5. Uno más uno: cuatro.

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«El resto de la noche pasó como pasó el resto de la semana, volando. Marian y Samantha le habían dado una pequeña tregua a su vida sexual luego del aniversario. Debían aprender a gestionar todo lo que habían hecho y lo que había despertado en ambos aquel encuentro. Quisieran aceptarlo o no, aquella noche había impactado en su matrimonio; lo que debían decidir era si el efecto era positivo o negativo.

Samantha comenzó a sentirse más bonita y también empezó a poner más atención en su aspecto físico. Se maquillaba a diario, compraba alguna prenda nueva cada semana y agregó dos rutinas de trote a su calendario de entrenamiento físico.

Fue en uno de esos entrenamientos cuando se topó con el hombre del lunar, quien también estaba en el parque corriendo.

-Hey... Qué coincidencia.

Samantha quería que se la tragara algún árbol. Con él alrededor, hacía más calor de repente.

-Tyki... ¿Qué tal?

No pudo ocultar su sorpresa, no sabía cómo debía reaccionar frente a él.

-Muy triste desde que nos separamos aquella noche -respondió con sorna. Ella rió.

-Vamos... Adiós. -Rodeó los ojos y reanudó el trote. Él acompañó el ritmo.

-Espera.

-No tenemos nada de qué hablar, Tyki...

-No quiero molestarte, de verdad.

-No deberíamos estar hablando -Reafirmó. Apresuró el paso y él también lo hizo.

-¿Es mi imaginación o cada vez que te veo estás más hermosa?

Samantha rió.

-De veras te pareces a Marian -Detuvo el paso para aclararle las cosas-. Solo me viste una vez en tu vida.

-Eso no es verdad.

-¿A poco compramos el pan en el mismo sitio y yo no sabía?

Esta vez el que rió fue él.

-Francia -comenzó a enumerar con los dedos-. Temporada de verano, "El lago de los cisnes". Estados Unidos, Temporada de Invierno, "Romeo y Julieta". Rusia, Temporada...

-Ya. Eso está en Wikipedia.

-También en YouTube.

Ambos rieron. Aquello era raro.

-¿Tomamos un café? -Invitó él.

Samantha negó, leyendo por dónde vendría el asunto.

-De verdad la pasamos bien contigo, Tyki. Pero no tengo intenciones de dejar a mi marido, de hacer algo a sus espaldas o de tener una aventura loca, estoy muy enamorada de él. Lo siento.

Tyki pareció comprenderlo. Pero a su vez, le sujetó el rostro para robarle un beso. Ella se resistió, pero él era imponente. Y tenía una lengua muy convincente, a decir verdad.

Pero logró separarse de él. Negó con la cabeza.

-De verdad que no, Tyki. No.

Tyki sonrió con tristeza y se hizo a un lado.

Luego de aquel incómodo encuentro la castaña corrió con velocidad de regreso a su casa, pensando en si debía comentarle a su marido sobre lo ocurrido o si lo mejor era dejarlo atrás, como lo que era: algo sin importancia para ella.

Mientras esperaba a Marian preparaba la cena, era lunes y él estaba, como siempre, en la ciudad vecina atendiendo el trabajo. El celular vibró sobre la mesa y se secó las manos para ir por él. Era una notificación de Instagram: Tyki Mikk ha comenzado a seguirte.

La restaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora