Kaneda tenía /eso/. Tetsuo no sabía muy bien, o del todo qué era el carajo que le hacía tan especial como para liderar la banda de monos que eran sus amigos, tener a todas las chicas que quisiera y siempre salirse con la suya.
"Tal vez lo demuestra pero no siempre se sale con la suya", pensó una vez. Pero no, Kaneda no era trascendental, era plano y así como se demostraba, era. Tal vez por eso destacaba, volvía a contradecirse el muchacho. Cuando quiso darse cuenta ya no sabía si admiraba a su amigo o le tenía mucha bronca y envidia. Los dos estados eran posibles, así que los dejó convivir.
Pero lo había visto besarse con algunas chicas, y no le parecía la gran cosa como para luego escuchar a las mismas de haber estado con Kaneda. Eso era lo único que de momento no le cerraba. Venga, que una vez el tiró lenguetazo de vaca a una chica, que hasta a él mismo le dio asco el gesto.
A veces, cuando las motos dejaban de resonar en la ruta, la gente protestaba a gritos callados y los llantos de borrachos no inundaban el bar, a eso de las ocho de la mañana luego de una noche de lágrimas al por salir y puños enojados, Tetsu no hacía más que preguntarse porqué se comparaba tanto con su supuesto mejor amigo, preguntándose si aquella acción involuntaria era normal entre amistades. Pero realmente, ¿cómo podía considerar algo normal en su mundo, donde la ciudad brillaba en colores y publicidades falsas, las drogas eran ilegales pero se vendían más que el agua y los centros de estudio no eran más que el centro de la mala junta? Qué de su vida privada era normal, cuando se crió en un orfanato junto a alguien que actualmente le sacaba veinte cabezas en la línea de logros. Siempre él quedaba detrás del niño de remera roja, cuando Tetsuo usaba azul marino o verde militar; obvio al gente miraría el rojo semáforo más que a él.
Otras veces, en su cabeza paranóica y algo pillada por la marihuana, pensaba que todo era una conspiración por parte de Kaneda para hacer sumiso a quien quisiera, dejarlos bajo su mando y ser el más capo de Neo-Tokyo. Tal vez era intencional el hacerlo sentir menos, tal vez Tetsuo podía con él mundo entero y sólo los mensajes subliminales le impedían hacerlo.
Una madrugada luego de acabar a las piñas y fierrazos con un grupo entrometido, mientras se limpiaba la nariz y escupía algo de sangre, lo dijo:
—Me voy a cargar a todo el mundo.
Kaneda, a su lado, rió mínimamente.
"¿Se burla de mí, el reverendo imbécil?", se cuestionó Tetsu, analizando el rostro del enemigo.
—Estoy seguro que sí, das los mejores fierrazos de la banda —halagó, volviendo a su moto y dejando confundido al muchacho—. Pero cuando me ganes en algo más, recién ahí seguro cargarte al mundo te sale bien.
Kaneda le sonrió competitivo y arrancó la moto, marchandose y dejándole un sabor agridulce en la sangrienta boca de Tetsuo. Porque de un lado estaba el halago y aceptación, pero por el otro siempre competía sin dejarle espacio a siquiera entrar a una revancha, Kaneda se posicionaba ganador por defecto del juego.
Por ahora, entonces, el anteriormente mencionado sabía que en /algo/ le podía ganar a Kaneda, pero debía enfrentarlo directamente, no esperar que otro idiota haga el trabajo sucio por él.
Entonces lo planeó por mucho tiempo, hasta que un día se cansó de esperar a la oportunidad deseada y se lo propuso a la cara: Bajó de la litera, se agachó a un lado de la cama de Kaneda y le pegó una cachetada suave (o tal vez no tanto, no se resistió) a su amigo.
—Vayamos a dar una vuelta, tengo algo que plantearte.
El otro murmuró algo indescriptible, que tampoco le importó a Tetsuo, por lo que se fue de la habitación antes de escuchar más quejas.
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Akira; oneshots.
Hayran KurguOneshots y drabbles de los personajes de "Akira", por lo que estos personajes pertenecen a Katsuhiro Otomo. > Sin editar, puede tener errores de tipeo.