❝Sus ojos eran realmente hermosos, su brillante mirada era de un intenso color carmesí, al igual que una rosa.
Y siendo tan parecida a aquella flor, ella se encontraba rodeada de espinas, tan crueles y dolorosas que hasta el más fuerte sangraría al...
El tiempo transcurrió después de aquel día. Los años siguieron pasando sin detenerse. Al principio para Giyuu fue difícil, pero con la ayuda de sus amigos y su pequeño tesoro pudo seguir adelante.
Aquella niña, el único recuerdo que le había dejado su mujer, lograba iluminar hasta los más oscuros días, su pequeña sonrisa era como una estrella que lo guiaba.
El había decidido escuchar a Namae, había decidido seguir adelante y vivir, vivir al máximo, aunque eso significara despertar en la mañana y no encontrar su rostro sonriente, o dormir sin hacerle el amor, incluso llegar a casa y que ella no lo recibiera.
Después de derrotar a los demonios dedicó todos sus minutos a Yukki, la vio crecer como había deseado tanto durante tanto tiempo, la niña creció en un mundo de paz, sin demonios ni temores.
A medida que adquiría años se parecía más a Namae. Solían jugar en el jardín, o ir al mar, con la tonta esperanza de que el espíritu de la de ojos rojos estuviera allí, descansando en las olas, sentía que los observaba. Se había entregado por completo a ella, olvidando incluso los días más sangrientos.
Tanjirou y Nezuco venían a visitar a menudo, eran los tíos de la pequeña, que ahora ya tenía 13 años.
—Ha crecido mucho —Comenta Nezuco para sentarse junto a Giyuu.
Él observaba desde lejos a Tanjirou jugar a los caballitos con la castaña. Ella reía sin parar, realmente adoraba al Kamado, se habían hecho muy cercanos.
Con la ayuda de los dos hermanos la vida se había hecho un poco más fácil. Nezuco hacia el papel de una madre, enseñandola, guiandola. Tanjirou por su lado actuaba como un hermano mayor sobre protector.
—La verdad es que sí —Respondió aún observando el panorama.
—Se parece mucho a ella —Comentó la chica sumergida en el vago recuerdo de aquella demonio.
—Cada día más —Suspiró con pesar y a la vez orgullo.
En ese momento la pequeña se bajó de Tanjirou para ir corriendo donde su padre. Sus largos cabellos danzaban en el aire.
—¡Papá! —Se lanzó sobre él —Tío me dijo que mamá era una heroína —Dice con la típica inocencia humana.
Dicho gesto sólo provocó una mirada cómplice entre los tres mayores, que se sonrieron a la par.
—Sí, se sacrificó para salvarnos a todos —Respondió Nezuco.
—Yo de grande quiero ser como ella —Se bajó para dar una vuelta en el lugar —Quiero ser tan hermosa y fuerte.
—¡Seguro que lo serás! —Le grita el chico desde el jardín.
Ella se giró para regresar con su compañero de locuras. Siguieron jugando como si ambos fueran niños.
—¿Sabes? —Comienza Giyuu —A veces la veo en sueños.
Nezuco escucha atenta a aquel hombre, que había sido tan leal al recuerdo de su mujer, ni una sola vez en tanto tiempo el había estado con otra. Y mira que habían intentado que él tuviera encuentros con otras chicas, pero fue imposible, con ninguna congeneaba.
—Ella lleva su Kimono, se encontra bajó la nieve, donde nos conocimos —Extiende su mano al cielo —Sus ojos rojos me observan, porta una sonrisa sincera, y luego, sonríe, diciéndome: «Lo estás haciendo, estas viviendo máximo» pero sin palabras —Bajó su mano para cerrarla en un puño mirarla, sentía que quería llorar de nuevo, mas no lo haría —Pero sin palabras —Repite nostálgico— Como sólo nosotros sabemos hablar.
—Giyuu ella sabía que ustedes se encontrarían nuevamente —Nezuco se puso en pié y fue en la dirección de su hermano —Tan solo espera.
—Y justo cuando voy a despertar, veo la continuación del sueño —Se había quedado solo —Ambos tomamos de la mano a nuestra hija y con pasos lentos caminamos hacia el mar, hacia la hermosa playa.
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Los siglos continuaron pasando sin piedad, el final de una era marcó el comienzo de otra. Las familias crecieron, se desarrollaron, las personas murieron y trajeron consigo nuevas vidas.
El mundo vivía en paz...........
¿ᴛᴜ ᴄʀᴇᴇs ᴇɴ ʟᴀs ʀᴇᴇɴᴄᴀʀɴᴀᴄɪᴏɴᴇs?
Un niño caminaba por las calles, acompañado de sus mejores amigos. El pequeño tenía cabellos oscuros, de unos increíbles ojos azules. Iban hablando de temas en común.
Se conocían casi desde recién nacidos, eran muy unidos.
Continuaron paseando, iban camino a la escuela. Justo por su lado pasó la cirueta de una chica, una muy hermosa, de unos increíbles ojos rojos. Esbozó una sonrisa para detenerse, y sin mirar hacia atrás susurró:
—Gracias por esperarme..... Giyuu —El niño, sólo aquel niño de ojos azules puedo escuchar aquel susurro, y sin tratarse de su nombre tuvo la necesidad de girarse, como esperando encontrar algo, pero no había nada, la mujer no estaba, en cambio en el suelo había un listón rojo, de un color muy llamativo.
Él dejó que sus amigos se adelantaran y dió unos pasos hasta llegar al listón, lo tomó entre sus finas manos y lo observó durante unos minutos curioso. La tristeza y alegría se mezclaron misteriosamente en su interior, y sin explicación ninguna recordó una sonrisa, una tan hermosa como una luz, su pecho se exaltó y latino con fuerza. No podía ver el rostro de sus sueños.
