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(Capítulo especial).

Una azabache corría por las calles de aquella ciudad, debía llegar a tiempo a la preparatoria o le restarían la puntualidad de su nota final, cosa que obviamente no quería, de por sí sus calificaciones no eran las mejores. Al doblar en una esquina chocó con un niño que iba acompañado por dos amigos, el impacto fue tan fuerte que mandó al pequeño a volar unos metros adelante, mientras ella caía de rodillas.

—Oh por Dios, cuánto lo siento— se disculpó la joven ayudando al niño —¿Cómo puedo compensarte?

—No... no te preocupes— habló el de ojos azules algo apenado.

—¿Cuál es tu nombre? Podría comprarles un helado a ti y a tus amigos después— sugirió ella.

—Soy Giichi, estudio en la primaria de aquí cerca. Puedes comprarnos el helado, por favor— dijo el niño con los ojos brillantes.

—Está bien, vendré a visitarlos más tarde— anunció la azabache sacudiendo su mano y volviendo a su camino.

—¡Espera! No me dijiste tu nombre— exclamó el pequeño Gichii.

—Ayumi Tsukuyomi— sonrió antes de correr velozmente de nuevo.

Llegó por fin a la entrada del recinto, con unos perfectos 20 minutos antes del timbre. Suspiró alegre y buscó con la mirada a su amiga Toko, conociéndola, debería perder tiempo con Kanata o siendo atrasada por Yoshiteru. Pensar en los dos hermanos le hacía gracia, pues su relación era demasiado pasivo-agresiva.

Caminó hasta su salón siendo saludada por la mayoría de los estudiantes. Ayumi, a pesar de ser considerada una "cabeza hueca" por sus pésimas notas en literatura y álgebra, era una excelente deportista, lo que la hacía popular entre sus compañeros de escuela.

—¡Ayumi!— la llamó su amiga de ojos rosados dejando el brazo de su novio —No te encontramos en el camino, ¿desde cuándo llegas temprano?

—Desde que mi calificación pende de un hilo— habló recargándose de brazos cruzados en la pared —Hola, Yoshiteru— saludó al hermano de su amiga.

—Ayumi— sonrió nerviosamente el Agatsuma.

—Kanata, ¿y Sumihiko?— preguntó la de ojos grises al no notar su presencia.

—Se quedó dormido de nuevo, no tardará en llegar— explicó con una expresión seria.

La Tsukuyomi asintió para después fijar su mirada hacia la entrada, a pesar de que Sumihiko era dos años menor que ella, se llevaban bastante bien. Su mente recordó al pequeño que había arrollado minutos atrás y un sentimiento de nostalgia la invadió, como si ya lo conociera y lo apreciara. Algo similar había sucedido con Toko, pues en cuanto se conocieron tuvo la iniciativa de hablarle porque su apariencia le parecía familiar.

Ver al joven de cabello rojizo correr hacia la entrada la alegró, lo saludó emocionada y el chico correspondió el sentimiento. A veces, a Yoshiteru le molestaba la cercanía de ambos, pues claramente estaba interesado en Ayumi, pero no era capaz de confesarlo.

—Oye, Ayumi— llamó Toko —¿En qué representarás a la escuela, finalmente?— preguntó curiosa a su amiga.

—Oh, me permitieron participar en gimnasia, atletismo y también capitana del equipo de vóleibol. Al principio, el director Murata no quería permitirlo, pero logré convencerlo de participar en mínimo 3 categorías— indicó feliz.

—Eso es genial, Ayumi— felicitó Sumihiko abrazándola por los hombros.

—Sí, eso es muy genial, Ayumi— habló Yoshiteru con una presencia temible.

Aliento de la Luna | Kimetsu No YaibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora