Capítulo 4

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Sus miradas estaban posadas en aquel santuario destruido. Las paredes estaban rotas como si un animal salvaje hubiera entrado corriendo, el techo estaba por el suelo, la madera estaba partida de forma filosa y algunas telas que habían en el interior se encontraban destrozadas.

Giyuu posicionó una mano en el hombro de la chica, que se encontraba en el suelo, tirada, observando sin brillo ninguno en sus ojos, temblando, sin dar crédito a lo que veía. Aquello era demasiado para ella, ese lugar fué el único que una vez pudo llamar hogar, las paredes le daban protección, las telas calor.

Pero la idea que más la aterrorizó fué Muzan, eso había sido obra de él, ella lo sabía. ¿Por qué la estaba buscando? ¿Qué quería de ella a estas alturas de la vida?

Tenía que esconderse, tenía que huir, escapar de ahí. Pero lo más doloroso era sin duda la idea de que debía separarse de Giyuu, quien en esos momentos sólo podía observarla.

—Tengo que alejarme de ti. —Sus manos empiezan a temblar, en un estúpido intento por detenerlas las toma entre sí, tratando de calmarse.

—¿De qué hablas? —Cuestiona el pilar siendo consciente del estado de estrés mental en el que se encontraba.

—No sé por qué me está buscando pero lo está haciendo. —Temerosa de volver a llorar sólo puede esconder sus ojos en su flequillo. —No puedo ponerte en riesgo por mi deseo egoísta de permanecer a tu lado.

—Yo te protegeré. —Dice sin vacilar ganándose una risilla de su conpañera.

—Ya te lo dije, no seas ingenuo. —Estaba desesperada, incapaz de poder separarse de aquel hombre. —Muzan acabará contigo, es demasiado fuerte.

—No me subestimes.

—¡No lo hago! —Se soltó del brazo protector del Tomioka, para encararlo, se puso en pié con lágrimas en los ojos, otra vez, otra vez él tenía que observar aquel desgarrador paisaje. —Se muy bien que eres un pilar, pero Muzan es un demonio, el más fuerte no pelearás contra un estúpido, lo harás contra él, contra mi propio padre. —Apuntó su pecho mientras que con su otra mano hacía un tonto intento por secar sus lágrimas. —Adoro estar a tu lado, es lo mejor que me podría haber pasado, pero prefiero mil veces seguir sola y llena de temores a tener que vivir el infierno de ver tu cabeza fuera de tu cuerpo. Me niego rotundamente a verte morir Tomioka Giyuu, me niego rotundamente a arrastrarte a la muerte.

Se lanzó al suelo, incapaz de continuar hablando, le raspaba la garganta, su cabeza dolía, todo comenzaba a dar vueltas, decir todo aquello había sido desgarrador, demasiado doloroso. El castaño camino en silencio hasta su lugar.

—¿No lo entiendes? —Ella continuó alejándose lentamente, huyendo de su debilidad. —Tienes que irte.

Tomioka ignoró por completo sus palabras y en silencio esperó a que ella chocara con un trozo de pared que aún se mantenía en pié. Se agachó para en un acto inesperado juntas sus frentes.

—¿Por qué? —Pregunta en un hilo de voz, no podía mover su propio cuerpo, tan sólo disfrutar de aquella calidez que él le brindaba.

—¿Egoísta dices? —Comienza él separándose un poco para mirarla —Has vivido toda tu vida aquí, escondida, sin relaciones, sin amor, condenada aún siendo inocente, claramente deseas ser egoísta, es normal, lo entiendo, quieres vivir a tu forma, comenzar a hacer todo aquello que no pudiste antes. Acabaré con Muzan de ser necesario, incumpliré las normas de ser necesario, iré contra el mundo de ser necesario, pero lo que sí no haré es dejarte sola...... No me pidas semejante locura, porque no lo haré. Al fin encontré algo que llene mi vacío y no pienso dejarlo ir.

ʀᴏsᴀ ᴄᴏɴ ᴇsᴘɪɴᴀs °|ᴛᴏᴍɪᴏᴋᴀ ɢɪʏᴜᴜ|°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora