Emilio.
Un chorro de agua fría fue lo que me hizo despertar por completo, había sido una noche larga y cansada más que nada, acaricié mi torso húmedo antes de recorrerlo con el jabón y la esponja, el pelo siempre va después.
Me quedé pensando por un largo rato, tal vez fuí demasiado con Joaco, creo que no se merece que lo haya dejado así, quizá intente pedirle una disculpa, si es que no se lanza a mi cuello para matarme en cuanto me vea.
Había llegado a la universidad un poco más temprano de lo que acostumbro, debía ver a Bondoni antes de que entrara a clases y él siempre llega temprano.
Si me lo preguntan, no me sorprende para nada que sea así, nuestras familias siempre han demostrado la perfección en cuanto a excelencia académica, yo no voy tan mal, ni siquiera soy un "chico malo" solo me gusta follarme a la gente.
Cuando cumplí mis 14 y comencé a verme más atractivo, las ofertas para sexo casual me llovían, las rechazaba porque en ese entonces seguía embelesado por mi prometido, él siempre fue hermoso, pero pff, la pubertad le ayudó muchísimo más, era perfecto por dónde le vieran, o al menos por dónde yo lo veo siempre es perfecto. ;)
Y hablando del rey de Roma y de mi corazón, ejem.
-Joaco, ¿Podemos hablar?-
Pregunté una vez lo tuve -relativamente- enfrente, cerré mis ojos esperando la bofetada. Nada. Ni bofetada ni respuesta de Bondoni. Abrí mis ojos, él estaba concentrado dejando libros en su casillero. -¿Joaco? - volví a hablar, está vez preocupado de la expresión en su rostro, el nunca llevaba esa cara y menos en la universidad.
Joaquín ni me miró, no me insultó como es costumbre suya, no me dirigió la palabra y estoy seguro que ni siquiera un pensamiento, eso me inquietó, acomodé mi mochila sobre mi hombro y caminé para dar vuelta, justo dónde se encontraba mi casillero.
En medio del pasillo, pude ver a Joaquín sentado en el piso, con los libros pegados a su pecho, y él estaba ¿Llorando?
Me quedé congelado, a esta hora no había casi nadie y los que estaban se encontraban en la biblioteca o en el estacionamiento, esperando a los demás.
Había visto un par de veces a Joaco llorar, abrí mis ojos en grande luego de escucharme a mi mismo, Joaco.
¿Hace cuánto no lo llamo así?Iba a ir hasta donde estaba Joaquín pero una notificación me sacó de mis pensamientos, era Diego me estaba esperando afuera, entonces miré la pantalla de mi celular y el lugar donde estaba Bondoni, me debatí por unos segundos, guardé mi celular y giré para irme hasta la salida.
Joaquín.
Mi día transcurría normal, y luego ese sobrenombre ¿Por qué tenía que mencionarlo justo después de que la noche anterior me puse a pensar en eso?
Mierda.
Solo seguí caminando hasta donde no había nadie y entonces me dejé caer, con la espalda pegada a la pared gris que decoraba la universidad, llegando hasta los pisos recién lavados, con ese estampado aburrido que me había cansado de mirar hace tanto tiempo. No quería llorar, era algo absurdo, mis amigos me llaman Joaco, mamá lo hace también, pero... Escucharlo de sus labios me hizo viajar a esa noche.
"No tengas miedo, Joaco"
Sorbí mi nariz y aparte las lágrimas de mis mejillas, me levanté y fuí hasta el baño para lavarme la cara, al salir tenían de vuelta al increíble Joaquín Bondoni.
Me encontré con Emilio por los pasillos, intentó hablarme pero esta vez con su tono idiota y prepotente de siempre.
-No estoy de humor hoy, Marcos-
-Parece que nunca lo estás cuando se trata de mi, primor-
Soltó, desde dónde estaba podía oler su perfume, una extraña mezcla de menta, olor a ducha y un extraño componente extra que no había podido descifrar.-Es que yo no pierdo el tiempo con bastardos como tú-
-Creeme que con un bastardo como yo lo último que harías sería perder tiempo, ¿uno rápido en el baño antes de la próxima clase?-
-En primera, si aceptara tendrías que venirte en 5 segundos, aunque dudo mucho que dures más...- su sonrisa comenzó a decaer- y en segunda, ni que estuviera loco como para meterme contigo- y luego volvió su arrogante gesto, ugh.
-¿Y en tercera?- dijo, yo fruncí el ceño
-¿Qué?-
-comenzaste un listado, estoy esperando el tercer punto-
-Oh cierto, en tercera, púdrete- le dediqué mi ya conocida por él, sonrisa sarcástica y cerré mi casillero con fuerza, caminé unos dos pasos antes de escucharlo hablar.
-Lo siento-
Qué.
-¿Qué?-
-Lo que oíste, lo siento, por dejarte así ese día-
-Marcos yo...-
Y sonó la campana que anunciaba otra clase, cerré mis ojos frustrado y cuando los abrí ví que Emilio ya iba en camino a su salón. Sonreí para él, esta vez, de manera sincera.
-Te perdono, Emi-
Murmuré antes de meterme al salón, otra aburrida clase por tomar.
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𝒄𝒂𝒔𝒂𝒅𝒐 𝒄𝒐𝒏 𝒖𝒏 𝒊𝒅𝒊𝒐𝒕𝒂|| emiliaco
Novela Juvenil¿y tú? ¿te enamorarías de un idiota? Emilio Marcos, probablemente el más estúpido chico del campus. Joaquín Bondoni, su ¡¿esposo?!