Caramel macchiato

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Después de su encuentro del lunes, no volvió a ver a Suzuka.

Perdió la emoción de realizar carreras para alcanzar el transporte público, y el viaje a la escuela regresó a ser parte de la monotonía.

Lo único que la mantuvo lo suficiente entretenida para olvidar aquella desdicha fue su dedicación por terminar su tejido. Usó los recesos entre clases y los descansos en los ensayos del club para tejer o desatar los hilos rojos.

El viernes llegó al igual que el termino de su labor.

Perfecto —admiró la prenda antes de guardarla cuidadosamente en su mochila.

La casi última semana antes de la presentación de Romeo y Julieta tenía a casi todas las miembros en estado de tensión. El día anterior todo el club se había quedado ayudando a terminar de modificar los vestuarios, y por eso se dieron libre el viernes; para regresar con todas las energías el lunes. O al menos esa fue la intención, sin embargo la mayoría de las chicas planearon encargarse de los detalles faltantes de la escenografía ese día.

En cualquier otra ocasión, Yui habría formado parte de ese grupo, pero no ese viernes. Ella tenía otros planes.

Sentada en su escritorio se  había encargado de dar los toques finales a su tejido durante el último par de horas. Pero ya casi siendo tiempo de irse, acomodó todas las cosas en su mochila y se levantó.

—¡Yui-chan!, ¡Yui-chan! —su amiga apareció gritando en la puerta del salón, tenía el cabello desordenado, el uniforme arrugado y la respiración agitada—. Creí que no llegaría a alcanzarte.

—¿La reunión del Consejo terminó temprano?

—Algo así.

—¿Algo así? —levantó una ceja.

—Bueno, bueno —Moa hizo el ademán de alisar su falda—. Puede que saliera un poco antes.

—¿Para despedirte de mi? —rió nerviosa.

—¿Irás a tu casa? —su amiga no respondió la pregunta—. Es decir, mmm... es viernes, es nuestro de día de salida.

—Lo cancelamos la semana pasada —no quiso recordarle que por culpa suya no quedaron en su salida habitual—. Además, no creo que Hana y Yunano puedan.

—Pensé que... —Moa jugó con las puntas de su cabello—. Tal vez podríamos ir solo nosotras.

—Bueno yo... —acarició su brazo, ¿cómo decirle que...

—Tienes otros planes —entendió Moa.

Yui asintió evitando mirarla a los ojos.

—¿Una cita?

—¡Qué! —levantó la voz—. No, no es nada de eso, no —en lo que menos pensó cuando invitó a Suzuka fue en una cita—. Solo veré a una amiga.

—Oh —fue lo único que dijo Moa.

Reconoció que puso la misma mirada que tenía cuando se encontraron en el primer día del preescolar, y se sintió culpable por alguna razón.

—Puedes venir conmigo —propuso sin querer abandonar a su amiga—, si quieres.

—¿Segura? —Moa mordió sus labios—. Porque no quiero estar de tercera rueda en tu "no cita".

—No digas tonterías —se abochornó.

—Si tú lo dices.

Salieron de la escuela en dirección a la parada de autobús. Las ramas vacías de los árboles del camino comenzaban a mostrar el renacimiento de la primavera, pero las emociones de Yui aún permanecían en el frío del invierno.

Escucho hablar de nosotrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora