En el abismo del caos, donde la ciudad se convertía en un campo de batalla entre la supervivencia y la fatalidad, el destino de los que se atrevieron a desafiar el imperio monopólico se entrelazaba con la desesperación. Los oscuros corredores de la existencia se volvían más apretados, y en medio de esta vorágine, la llama de un deseo latente comenzaba a arder con intensidad incontrolable.
#NARRACIÓN POR STEPHAN#
El dolor persistía en mi cuerpo, pero lo que más me atormentaba era el desvanecimiento de los recuerdos. La amnesia envolvía mi mente como una niebla densa, dejando fragmentos dispersos y confusos. Keynes, según Antonie, había sido un amigo cercano en los últimos días, pero su rostro era un enigma. A veces, la familiaridad con alguien puede ser tan intensa que se siente como una traición cuando no puedes recordar cómo comenzó.
Isabella entró en la habitación, rompiendo el silencio con una presencia cálida pero cargada de preocupación.
—¿Cómo te sientes? —preguntó, su voz suave pero cargada de un nerviosismo que no podía ocultar.
—La verdad aún me duele un poco todo el sistema motriz, pero estoy mucho mejor —respondí, sonriendo de manera forzada. En realidad, me sentía como si estuviera al borde de un colapso.
Isabella se acercó y se sentó al borde de la cama, su mirada buscando consuelo en mí.
—Sabes... —dijo, su voz temblando ligeramente—. A Keynes lo conociste en mi cumpleaños y parecía que había una buena química entre ustedes.
—¿De verdad? ¿Qué más sabes? —pregunté, mi curiosidad despertando.
—No sé qué sucedió luego entre ustedes, pero antes de que todo el colapso comenzara, vi en la oficina a Keynes chateando contigo —explicó Isabella, con un dejo de incomodidad en su tono.
El nombre "Keynes" resonó en mi mente como un eco. Recordé aquella noche, el calor de su cuerpo cerca del mío, el aroma embriagador de su perfume, el brillo en su cabello y el fuego en sus ojos. Recordaba cada detalle de nuestra cercanía, el roce de sus labios y la promesa de algo más que nunca se concretó. Isabella notó mi ensimismamiento y se preocupó.
—¡Oye!, ¿Recordaste algo? —preguntó, su voz llena de ansiedad.
—Sí, creo que sé exactamente de lo que estás hablando. ¡Mierda!, esa noche casi nos besamos —exclamé, mi voz cargada de emoción y sorpresa.
—Wow, despacio, camarada —respondió Isabella, claramente intrigada—. ¿Cómo es eso de que casi se dieron un beso? —Pero fue interrumpida por Keynes.
—*Tos sarcástica* Lo siento, ¿Puedo hablar con Stephan a solas? —dijo Keynes, su tono cargado de una mezcla de determinación y nerviosismo.
—Sí, claro. Los dejo que platiquen tranquilos. Cualquier cosa, me llamas, ¿sí? —dijo Isabella, saliendo de la habitación con un asentimiento de mi parte.
Una vez Isabella se fue, Keynes se acercó a mí con una intensidad que no podía ser ignorada. Sus ojos, llenos de una mezcla de frustración y deseo, se encontraron con los míos. Respiró hondo, tratando de recuperar el control, pero el ambiente cargado de tensión lo mantenía al borde.
—En serio no sé qué carajos esperar. Seguramente no recuerdas nada, pero yo...
Lo interrumpí antes de que pudiera continuar.
—En realidad sí recuerdo. No todo, pero Isabella me estuvo hablando y acabo de recordar que casi nos besamos. Y debo decir que me hubiera encantado que lo hubieras hecho —dije, levantándome de la cama con un sentimiento renovado.
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APOCALÍPTICO
Science FictionEn un futuro distópico, la humanidad ha sido subyugada por la tecnología de Robotic Inc., una corporación que, mediante la activación de un comando central, ha transformado a las personas en zombis controlados por dispositivos electrónicos. Solo un...