Yamakai- Oneshot

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Kaisuke estaba a punto de agarrar su motocicleta e irse lejos, donde no había olor a porro y la gente no le robaba lo que él había robado. Por eso eran las tres de la madrugada, y sabía que usualmente eso no importaba, los pibes dormían en la mañana o tarde, nunca en la madrugada. Pero esta vez, luego de la tremenda persecución que le hicieron a dos crecientes bandas rivales, todos estaban cayéndose en la cama medio muertos.

Incluso Yamagata, que a su lado el calor le faltaba y lo notó apenas removerse en el frescor de la noche.

Y no arrancaba la moto, porque el verdad ni ella quería irse.

—¿No vienes a dormir? —preguntó el mayor, saliendo en calzones a la calle medio abandonada.

Ahí venía la mentira o despedida, pero en el caso de enfrentar a Yamagata, seguro escupía la verdad.

—Me voy —admitió sin rodeos.

—¿Volvés a casa?

Kaisuke rió por reflejo, burlándose de su propia realidad.

—¿Qué casa? Me echaron de mi casa.

—¿Y por qué te vas de acá, entonces?

"No los aguanto más", quería decirle, "Kaneda roba todo, Tetsuo es insoportable y se enoja por pelotudeces, vos no sabés lo que es el espacio personal y para peor me tenés las bolas llenas gustándome así".

—Quiero empezar algo nuevo, en otro lado. Me cansé de esta ciudad.

Esta vez Yamagata rió. Y lo peor es que, así de hecho mierda, seguía hecho /el/ pibe: Pecho al aire, calzones grises, brazos sobre el pecho y las piernas llenas de quemaduras del caño de escape. Era un asqueroso y por eso Kaisuke se sorprendía de sus propios sentimientos.

—Decime la posta, no me boludiés.

—No te boludeo. Todos acá me cansaron. Las peleas me romen las bolas, el escapar de la yuta todo el tiempo, vivir en este cuchitril de casa y dormir con vos que estás todo sucio y rancio —Dijo, cuando poco a poco se empezaba a sacar.

—Ala, el príncipe no se banca una.

—Y por eso me voy, pelotudo.

—¿Aceptas pasajeros?

La pregunta retumbó en la cabeza del menor por un sólido segundo.

—¿Por qué vos querrías venir conmigo, si amás esta porquería y te acabo de re putear?

—Porque sé que me mentís, bobeta —contestó en una sonrisa astuta, caminando sobre la vereda solo iluminada por un cartel del motel cercano, en neón verde y muerto—. Vos no sos como yo, vos sos pillo. Cuando te metiste al grupo sabías que esto no era changa, y te gusta.

Le había agarrado el cuello de la remera, obligándolo a mirarle y no obviar su existencia cuando quisiera. Yamagata se hacía notar.

—No me podés mentir a mí.

—Puedo, si sos un boludo vos.

—Pero cuando se trata de vos soy re pillo, te agarro a la primera.

—Entonces te diste cuenta que te quiero comer la boca, ¿no, pelotudo de mierda? Ta, ta, soltame —tiró la bomba, y volvió a tratar de escapar. Se iba a ir, y Yamagata le soltó con facilidad.

Hubo un silencio; no había señales de vida cerebral  en Yamagata.

—Ya sabés porqué me voy, así que chau.

Se subió a la moto, queriendo olvidar que a su costado el pibe no había dicho ni 'ay'.

Le agarraron el hombro.

—Me sorprendiste, no pensé que tuvieras las pelotas de decirme primero. Pensé que debería sacártelo a patadas.

¿Cómo la voz de ese drogadicto demandante se había calmado tanto, como cuando susurraba antes de irse a dormir?

Kaisuke era el trolo más grande, pero exclusivamente por Yamagata.

Susupiró y calmó la modalidad de sus acciones; miró al muchacho a su lado, quien ahora dejó de tomarle el hombro y volvió las manos a su rostro.

¿Qué pingo hacía el tarado ese, invadiendo nuevamente su privacidad poco privada?

—Vos también me gustás, bobeta. ¿No te digo yo que te tengo re cachado?

Y le besó, como si fuera lo más normal del mundo. Un pico, o dos, unos cuantos que Kaisuke no hizo más que seguir porque sino se le caía el cuerpo de la moto y quedaba tieso de rojo.

—Bueno ahora olvidate de las pelotudeces esas de irte y vayamos a dormir —Dijo, tomándole de las mejillas y quebrantando su orgullo con la mirada—. Mañana hablamos con los pibes, para que la convivencia sea mejor y no se me vaya tu orto tan lindo.

—Flaco, acabas de arruinar todo con lo último. Ves que sos el peor, ¿no?

Así, pillo, Yamagata le sonrió seguro, burlón, lindo, mientras le agarraba la mano, en calzones, en mitad de la cuadra a las cinco de la mañana.

—Pero te encanto, ¿o no, bobeta?

Akira; oneshots. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora