Kanetetsu -oneshot

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—Buenas tardes, Go prime, empresa de condones, ¿en qué puedo ayudarle? —la voz femenina hizo introducción al anónimo.

—Quiero presentar una queja, o demanda, contra el que esté a cargo. Aunque claro, el juicio por un producto suyo en mal estado y completamente roto podría evadirse con una pequeña charla con el jefe.

—Lo derivaré a su línea lo antes posible; un momento, por favor.

De repente el sonido del teléfono se tornó en música de bar, esos oscuros donde destacaba el neón y los vestidos rojos pasión, en donde las pastillas tenían cabeza de sangre y la misma mencionada corría por los caños del baño, después de que alguien haya sido golpeado brutalmente en una pelea.

—Shotaro Kaneda, a su servicio. ¿Cuál es el problema con nuestros condones?

La voz retumbó en la cabeza de Shima, de un lado a otro, ahogándolo en la idea que se hacía de su antiguo amigo, en lo robusto de su voz adulta en mediana edad, en la imagen de su rostro añejado, con restos de barba, camisa blanca (esta vez cin cerveza derramada por todos lados) y corbata roja. Sonaba tan dentro de sí, seguro, como si supiera cómo refutar la queja del cliente.

—¿Sigue ahí? —preguntó Kaneda y luego suspiró.

Tetsuó apretó el altavoz contra su oreja, sintiendo el ruido de fondo, y la vibracion del mismo cuando Shotaro hablaba al otro lado.

—Tetsuo —sentenció Shotaro al otro lado del mundo, haciendo que el llamado por fin pudiera soltar el respiro aguantado, y su sangre volviera a circular en paz.

Cortó la llamada.

Cada año, en algún momento inesperado, Kaneda recibía una llamada desconocida sin palabra dicha, sólo unos momentos de silencio donde él se cuestionaba quién sería. Hasta que un día comenzó a creer que era su antiguo amigo, primero le llamaba desde la cárcel, donde cumplía la sentencia de veinte años, pero luego perdió el rastro de dónde Tetsuo le llamaba, ya que habían pasado más de treinta años e igualmente Shima siempre encontraba la forma de contactar con Shotaro, aunque el mismo no había cambiado de número, solo para no perder la oportunidad de alguna llamada. Esta vez, Kaneda se prometió hacer hablar a su angiuo archienemigo, el que destrozó todo lo que habían logrado con las cápsulas, vendiéndolos a todos a la policía en un gran robo de autos, solo para salir él ileso, y hacer caer a los demás.

Sin embargo, el castigo que e había puesto Tetsuo encima era no poder ni buscar perdón en quienes alguna vez pensó como familia.

'Kaneda', quería llorarle, como hacía antes. 'Salvame', se prohibía susurrar en medio de esos segundos de conexión.

Iba a morir sin decir una palabra, pero al menos moriría sabiendo cómo sonaba su nombre desde la boca de Shotaro.

Akira; oneshots. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora