Incomprensible

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Conforme pasaron las horas, más irreal se volvió la escena de su amiga hablándole a mitad de la noche.

¿Acaso habría sido uno de esos sueños que no parecen sueños? ¿O tal vez Moa era sonambula y practicaba sus líneas dormida? Sí, eso debía ser.

Intentando encontrar una explicación para el comportamiento de su amiga, Yui no pudo pegar el ojo hasta la llegada del alba.

Apenas pudo descansar un par de horas cuando...

—Despierta, Yui-chan, despierta, despierta —Moa saltó riendo a su cama—. ¡Despierta!

—No —se acurrucó entre las mantas negándose a dejar la calidez que le proporcionaban.

—Creo que tendré que sacarte de otra forma —dijo Moa en un tono juguetón.

Decenas de ideas por segundo pasaron por su mente con esa frase, ninguna le agradó.

—¡No! —tiró el cubrecama y se levantó de un salto—. Ya estoy despierta —giró para encontrarse a su amiga que la veía con una sonrisa de lado.

Un sueño, solo fue un estúpido sueño.

—¿Todo bien? —Moa se acercó con una mirada de preocupación.

—Perfecto, bien, muy bien, todo bien,¿por qué no lo estaría?

—No lo sé —su amiga pareció confundida—. Te quedaste con la mirada fija en la ventana

—Oh, eso... bueno yo... —mordió su lengua—. ¿Qué hora es? —cambió de tema.

—Las nueve y diez.

—¿Mi mamá me dejó dormir hasta tan tarde? —salió al pasillo.

—Sí —Moa la acompañó hasta la puerta del baño—. Te veías tan linda durmiendo que cuando vino a despertarnos, la convencí de que te dejara descansar un poco más.

—Gracias —susurró sin voltear, o ella vería sus mejillas sonrojadas.

—Preparamos un desayuno delicioso —dijo antes que cerrara la puerta—. ¡Te esperaré abajo! —oyó los pies de sus amiga alejarse.

Miró su reflejo con una mueca de desagrado, la Yui del espejo le devolvió la misma expresión.

¿Linda? —se preguntó apreciando las enormes bolsas bajo sus ojos y los labios agrietados que le hacían lucir terrible.

Yui se tomó el tiempo del mundo para lavarse la cara, cepillarse los dientes, elegir una ropa, vestirse y peinar su cabello en una trenza.

Bajó las escaleras contando cada paso hasta llegar al comedor. Los demás no la habían esperado para empezar a comer, no los culpó porque tardó una eternidad. Saludó a sus padres, correspondió a la sonrisa de Moa y se sentó junto a Koji.

—Tienes cara de zombie —le dijo su hermano. La mirada que Yui le dio como respuesta podía asustar hasta al mismísimo diablo—. O mejor dicho, cara de... ¿una linda flor en primavera? —se retractó Koji.

—No molestes a tu hermana —reprendió su madre.

—Pero le dije que era una linda flor —se defendió el menor.

—Koji —la señora Mizuno ganó con una sola palabra.

—Bien, lo siento —él se metió un trozo de carne de cerdo a la boca y mascó con molestia.

—¿Qué tal estuvo la pijamada? —la mujer regresó a su mirada cálida.

—Muy divertida —respondió Moa

Escucho hablar de nosotrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora