Capítulo 22

502 30 0
                                    

Te traemos un recado


Mi teléfono vibró avisando que me había llegado un mensaje.

Eran las diez de la noche y ya estaba tumbada en la cama con el pijama que me había regalado Valeria.

Tomé el teléfono de la mesita de noche y lo desbloqueé.

Dylan
Sé que es tarde, y lo ciento, la entrevista y sección de fotos fueron largas.

Quisiera saber si todavía podemos salir.

Lo pensé, pero tener que arreglar me para salir me dio pereza.

¿Puedes venir a mi depa?

Le contesté y en seguida me respondió.

No hay problema.

Le envíe la dirección pero tardo mucho en llegar y el sueño me ganó.

Un canción fuerte me saca del sueño, haciendo me despertar como loca buscando el sonido y resulta que era mi teléfono sonando.

—Mande. —Respondí somnolienta, veía borroso y no pude distingir el nombre de quien me llamaba.

—¿Estabas durmiendo? —Un Dylan apenado me pregunta.

—Eh si, tardabas mucho.

—Entonces ¿me voy o me abres?
—Pregunta dudoso.

—¡Ah!, tenías que empezar por ahí niño lindo, ya voy.

Me levanto y camino al baño para lavar me la cara.

—¿Niño lindo? ¿en serio? —Se burla el diablito de mi hombro izquierdo.

—Shhhh. —Lo calla el angelito.

Abro la puerta.

—Hola. —Me sonríe.

—Hola, pasa.

Se adentra con una caja de pizza.

—Lamento la tardanza, quería traer pizza y habían muchas personas.
—Se disculpa y coloca la caja en la mesa de los muebles.

—No pasa nada. —Cierro la puerta y me volteo hacia donde él. —Lo importante es que ya estás aquí.

—E interrumpí tu sueño.
—Pronuncia.

—Te dije que no pasa nada. —Le recuerdo y me aventuro a la pizza.
—¿De qué es?

—Tocino, cebolla y Maiz.

—Se oye delicioso. —La tomo y camino a la cocina. —Ven.

Dylan me sigue tímido, como tal niñito en una casa nueva.

Busco dos platos, algunas servilletas y empezamos a comer hasta que no quedó nada.

—Comes mucho para ser delgada.
—Comenta llevando se a la boca un vaso con jugo de naranja y disimula un mueca después del trago.

—Lo ciento, me gusta un poco agrio y como lo preparo para mí sola no tengo problema —Me excuso.
—¿Quieres agua?

Asiente.

—Y en verdad no como tanto, solo tenía hambre.

—Me gusta tu pijama, deben gustarte mucho los aguacates. —Supone con una sonrisa ladina.

—Si supieras que no, solo para el cabello y a duras soporto el hedor.

—¿Y la pijama entonces?

Buscando A Un Virgen  (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora