4. Uno más uno: tres.

37 4 10
                                    

«Marian había llevado su copa de vino y la depositó en una mesita que se encontraba frente a la cama, dispuesto a sentarse junto a ella para ir observando la situación. Samantha estaba sentada sobre su regazo, el pelirrojo lamió su cuello y besó sus labios.

—Gracias —le susurró junto a la oreja.

Tyki se acercó y le tendió la mano a Samantha con la elegancia que lo caracterizaba, ella miró a Marian y éste asintió con la cabeza.

De fondo sonaba "Goodbye", interpretada por Melody Gardot, quien acompañó al dúo que iniciaba un pequeño baile de calentamiento antes de meterse de lleno a la presentación principal. 

—¿Vienes siempre a bailar aquí? —preguntó Tyki, jocoso. Sam sonrió.

—Ya veo porqué te eligió Marian —los dos pares de ojos ambarinos se cruzaron—. Ustedes dos se parecen mucho.

—¿Y eso te gusta? —Se inclinó para apoyar su mejilla contra la de la joven, para hablarle más en secreto.

—No sabría qué responder a eso. Creo que me hace sentir un poco más cómoda.

La mano de Tyki que estaba en la pequeña  cintura de la joven comenzó a subir y bajar con tanta suavidad que ella no se dió cuenta hasta que rozó una de sus zonas sensibles.

—Mmm, aquí hay un punto sensible —susurró y volvió a acariciar la zona baja de la espalda, Samantha se alertó, ni siquiera Marian conocía aquello—. Veamos qué más voy descubriendo… 

Se acercó al cuello femenino, inspirando, Samantha parpadeó múltiples veces.

—Hueles tan bien. Me quedaría a vivir en tu cuello —Todo entre ellos parecía muy íntimo.

Contradiciendo sus palabras, la hizo girar y luego la atrajo aún más cerca de sí mismo, presionando ambas pelvis y tocando ágilmente el punto erógeno recientemente descubierto a la vez. Ella jadeó, como en un suspiro.

—Me encanta cómo tiembla tu boca, Sam, estoy a punto de volverme loco… Es como si me dijera, en silencio, "bésame" y "no te atrevas a besarme" a la vez, ¿y sabes una cosa? Me encantan… las dos opciones.

Tyki captó la boca contraria en un solo movimiento, ella por acto reflejo buscó separarse pero al instante recordó la razón por la cual estaban los tres en la misma habitación. Él comenzaba a derretirla, desde adentro hacia afuera, ¿cuándo había comenzado a coquetearle y cuándo ella había caído en su red? Se pegó a su enorme cuerpo masculino y le sujetó la cara con ambas manos, mientras la lengua insolente de su amante le profanaba la boca.

Tyki abrió los ojos y miró a Marian a tiempo que seguía devorando a su esposa con los labios, buscando su aprobación para continuar, a lo que él pelirrojo asintió con una sonrisa muy tranquila y un movimiento de cabeza desde su lugar.

Al compás de la pieza fue guiándola hasta las cama, donde las sábanas de seda color champagne recibieron su cuerpo. Tyki sujetó a la joven por la nuca, haciendo más fogoso y más profundo aquel beso. Ese beso que sabía a menta y a un tabaco dulce, Samantha estaba concentrada en ello mas una ráfaga de pensamiento le impidió continuar… Marian no sabía así. 

Marian.

Le colocó las manos en el pecho con delicadeza pero también con la suficiente fuerza para indicarle al hombre del lunar que debía detenerse. Él vio que ella tenía los ojos humedecidos y no tardó en comprender lo que allí pasaba: la fidelidad. Se hizo a un lado y la castaña se puso de pie para ir hasta su esposo.

—Lo siento —se disculpó con la voz agitada—, no puedo… No puedo dejar de pensar en ti.

Marian sonrió con la tranquilidad que lo caracterizaba y dejó la copa que sostenía en la mano para ponerse de pie también y besarle la punta de la nariz.

La restaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora