Flores para la estrella

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Por quinta vez, sus pequeños ojos pasearon con detenimiento por las butacas. 

Tal vez se le hizo tarde —pensó dando otra dolorosa mordida a su labio inferior.

Faltando un poco más de quince minutos para que se abriera el telón, las personas seguían entrando; sin embargo, ninguno de los asistentes era todavía ella. 

¿Tendría algún problema que le causó retraso? 

¿Recibió la dirección correcta? 

¿Y si confundió la hora o la fecha?

Decenas de posibles escenarios se formaron en su cabeza, al menos estos sirvieron para distraerla de los nervios antes de la presentación.

—Así que aquí estás —alguien tocó su hombro.

—¡Eh! —se sobresaltó. 

—Tranquila, soy yo —Hana acarició su espalda como si acariciara a un cachorro—. Aposté a que te esconderias, pero creo que estar junto al escenario no es un buen escondite; supongo entonces que no lo estabas haciendo, así que me disculpo —dejó de tocarla y golpeó sus nudillos en el tablero que tenía en brazos, mientras fingía leer su lista. Hana fue lo bastante rápida para entender que su comentario sonó como una afirmación de desconfianza hacia Yui, así que intentó desviar el tema de inmediato—. No arrugues el vestido —la reprendió sin levantar su vista. 

Sin notarlo, Yui había formado un puño que apretaba con fuerza la tela de su vestido. 

—Lo siento —relajó su mano e intentó alisar las arrugas que se formaron; pero sus pensamientos se desviaron de la tarea. 

Pensó en la posibilidad que esos segundos de conversación con Hana, fueron más que suficientes para que Suzuka llegara. De nuevo, estiró su cuello para sacar su cabeza fuera del telón y ver el auditorio. 

—¿Qué haces?

Yui regresó de un salto para atrás.

—¡Nada, nada! 

Por la expresión de Hana, fue obvio que ese "nada" le significó "algo"; y creyendo adivinar dijo:

—Tus papás están sentados en la tercera fila, si es a quienes buscas.

—No, no, ¡sí! Es decir, gra-gracias —a Yui se le trabó la lengua. Hana levantó una ceja—. Mejor iré a ver a Moa. 

—¡Espera...!

Huyó antes de recibir alguna pregunta, confiando en que su ángel ya hubiera llegado y estaría esperando junto con los demás a que la función inicie. 

¿O acaso se lo perdería? 

No, claro que no, ella se lo había prometido. 

Caminó de vuelta a los camerinos de los que había escapado minutos antes, algunas chicas corrían terminando de arreglarse y chocando entre sí, otras repasaban sus líneas entre dientes y no pocas parecían a punto de vomitar.

Yui se abrió paso hasta el otro lado de la habitación, lugar donde dejó a su amiga la última vez. En una esquina Moa estaba sentada escribiendo algo en su teléfono, ignorando lo que sucedía a su alrededor. 

—¿Lista? —sonrió al llegar a su lado. Moa asintió sin dejar de mover los dedos o levantar la vista de la pantalla—. Yo estoy un poco nerviosa —continuó intentando iniciar una conversación para distraer sus pensamientos—. Supongo que tú también debes estarlo; claro, no tanto como muchas de nosotras —dirigió su mirada a "Mercucio" y "Fray Lorenzo" que se veían casi tan pálidas como fantasmas.

Escucho hablar de nosotrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora