Ese mismo día el joven Walker recibió un mensaje.«Todavía no sé en dónde estás, pero sé que está contigo. No importa a dónde la arrastres, nosotros somos como la aguja y el imán, ella vendrá a mí tarde o temprano.
Ya ha pasado antes, ¿no? Lo viviste en carne propia, y lo volverás a vivir… La impotencia de saber que se te escapa de las manos y no puedes hacer nada.»
—Mierda… —dijo, guardando su móvil para mostrárselo luego a Ester, no quería que Samantha oyera nada acerca del pelirrojo y estuviera expuesta otra vez.
Por ello, cuando la ojiambarina al fin pudo conciliar el sueño, apoyada en su pecho, Allen se retiró despacio para poder marcharse del cuarto y hablar con la chica de los rizos.
Cuando encendió la luz de la cocina casi se pegó un susto de muerte, pues encontró a la dueña de casa sentada junto a la barra, en una butaca alta. Ella llevaba una blusa holgada que dejaba a la vista un hombro y un pequeño short que daba crédito a sus pronunciados glúteos. Estaba descalza, con los pies apoyados en misma butaca.
—¡Ester, casi me da un infarto! ¿Qué haces bebiendo a oscuras? —exclamó tratando de no hablar muy fuerte .
—Lo siento por beber en mi casa, ¿debí pedirle permiso, señorito correcto? —comentó la chica utilizando el sarcasmo.
—Sabes que no lo digo por la bebida en sí, es tu casa, haz lo que… ¿Qué haces? —cuestionó Allen, notando que, en un dos por tres, Ester se había acercado a él, olfateándolo.
—¿Ya se reconciliaron? —preguntó con una sonrisa traviesa.
—¿Eh? ¿Qué estás…? —Casi tartamudeaba.
—Hueles a Samantha… ¿Tuvieron sexo de reconciliación en su primera vez? Me imagino habrás sido cuidadoso… —Ester levantó y bajó las cejas sugerentemente, para luego recuperar su trono al lado de la barra y su "cetro".
La cara de Allen no podía estar más roja.
—No puedo creer que bromees con una cosa así…
—Hay que reírse un poco, Allen, ya para dramas está la vida... Por dentro —miró el vino dentro de la copa, meditando— estoy desalmada.
El chico se quedó observándola con atención, ¿Ester tenía los ojos cristalizados? ¿Acaso eso era posible? Se sentó del otro lado de la barra, pero sin servirse nada, solo para escucharla.
—Siempre pensé que éramos amigas —confesó—, de esas amigas que son familia, ¿me entiendes? Ese tipo de lazo en el que puedes contarle que llevas siete días sin cagar sin ningún tipo de vergüenza; y eso teníamos. O eso creí que teníamos.
»Allen, yo sé todo de tu relación con ella. Sé cómo, cuándo y dónde fue su primer beso. Lo mismo el segundo. Lo que le regalaste para su primer aniversario, todas las ideas que ella desechó antes de darte aquel sweter azul marino… Y también sé que nunca la tocaste más allá de las zonas respetables, ¡santurrón~!
Allen llevó sus ojos hacia un costado, no era mentira lo que la morena decía, pero no dejaba de darle vergüenza que ella hablara con tanta soltura.
—Pero eso cambió cuando conoció a Cross. Allí empezaron los secretos, debí... Debí darme cuenta antes.
La morena se sirvió otra copa de vino y se la bebió de una vez. Tenía la imperiosa necesidad de sacar fuera todo, la situación la había sobrepasado además de tomado por total sorpresa.
—No estuve de acuerdo en la relación porque él le llevaba más de treinta años, además de que los antecedentes "amorosos" de ese malnacido nunca fueron serios, pero jamás pensé que ese hijo de puta la rompería tanto, Allen… Si lo hubiese sabido…
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La resta
Short StoryLos números arrojan diferentes datos, dependiendo de cómo realicemos las operaciones o de cómo ordenemos los factores... Un paréntesis puede cambiarlo todo. Un punto puede generar un caos. ¿Sumas o restas? Es tu decisión. D.Gray-man © Katsura Hoshino