El cochero

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Los caballos apresuran su paso al llover, la tierra por la que marchan se hacia lodosa tan pronto como la pisan, su cochero da la señal de apresurar el paso, pero los caballos ya están muy cansados, mantienen la velocidad, pero con más esfuerzo a cada paso.

Un descanso suena como una buena idea para el cochero, pero el tiempo que le queda para finalizar su trayecto no es mucho y su pasajero se ve como un hombre con un temperamento muy impaciente.

— Mi señor? — dijo el cochero.

El cochero abrió delicadamente la cortina que lo separaba del carruaje buscando llamar la atención de su pasajero.

— Lo escucho. — Respondió el viajero.

— Podemos tomar dos cuartos de hora para descansar? Los caballos se ven sumamente cansados y si siguen así no llegaremos a la capital.

El Pasajero guardo silencio por unos segundos causándole un poco de temor al cochero, un suspiro del viajero le quitó sus esperanzas, haciéndole girar su cabeza cerrando lentamente la cortina dando por finalizada su conversación.

— Alguna otra razón?

El cochero tragó saliva girando nuevamente, no podia ver a aquel hombre, solo alcanzo a ver su cuerpo y como sostenía una pipa entre toda la oscuridad.

— S-si señor, cuando llueve muy fuerte los caballos suelen desobedecerme, si lo que le molesta es la lluvia ahora mismo le busco un lugar para que no se moje, mi señor.

— Escúcheme bien, debo llegar a la capital antes del tiempo que le di — explico firmemente el viajero — asi que solo serán quince minutos de descanso y el otro cuarto de hora lo usara para buscar un lugar para no mojarme yo ni mis hijos, ¿entendido?

— Si mi señor.

Dando un empujón a sus riendas los caballos siguieron avanzando, el cochero saco un pequeño telescopio el cual usaba para ubicarse en el mapa que le había prestado su viajero con todos los puntos resaltables en el trayecto.

— Mi señor, en el mapa hay una casa abandonada en la cual nos podríamos parar para estirar las piernas — sugirió el cochero — la veo desde aquí, esta a unos 10 minutos de nosotros.

— ¿Y que espera? Proceda.

— Entendido, mi señor.

El cochero sin questionar al viajero arrimo sus riendas en dirección de la casa abandonada.

Cuando llegaron a la puerta de la casa el cochero se bajó a abrirle la puerta al viajero metiendo sus botas lindas botas de cuero negro en el lodo.

— Espere, antes que nada verifique que no haya nadie ahí adentro — ordenó el viajero abriendo un poco la cortina de la puerta.

El cochero obedeció y se acercó desconfiado a la vieja puerta de madera que podia tumbar de una sola patada, tan desconfiado estaba que cuando logró poner un pie en las humedas escaleras de madera de la casa se dio media vuelta y volvió corriendo al carruaje.

— Que esta haciendo? Se le acabar el tiempo.

— Discúlpeme señor, por seguridad voy a agarrar el hacha, no le haré perder su tiempo se lo aseguro.

Ya con el hacha en manos se dirigió hasta las escaleras de madera y se puso de frente a la puerta, algo olía mal ahí, el aire se sentía pesado y la llovía era muy ruidosa para que el cochero pudiese escuchar algún susurro, unos pasos, nada.

Justo en el momento en el que el cochero iba a patear la puerta para que pudiese pasar a verificar que no hubiese nadie, algo rompió la ventana de cristal que estaba justo al lado de la puerta dándole un gran susto al cochero, haciéndole soltar su hacha.

RebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora