El sol brillaba con fuerza, pero no quemaba. El viento soplaba con vigor, pero a la vez era sumiso. A mí alrededor, yacían cientos o miles de espigas revoloteando al son de su más grande acompañante, mi cabello se mezcló por un segundo con aquellas y se dejó llevar, se sentía bien. Cuando abrí mis ojos un figura femenina apareció a unos metros y me invitó a seguirla, ella corría por el campo y yo la seguía; cuando ella se detuvo y dió la vuelta para verme, noté que en su rostro no había ningún tipo de expresión, no tenía labios, ni cejas, sus ojos eran bolas de fuego y su piel era blanca y pálida (su cara era parecida a una lúgubre máscara blanca), llevaba encima un millar de perlas y joyas que hasta la más rica de las reinas moriría de envidia, no era necesario describir su atuendo, pues, se confundía con lo diáfano de su piel; además parecía llevar hilos de cobre en lugar de cabellos. A pesar de notar su apariencia, no me embargo ningún sentimiento de miedo, al contrario; le pregunté repetidas veces quién era y qué quería, sin embargo ni una palabra se hacía notar en su inerte boca.Al darse cuenta de mi instancia, alzó su mano derecha, y de las espigas, surgió la figura de un hombre; luego alzó la izquierda y surgió otro hombre. Ambos gozaban las mismas características, aún siendo de espigas. Eran Hombres Espigas. El de la derecha se llenó de capullos que pronto maduraron en bellas mariposas multicolor, que volaron hacia mí y me elevaron a unos metros del suelo. Sin embargo, el Hombre Espiga de la izquierda se secó hasta convertirse casi en polvo que terminó por asfixiarme o.... ¿Ahogarme?.
Por alguna razón ahora estaba en el océano, mi cuerpo se sumergía a cada milisegundo y parecía que el descenso no llegaba a su fin, con la fuerza que me quedaba, miré hacia abajo y me dí cuenta que la oscuridad de la profundidad estaba en la superficie y a donde yo caía era mucho más profundo y tenebroso. Era nada más y nada menos que una boca. Una gigantesca boca monstruosa de una bestia marina.
*****
El sol se adentraba con fuerza por el ventanal al final del pasillo, su esplendor era casi igual al de mi sueño. Me había levantado de un salto, pues mi carne de gallina empapada en sudor no dejaba de chocar con las sábanas de seda, aquel sueño activó todas mis alertas y al mismo tiempo mis dudas.
Iba caminando a aquel colorido ventanal, quizá porque era de lo más hermoso o solo porque una esbelta figura estaba plantada en el mismo lugar desde que salí de la habitación; era nada más y nada menos que la Rubia Maga. No sabía su nombre, mucho menos si era de fiar. Desde que desperté ésta mañana, solo quería encontrar a alguien que aparentemente me explicara las circunstancias críticas de Félione y mi "importante aparición en ellas" o mejor dicho mi importante aparición para acabar con ellas, y para mí suerte, ella estaba ahí. Observando el ventanal.
— ¿Alguna vez te has preguntado por qué las personas soñadoras, alguna vez en su vida se dan duro contra el pavimento?
— .... ¿Pavimento?.
— El pavimento, es la dura realidad que alguna vez deben enfrentar. A otras la realidad le llega como un pesado saco de ladrillos, que deben cargar en su espalda por el resto de su vida— explicó sin mirarme. No pude dar respuesta a su tan melancólico comentario. Solo asentí en silencio—. Sé que aún buscas respuestas Lya.
— ¿Cómo lo sabes?.
—No es que sea del agrado de muchos, algunas personas me tienes cierto temor. Además puedo leer tus pensamientos sin hacerlo realmente…—explicó, para luego observarme a los ojos—… Hablemos en un lugar más privado.
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"Los Escorpiones Negros"
AcakLya, despierta sin ningún recuerdo de su vida pasada. Los Escorpión Negros, un grupo de jóvenes con dones prestados; quienes se preparan para un ataque directo de su enemigo desconocido, le explicarán su gran propósito en ésta guerra y cómo ella se...