Prólogo: Jardín de Rosas

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Descalza caminaba a través del bosque con elegancia, vestida con un largo pero sencillo vestido blanco mientras movía su cabello largo y rizado con forme el aire golpeaba a la joven mujer, el sol iluminaba cada detalle de su rostro y con cada sonrisa las rosas florecían con una belleza inigualable, el pasto que yacía bajo sus pies crecían más verdes que antes y sus lagrimas eran como perlas, nunca se había visto tal hermosura, tal pureza que provocara tiriteo en el cuerpo de quien la observara. Era como la belleza de rosas. Entusiasmado el hombre de ojos dorados intenta acercase a ella, pretendía cortejarla y así, escuchar su voz; la mirada y la voz de su amada no lo olvidaría y lo distinguiría de inmediato sin importar en donde estuviera. Cuando la bella joven se gira, sus miradas son dos océanos de amor las cuales se han reunido, se han quedado sin voz, sin pensamientos, sin pulso alguno, el tiempo se ha detenido y los ojos dorados del hombre brillaban de tal manera que amenazaba con dejar ciego a aquel que lo observara, la barba que adornaba su rostro resaltaban sus delgados labios, sin embargo, debajo de su encanto su mandíbula resultaba tensa, transmitía una frialdad que era difícil verle sonreír, la joven baja la mirada con el corazón roto, su amado es un alma en pena y por ello enfriara ambos corazones lanzándoles en un profundo pozo, los inocentes ojos de la joven mujer se llenan de lagrimas, rezando porque su amor pueda aliviar la pena de su amado. Su corazón arde de tal manera que han clavado una espina dentro.

El joven intenta tomar la mano de su amada y así, demostrar que con ella su alma se convertiría en una de paz y no de pena, no obstante, antes de que pueda acariciarle, la aparición de otro hombre acunando en brazos a su belleza de rosas se convierte en una espina en su corazón, arde, lastima y daña los pensamientos más puros, la posibilidad de perder el nuevo edén que acaba de descubrir hacen perder el control. En su corazón yacía la espina de la traición y de los celos. No tiene misericordia y atraviesa el corazón de su amada con una daga haciéndole caer de inmediato al pasto, de los ojos de la joven brotan lagrimas, pero ya no eran perlas, el pasto se había secado y las rosas se habían marchitado, los ojos dorados del joven habían perdido su brillo y color, el hombre en cuestión lanza risas escandalizando a cualquiera que pasará por ahí, el joven había matado a su belleza de rosas y a si mismo. La tragedia de uno era motivo de gozo para otro. Cuando el joven reacciona, aquel hombre había dejado de ser uno y en cambio era una mujer casi igual de bella que su amada, jugaba con su mente y había provocado que él mismo matará a su único amor, ni siquiera pudo llegar a escuchar su voz. Sufría... pero la belleza de la otra mujer lo confundía.

"Cuando el amor depende de los colores o de los perfumes, no es amor es una vergüenza. Sus más hermosas plumas, para el pavorreal son enemigas, el zorro que va desprevenido pierde la vida a causa de su cola. El elefante pierde la suya por un poco de marfil. El amor a lo efímero, no es amor".

Aquellas palabras provenían desde el cielo, pero de él no se veía a nadie, la voz masculina que pronunciaba cada palabra era profunda y serena, el hombre de ojos dorados entonces entendió el significado de aquello y cuando, su mente se aclaro la fealdad de la otra mujer no era físico sino, interiormente, un escalofrío recorrió su cuerpo y cuándo su amada mostro pequeños signos de vida, se acerco a ella para curar la herida profunda que le hizo, pero ya era tarde, ella le miraba a los ojos mientras sufría por su traición y él le miraba como lentamente se estaba yendo...

Al despertar del profundo sueño, ambos estaban agitados, ella tenía lagrimas en los ojos y él con un vacío en el corazón y la boca seca, buscaba descifrar el motivo de su inquietud, pero al final no podría significar nada, era un simple sueño.


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Con cariño, María Pérez.

AMOR POR HONOR (ESTAMBUL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora