En un futuro distópico, la humanidad ha sido subyugada por la tecnología de Robotic Inc., una corporación que, mediante la activación de un comando central, ha transformado a las personas en zombis controlados por dispositivos electrónicos. Solo un...
El caos apocalíptico acechaba, y nuestros héroes debieron salir al mundo, para restablecer lo que había antes, un futuro, una vida, una normalidad pre-existente. Un algo previo a lo que ahora teníamos, un mundo arruinado, ¡Totalmente en llamas!, poco a poco, todo ardería.
#POR STEPHAN#
Aún intentaba derribar a los dos globos que disparaban rayos, mientras preveía que los robots no se abalanzaran encima del monopatín a propulsores. Pero a mala suerte, tenía a uno de los bots sujetándose de la parte trasera del vehículo, claramente le di un disparo de carga eléctrica con el arma que Antonie nos había dado. En el momento tuve una idea, dejar de escapar, iba a enfrentar al maldito mundo, reduje la velocidad, volteé en un giro con el monopatín y rápidamente efectué una descarga de alto voltaje a las dos esferas flotantes de modo, simultáneamente disparé a otros dos robots que venían de frente a atacar.
—Todo despejado, camino libre y zona verde.—Le comuniqué a los chicos, esas eran nuestras claves, claramente decía que podían avanzar, al menos hasta donde actualmente estaba.
—Estamos un poco ocupados Stephan, pero gracias, sigue pateando traseros y llega al lugar acordado.—contestó mí creador y mente maestra Antonie Blake.
Cuando intentaba nuevamente poner en marcha la monopatineta, dejó de funcionar y tenia a tres metros de distancia a un bots, no me dio tiempo de poder disparar, se abalanzó encima de mí, estaba torciendo uno de mis brazos para arrancarlo, mientras sostenía el otro brazo inmóvil, ¡Estaba acabado!
*Sé oyen disparos*
Balas de plomo, atravesaron de lado a lado al bots que intentaba despedazarme, generándole un corto circuito y dejándolo fuera del juego. Pensé que era uno de los chicos que había salvado mí vida, pero no, el universo algunas veces nos da una mano. Quité de encima mío al pedazo de hojalata y vi una mano extendida, elevé la mirada lentamente, era un cuerpo absolutamente desconocido, pero extremadamente apuesto.
—Me debes la vida.—dijo el chico sonriendo mientras me ayudaba a levantar del suelo.
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—¡Seguro!—respondí de forma agradecida tomando su mano, luego de sacudir el polvo de mí ropa, proseguí.—Soy Stephan Blake.
—Me llamo Mark, Mark bloch.—contestó como sí su vista se hubiera perdido con la mía, como si nos hubiéramos ido del mundo.
