🌍"Apocalíptico"🌍 |Capitulo Final|

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#NARRADOR ONMICIENTE#

Ángelo, fue el primero en dispararle al Señor L, pero el director de la compañía fue más rápido, lanzo desde su pistola un rayo paralizador, por lo cual el padre de Isabella quedó totalmente inmóvil tumbado sobre el suelo, los jóvenes sobrevivientes se dispersaron intentando cautivar un poco más el tiempo del señor L, efectuaban disparos intentando acertarle, pero tenía movimientos muy agiles, tan parecidos a los de Hannah, pero el era el doble de rápido.


-Es un robots.-exclamó Marcus por el walkie talkie.


-Tiene sentido.-alegaba Hannah.


-Nadie podría moverse tan rápido como el, sino lo fuera.-refutaba Carrie.


-Concuerdo con ustedes.-emitía Mark.



Isabella se encontraba molesta y angustiada a la vez, su padre que era un mentiroso y había recibido su merecido, se encontraba casi muerto a metros de distancia, lo único que le hacia sentir con un objetivo y modelo a seguir era aquella misión, darlo todo por los otros, sin importar las consecuencias, salvar a la humanidad, especie en extinción, para ella era mucho más importante que su vida de robot. Mientras todo aquello sucedía en la planta baja, Stephan intentaba seguir las indicaciones que Antonie le daba, en su pecho, debajo de la piel sintética, tenia una especie de enchufe, que se conectaba una de las partes superiores que tenia el satélite trasmisor, sin embargo Stephan, no encontraba el modo de hacer aquello, por lo que Antonie envió a Keynes en medio de todo aquel caos a ayudarlo, pero el joven con su perdida de memoria no sabia no recordaba nada de el o acerca de quién le hablaba.


-Yo iré.-dijo Isabella, mientras los otros chicos seguían distrayendo al señor L, que no tardaría mucho tiempo, en darse cuenta lo que realmente ocurría.


Isabella, comenzó a subir por las escaleras, lo más rápido que podía, Antonie mientras tanto le explicaba lo que debía hacer, era algo simple la verdad o al menor para el doctor que no podía abandonar la sala de comando, porque desde allí, podrían anular cualquier operación y el iba impedirlo aunque le costara la vida misma. En el satélite donde Stephan debía conectar unos cables del mismo a su cuerpo robótico, en su pecho, tendría que presionar el botón, Enter, que ocasionaría la propagación del antiviral de su sistema operativo al satélite y a todos los que Robotic Inc había colocado a lo largo del mundo.


La valentía de estos jóvenes era incomparable con ninguna otra, su época, dejarían una marca en los corazones delas generaciones futuras, demostrarían que realmente hay un futro por delante y que nada, ni nadie tiene permitido arrebatárselo, un mundo que vivir, que sea habitable, donde haya, armonía, paz, amor, serenidad. Un planeta capaz de poner las prioridades del otro por encima de las egoístas prioridades propias, demostrar que para amar no hace falta tener un corazón de carne y hueso, los corazones fríos y metálicos, también son capaces de mar al otro, de encontrar empatía, solamente les basta saber que algún ser querido se encuentra en peligro para ahí estar, este grupo de amigos, es por eso que no se asemeja con ningún otro, porque ellos eran una raza en extinción, su intelecto, su compasión, la entrega para ayudar, para consolarse, para entenderse, era única, pero no imposible de hallar, en algún lugar todavía perdura.

Isabella, llegó de una vez por todas a la cima del edificio, se acercó a Stephan y le ayudó con lo que debía hacer, el joven estaba conectando los cables que Antonie le había dicho hace un rato atrás y concordaba con la explicación de Isa, que tenía muy en claro las matemáticas exactas, pero detrás de ellos un agente de Robotic Inc, quedaba vivo y desde la misma puerta que daba ingreso ala azotea, efectuó un disparo; disparó, una, dos, tres veces, las miradas entre Isabella y Stephan se cruzaron, pareciera que el tiempo se había detenido, ella había sido su amiga desde que tenia noción de vida, había atravesado todas las complicaciones del caos apocalíptico, para morir de la forma más injusta, solamente un cobarde le dispararía a una mujer por las espaldas, solo un cobarde le dispararía a una mujer, en definitiva, solo un cobarde dispararía su arma ante una persona, porque como decían antes, "A las armas las carga el diablo", puedo dar fe de eso, Isabella, no merecía morir de ese forma, de la peor y más terrible manera.

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