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Una azabache de ojos grises miraba ansiosa la puerta, era hora de que concluyera la Selección, por lo que si todo salió bien, Kanao llegaría más tarde. Shinobu estaba igual que Kyomi, ambas se encontraban sentadas frente a la entrada.

Unas horas después llegó el momento esperado, la niña tranquila de ojos purpúreos llegó a la finca Mariposa. Con una gran sonrisa genuina la recibieron sus hermanas. Las mayores felicitaban a la chica de 16 años por su logro.

Esa tarde todo fue normal, esperarían el tiempo necesario para que entregaran la Nichirin y ver de qué color se tornaba. Aunque no era nada extraño que la Tsuyuri concluyera la prueba, ella ya tenía experiencia asesinando demonios desde que era más joven.

De nuevo Kyomi y Giyu se encontraban entrenando juntos, a pesar de que el de ojos azules era muy reservado, se sentía cómodo con la presencia de la azabache.

—Atento, Tomioka— le gritó ella —Si yo fuera un maldito demonio, hubiera cortado tu cabeza con mi estúpida técnica de demonio.

—No seas mal hablada— le reprendió cortante el joven.

—Perdón, estoy molesta por lo de ayer— se disculpó mientras atacaba al mayor.

Y es que el día anterior habían asesinado a 6 cazadores en un prado, un demonio que expulsaba un material adhesivo los había atrapado. Kyomi, Shinobu y Giyu habían llegado demasiado tarde y sólo pudieron salvar a uno.

El pie del Tomioka se encontraba en el pecho de la Tsukino, la cual estaba tirada en el suelo.

—Bien, ganaste, deja de pisarme— se quejó ella.

—¿Lloraste de nuevo?

Una patada dirigida al costado del ojiazul fue la respuesta. Los ojos enrojecidos de la chica la delataban, se lamentaba siempre llegar tarde y no salvar a nadie. Sostuvo su cabello en una coleta baja, acción que provocó nerviosismo en el Tomioka, pues cuando se sostenía el cabello era cuando iba en serio.

—Hay que descansar— sugirió él.

La Tsukino suspiró y se dejó caer al suelo de nuevo. Su acompañante se sentó a su lado y la miró comprensivamente.

—Giyu, ¿soy débil?

—Creo que en cuanto técnica y fuerza, eres mejor que nosotros los Pilares.

—No hablo de eso— dijo mirando el cielo tristemente.

—Eres fuerte en todos los aspectos, Kyomi. Simplemente eres humana— le respondió él mirando sus pies.

—Puedes hablar poco, pero cuando lo haces es demasiado motivador— rio la azabache.

—Me voy.

Se quedaron juntos la mayor parte del día, hasta que llegó el viejo cuervo de Giyu asignándole una misión.

—Bien, ahora sostenla firmemente y veamos de qué color se torna— le decía el herrero a la Tsuyuri.

La chica hizo caso y todos los presentes veían con atención el rosado claro que se formó rápidamente.

—Es igual a la de Kanae— sonrió la Tsukino.
Shinobu también se sintió feliz y ni hablar de Kanao, por dentro sentía el orgullo de su hermana mayor aunque no lo expresara.

—Señor Kanamori, es un excelente acabado el que dejó en la espada— alagó Kyomi inspeccionando la cuchilla de la menor.

—Es un trabajo que debe hacerse bien, no merezco el cumplido señorita Tsukino.
El hombre se retiró diciendo que tenía una entrega más pendiente. Las habitantes de la mansión Mariposa se encontraban felicitando a la inexpresiva Tsuyuri. Kyomi trajo la bebida favorita de la menor, Ramune, todas estaban alegres.

Aliento de la Luna | Kimetsu No YaibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora