ganado el corazón de cada persona que conocía a su manera, con sus palabras impropias y sus actuares extraños, tenía una personalidad cautivadora a los ojos de todos. Y no sólo eso, el respeto que se le ofrecía era el de un Pilar, título que había rechazado repetidas veces de parte de Kagaya.

Comieron lo que se podría considerar un festín, aunque la festejada no tenía tanta hambre. Todos estaban en regocijo, disfrutando de un pequeño momento de paz en medio de una guerra interminable con enemigos peligrosos. Dieron las 8 de la noche y fue momento de que los 5 pilares y Kyomi volvieran a sus puestos.

La chica recorría el área con una sensación extraña en su estómago, una inquietud se apoderaba de ella. Percibió un movimiento inusual en el bosque, a juzgar por la rapidez, podría tratarse de un demonio fácilmente. Emprendió el paso para perseguir a aquella silueta extraña.

Cuando se lo topó no podía creerlo, era su mentor, la Luna Superior Número Uno, Kokushibo. Lo miró asombrada, asimilando que no era algún demonio parecido, por precaución e instinto, puso su mano sobre la filosa hoja morada que se encontraba enfundada.

—Ko… — habló casi inaudible la chica —Aunque no lo creas, es un gusto verte.

—Kyo, de hecho vine a propósito— dijo el demonio con los brazos cruzados.

Ella ladeó la cabeza, ¿por qué él vendría dos años después a buscarla? Relajó las piernas y deshizo su posición de ataque, le estaba brindando confianza que quizá no era buena, pero no le importaba mucho.

—Sé que es tu cumpleaños, el año pasado no tenías una zona asignada, así que no me pude acercar— mencionó algo serio —Tengo algo para ti.

El demonio se acercó cautelosamente a ella, dejando en el suelo una tela y abriéndola sin tocar la caja que tenía dentro, temía que algún cazador cercano a la chica tuviera buen olfato y la descubriera.

Kyomi se agachó y tomó la pequeña caja entre sus manos, la abrió y se sorprendió del contenido, no pudiendo evitar sacar una lágrima rebelde. Era una estatuilla de tamaño pequeño de lo que parecía ser ella, tallada con notoria dificultad y poca habilidad, sujeta a esta se encontraba un colgante con un pequeño dije de Luna.

Miró nuevamente sin palabras al avergonzado demonio, se colocó el collar, sonrió felizmente y no sostuvo las ganas de darle un abrazo a su peculiar amigo, él correspondió igual que la primera vez, simplemente dándole palmaditas en la cabeza.

Aliento de la Luna | Kimetsu No YaibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora