La vez que no sentí la humillación de un acto indebido.

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Cada institución cuenta con historia antigua; los pasillos secretos y paraísos en ruinas son los que más tienen cosas que guardar.
Una de las veces que llevaba las "reparaciones de guerra" fue atroz. No estaba en mí, sólo podía reaccionar a las instrucciones de forma fallida.
A pesar de toda impotencia de mi situación, había una inexplicable y difusa fragancia a erotismo y placer en servir...
Hasta que al momento de finalizar y descender a la tranquilidad del medio día, un par de cortesanas admiraron la escena. Haciendo del señorío un ser de júbilo y de mí un simple pedazo de basura sin alma.
Recuerdo llorar junto al sentimiento de huir aunque no saber si se llevóa cabo. Recuerdo escuchar cómo el señorío se extraviaba al comentar cómo ese par de doncellas deseaba una reunión discreta con él.
Todo resultó en la exigencia de un mayor desempeño disfrazado de consuelos a medias. Sintiéndome sin vida, carente de algún valor dentro de mí, creyendo que sólo mi deber era servir sin más.

La Sociedad A La Que No Volvimos (3° Momento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora