Yamakai -"Números"

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—Basta, Yamagata —pedía Kaisuke por cuarta vez en los últimos veinte minutos.

La mirada la tenía borrosa, tratando de no centrar la atención en nada y siendo esto imposible, al mismo tiempo, ya que la distancia con el muchacho de mayor altura era casi nula.

—Déjame contar, mierda.

El problema matemático del día era la cantidad de pecas en el rostro de Kai, por lo que Yama había tratado de enumerarlas hasta el cansancio.

—Como si supieras lo que viene después del mil —resopló Kai, esperando hacerle enojar y alejar de una vez.

El ambiente le asfixiaba, porque el aire parecía hacerse más denso, o tibio, y un poco tentador para el inconsciente de Kaisuke.

Los dedos que tocaban su rostro en una esperanza de mantener el ritmo del conteo le tomaron bruscamente por las orejas.

—Idiota, ojalá sepas que me saqué un punto más que tú en el escrito pasado.

—Pero sacaste uno.

—Eso es más que tu cero con cinco —burló en una cruel sonrisa, el estúpido.

Kaisuke suspiró, un poco decepcionado.

—Bah, de todas formas voy a seguir vendiendo droga. Estudiar es estúpido —Dijo, mirando hacia otro lado y rompiendo, por fin y de la forma que nunca quiso, la cómoda aura que había entre ellos—. Ya, suéltame la cara, jirafa.

Y aunque lo último sonó en tono de joda, Yamagata le quedó mirando un poco mientras el menor se alejaba hacia los juegos donde Kaneda gritaba embroncado.

"...Cuarenta y tres, cuarenta y cuatro...  cuarenta y... La re mil puta", pensó Yamagata de camino a su moto.

En plena tarde, a eso de las cinco y tanto, iban a entregar unos pedidos por la ciudad, y después pensaban comprar algo de vino y tomar hasta cansarse en mitad del barrio, que a estas alturas, era suyo.

Un barrio era suyo, de su grupo, y eso que entre todos juntaba siete neuronas. Pero Kai podía obtener el mundo y la luna, de ida y vuelta, si es que él entendía lo que daban en el secundario, y hasta hacía poco sus promedios eran el hazme reír de la clase, por ser tan altos comparados a la media. Para peor, comenzó a decaer cuando empezó a cuidar de más al resto de inconscientes de sus amigos, todos drogados o tomados.

—Kai, te vienes conmigo —dijo, al ver cómo el muchacho iba camino hacia su moto.

No le dio tiempo a quejarse, siendo que prendió la marcha y Kai no tuvo de otra que subirse.

—¡El casco, imbécil! —quejó, notando la falta del mismo.

Yamagata rió, sacándose el suyo y entregándoselo al de atrás. Le hizo gracia ver al supuesto traketero, malvado, motoquero en máquina robada y pastillas diluídas en botellas de plástico cortadas preocuparse por la falta de un casco.

—¿Ves? —gritó al contrario del viento—. Por eso tú eres diferente a nosotros.

—¿A dónde vamos? —preguntó Kai, acomodando el pedido en su cabeza. Le quedaba grande.

No contestó, si total, Kai vería el edificio en cualquier momento.

—Me estas jodiendo, ¿no? —cuestionó incrédulo, dejando el casco entre sus brazos.

Yamagata bajó primero de la moto, sacando la llave y esperando que Kai no le dé la loca y se la robe.

—Y, no. Vos y yo tenemos que volver acá en algún momento.

Akira; oneshots. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora