8. T: El S.E.N

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Me encontraba caminando de manera relajada, a mi lado estaba Nix, la de tez morena y expresión divertida.

Caminábamos por los limpios y grandes pasillos del palacio. Ornia estaba adelante de nosotras, dirigiéndonos a nuestro destino.

Nix me había explicado que era un poco peligroso que las piedras no estuvieran protegidas, por eso la mayoría estaban ocultas en el palacio, en un pequeño cuarto llamado: SEN (Salón de Escorpiones Negros).

Ornia se detuvo y dijo:

-Hasta aquí puedo llegar yo.

Asentimos. Nix y yo nos dirigimos a la puerta principal.

-¿Lista? -preguntó ella.

-¿Qué?

La puerta se abrió y nos dejó ver un cuarto de espejos relucientes e infinitos, alrededor del cuarto habían ocho hermoso pedestales con forma de columnas, iguales a las del palacio. Los collares estaban puestos ahí, todos de diferente color.

-Bien Lya, debes escoger sabiamente.

Me volví hacia ella confundida.

-Tu collar -respondió a mi rostro dudoso-. Éste cuarto tiene un nivel de defensa impresionante, solo los bendecidos pueden sacar sus piedras, pero, debe ser con sumo cuidado si tocas una piedra que no te pertenece morirás.

Tragué saliva. Mi piedra era de un inconfundible tono verde agua, por ende me acerqué a ella y la tomé rápidamente, temiendo que por alguna razón algo malo me pasara. Pero no. La puse alrededor de mi cuello con sumo cuidado.

Nix y yo salimos de la habitación. Que aterrador es esto.

-Buenos días señoritas. -habló una voz masculina algo aguda.

Nix volteó y se inclinó rápidamente para decir:

-Mi Señor, buenos días.

Repetí la acción.

El rey de cabellos castaños había asentido cortésmente. Mientras caminaba al lado de nosotras con sus sirvientas detrás. Nos quedamos inclinadas mientras seguía su camino. Sin embargo noté su vista sobre mi, y volteé a mirarle. Efectivamente. Me miraba como si esperara algo de mi, a la ves que me regalaba una sonrisa de labios cerrados, su expresión era retadora, y no me hacía gracia alguna.

Nix se levantó, al igual que yo.

-Bueno, ya es hora.

La miré confundida nuevamente.

***

-Lo primero que debes aprender es la concentración, si no te concentras no podrás hacer ésto.

Oía sus repetidas palabras analíticas en mis oídos, mientras cerraba los ojos para lograr algo...imposible. Aún tenía el interminable mareo de la teletransportación. Cómo odio esa cosa.

-Debes sentirte una con la piedra, debes estar en paz.

-No logro conseguirlo.

-Bueno, nena, no lo sé, algunas piedras simplemente funcionan de manera diferente -miró abajo del acantilado-, puedes enojarte, o alegrarte, o sentirte triste, o algo, lo que sea debe salir.

La verdad me hacía gracia la manera de explicar de Nix, me divertía con ella. Trataba de enseñarme como poder sacar el poder que me ofrece la piedra en mi collar durante los últimos días.

-¿Por qué estamos en un acantilado? ¿No íbamos a entrenar con espadas, flechas y arena?

Abrió los ojos y rió con gracia.

 "Los Escorpiones Negros" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora