YA LO ACEPTÉ

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Sus ojos se observaron una vez antes de cerrarse.
Tanta cercanía, y que los movimientos no fueran unilaterales, solo había pasado una vez, en ese maldito espejismo que tanto avergonzó al peliblanco.

"Claro... Esto no es real..."

Apunto de rendirse ante el calor que emanaban sus labios, Mu Qing abrió los ojos topándose con la imagen de Feng Xin cerca. Tan cerca que nuevamente resultó irreal.

Justo como aquella vez.

Sus ganas desistieron caminando unos pasos hacia atrás en completa y aparente calma.

Eso era verdad. No era real.

El calor bajo sus dedos desapareció obligando a Feng Xin a salir de su ensoñación.
La realidad le cayó como una cubeta de agua helada al darse cuenta de sus intenciones.

¿Que estaba tratando de hacer?

El albino le había dado la espalda y permanecía lejos de él. Volviendo el ambiente en un silencio incómodo hasta que Mu Qing reguló su voz.

- Fuera.

Fue lo único que pudo articular entre tanta desilucion sin querer dirigirle la mirada.

Feng Xin habia quedado pasmado unos segundos ante tal revelación. Se dio la vuelta y salio por la puerta con los puños muy apretados mascullando una disculpa.

Mu Qing quedó quieto en la biblioteca hasta desplomarse en el sillón masajeando sus sienes, su corazón latía con tal violencia que casi podía oírlo dentro de su cabeza.

La escena no dejaba de repetirse frente a sus ojos como si se le hubiera grabado en la retina.
Porque en ese momento pareció que los dos estaban a mano.
Que los dos sentían lo mismo. 

Se sentía estúpido.
Tan estúpido por pensar de esa forma.
Por creer que podría ser correspondido.

Era imposible. Solo interpretó la situación de manera errónea.

El abatimiento lo hundió en su lugar con pesadez.

¿Cuando fue que se dejó vencer así?



................

El sol estaba descendiendo cuando las nubes opacaron el brillo de su puesta, convirtiendo el paisaje en una oscuridad prematura.

Xie Lian estaba a punto de irse cuando las primeras gotas cayeron, repiqueteando cada vez más frecuentemente en el techo del santuario PuQi.

Preparó un poco de té, y encendió una vela distraido  con el sonido de la lluvia, mientras miraba por la ventana.

El cielo se iluminó en una serie de relámpagos peculiares, anunciando el estruendo de los rayos que nunca llegaron. Las ráfagas de aire golpearon los árboles y casas provocando que sus ventanas y puertas se azotarán violentamente. En medio de la tempestuosa tormenta emergió una silueta nebulosa que se distinguía entre las gotas que caían incesantes, aproximándose lánguidamente, su figura se tornó cada vez más definida ignorando el aire que revolvía su cabello y levantaba su ropa.

Xie Lian la miro detenerse extendiendo la mano ante la puerta.
Dudando por unos segundos y finalmente lo escuchó llamar a la puerta.

Había estado tan distraído admirando aquel cuadro de indiferencia que aún que ya sabía de quién se trataba olvidó abrir la puerta.
Xie Lian se ubicó frente a ella y la abrió con un rechinido.

- Mu Qing ¿Estas bien? Pasa pasa...

Xie Lian se apresuró a hacerlo entrar y cerro la puerta tras él. Lo miro con reproche por unos momentos y luego hablo suavemente.

Odiarte Nunca Ha Sido FácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora