Buscando A Un Virgen (EDITANDO)

Capítulo 4

—Una mujer hecha y derecha, y virgen.—

Otro día más como un robot.

La mayoría de las personas quieren tener aventuras, que cada día sea una locura y bla bla bla.

Aquí entro yo.

No quiero nada de eso, quiero terminar de estudiar, conseguir buenas notas para obtener un buen trabajo y que nada me falte, a diferencia de Valeria no nací en cuna de oro, solo en un buen hogar donde tenía lo necesario y no me averguenzo de haber vívido así.

A veces creo que soy un robot porque me gusta tener demasiado orden pero es una buena manera de vivir la vida, todo en orden sin errores.

—Buenos días diablilla. —Saludo a Valeria cuando nos encontramos en el estacionamiento. —¿Dormiste algo?

—Buenos días Ava, si, como una hora.
—Responde revisando su mochila.

—Hiciste bien en venir, no debes faltar tanto. ¿qué haces? —Le pregunto al ver que esta contando sus cuadernos.

—Estoy viendo si no se me quedo ningún libro.

Asiento.

Todos los días le paso por al lado a muchos estudiantes, puede ser que a un cuarto conozca y a los otros no. La mayoría de esas hago como si no las viera para no saludarlas y las que no conozco simplemente las ignoro como sino existieran.

Cuando no conoces a alguien es más fácil de evitar, ni te e fuerzas pero cuando sabes su nombre y su rostro te es conocido aunque no recuerdas de dónde, no puedes simplemente evitar lo, eso me paso esta mañana con Angel.

Él caminaba con confianza, como si tuviera el mundo a sus pies, desde aquí podía verlo mejor que anoche, tiene el cabello castaño, una mirada que te atrapa y un color de ojos castaños claros.

Sus ragos me parecen conocidos, como si lo hubiera visto antes, pero como no, a diario me topo con muchas personas, quizás un día lo vi y por no saber quien es no me fije, eso es.

Deje darle importancia, solo es otro chico más.

—Faltan cinco minutos para entrar, ¿vamos por botellas de agua?
—Pregunta la rubia.

—Si.

Ya estabamos en la cafetería.

—Buenos días, dos botellas de agua por favor. —Pide la rubia.

—En seguida.

La señora trae las botellas de agua y Valeria le paga.

—¿Resaca? —Le preguntó Angel.

Apenas me había dado cuenta que él estaba al lado de Valeria.

Le había preguntado sin mirarla, discretamente, como si sus conversaciones siempre fueran confidenciales, o eso me pareció a mí.

—Un poco. —Le susurró la rubia, y con eso me confirmó un tanto mis sospechas.

Los miré extraña.