Buscando A Un Virgen (EDITANDO)

Capítulo 5

—¿Fue casualidad o de verdad lo busqué?—

A veces me hago la idea que en un universo paralelo no soy virgen, que soy una zorra y que vivo la vida alegre.

Pienso muchas cosas, el silencio de mi apartamento a veces es un poco insoportable.

Cuando termino de cenar, lavo los platos.

Estoy tan aburrida, de repente me llegó la idea de subir a la azotea y así lo hice.

No había luna, el cielo estaba muy oscuro y nublado, probablemente por eso no veía ni la luna ni a las estrellas.

Estaba muy sumergida en mis pensamientos cuando me di cuenta que a un vecino también le molestaba el silencio y por eso subió aquí.

Él no me lo dijo, yo solo lo supuse.

Cuando terminó de subir la escaleras me mira y habla.

—Hola. —Dice tímido y saluda con la mano.

—Hola. —Casi susurro.

—Supongo que vives aquí, pero nunca te había visto. —Esta un poco lejos y se sienta en el suelo al igual que yo.

—Salgo mucho. —Atajo.

—Soy Ricardo. —Dice de repente.

—Ava.

Me da una sonrisa ladina.

No le di tiempo a hablar más, no quería su compañia.

—Buenas noches. —Dije.

Me levante y me marche, tampoco di alguna excusa, solo me fui.

Al llegar a mi departamento lo primero que hice fue tomar mis llaves e ir a visitar a unas personas.

***

Llegué rápido, en verdad no había mucho tránsito, lo normal es media hora pero llegué en veinte minutos.

Estaba parada delante de la puerta de caoba, observando sus diseños, de pequeña siempre decía que esta puerta era una obra de arte, por su diseño y aún sigue siendo lo, nunca dejará de atraer mi atención.

Cuando por fin me preparo mentalmente, toco el timbre.

Abre la puerta una señora de treinta y nueve con una pijama azul marino, y un rostro sin expresión.

En unos segundos sale una castaña de ojos azules de diez años, mi hermanita.

—¡Ava! —Salta y me abraza.

—Hola, pequeña Maeve. —Le correspondo.

—Pasa, ¿como has estado? —Pregunta alegre. —¿Y la universidad?, ¿es cierto que te dejan más tarea que a mi?

Respondí sus preguntas, y cada vez habían más.

Sé que me extrañaba, no la veía desde hace dos meses.

—¿Mamá te contó que gane el concurso de deletrear? —Negué.
—Primer lugar, buscaré mi trofeo.
—Se levanta de la silla y se va corriendo.