Relato por: @francisautora23
Esa noche fue como las anteriores, su cabeza era un dilema, sus sentimientos eran contradictorios desde hace algún tiempo que no se reconocía a ella misma ¿Tanto había cambiado? Su vida había dado un giro inesperado cuando lo conoció. Se sintió por primera vez enamorada de aquella sensación de hormigueo en el estómago, sentir la expectativa de volver a verlo, de reír o solamente hablar hasta el cansancio. Ella estaba feliz hasta que de repente empezó a cambiar, no sabía hasta cuál punto había empezado la comodidad por su parte y pasó a ser incomodidad. Aquello tan lindo entre los dos pasó a ser distante y sus palabras herían ¿Qué tenía de malo no querer ir a fiestas? No es que no lo hiciera, solo para ella llego un momento que no eran aceptables ¿Quién en su juicio salía cada fin de semana? ¿Pero quién era ella para decirle que aquello de no le gustaba?
¿No le quería suficiente? Aquellas palabras fueron enviadas una de esas noches y con el corazón en la mano le mintió, le quería mucho pero no lo suficiente para adaptarse a la manera en que él y sus amigos festejaban. La sinceridad entre ambos se fue perdiendo hasta cuando se veían a los ojos y se mentían; ella intentaba aferrarse de algún modo a él. Los últimos 2 años habían sido un cambio drástico para ella; se mudó de país, una nueva ciudad; todo era confuso, pero en esos instantes él estaba para alentarla y ella a él.
Fueron 2 meses donde se dio cuenta de que realmente no quería aquello y sabía que él tampoco, poco a poco dejaron de testearse solo hasta el punto donde no pasaba de 《¿Qué haces?》 Pero algo tenía que cambiar y lo sabía, tenía que ser sincera con él y con ella misma no podía seguir sintiéndose triste y desanimada pero tenía miedo de perderlo, de perder aquellos lindos momentos de amistad ¿Tal vez podría intentarlo? Le había preguntado su amiga; ella solo le dio una sonrisa ladeada aunque parecía más una mueca, no le respondió más Alexandra sabía la respuesta.
Fijo la vista en el techo de su habitación y aparto los rulos que cambian por todo su rostro amarrándolo en una coleta, sostuvo el teléfono en alto y lo desbloqueo, entro a su chat observando la última conversación a las dos de la tarde.
Chat
Alexandra: Hey ¿Podríamos hablar mañana? Tengo algo que decirte.
Theodoro: Claro, corazón ¿A qué hora?
Alexandra: Podrías venir a eso de las cinco y por favor no me digas después que no puedes.
Theodoro: Ya... está bien, estaré ahí a esa hora. Cuídate, te quiero mucho. Descansa.
Alexandra: Te espero, descansa. Yo también te quiero.
Dejo caer el teléfono a un lado después de todo, no había sido tan difícil. Mañana sería un día complicado y tendría que ser sincera, pero sobre todo con ella misma decir todas las cosas que se guardo para ella. Hablar con él y expresarle todos aquellos sentimientos confusos que sentía.
A la mañana siguiente se levanto un poco más animada, estaba emocionada aunque también era un raro sentimiento de alivio; hablar con Theodoro ese día. Salió de su cama y camino hasta su baño, se lavo los dientes. Aspiró fuertemente y se le hizo agua a la boca, salió rápidamente y camino hasta la cocina.
—Buenos días, abuela —dio un pequeño beso en su mejilla— ¡Qué rico huele!¿Qué hay para desayunar?
—Buenos días, Alex. He cocinado unas ricas arepas con caraotas —se movió por la cocina terminando de servir la comida en los platos—. Ven y ayúdame a llevarlos a la mesa.
Alexandra con una sonrisa se dispuso a colocar los platos en la mesa.
—Hoy te ves muy sonriente ¿Tuviste un lindo sueño? —preguntó su abuela, los últimos días parecía muy perdida—. No me digas, al fin terminaste de escribir la pequeña historia.
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Antología amándome.
ChickLitNos unimos para hacerte ver que eres especial; mujer. Nada ni nadie debería cambiar eso, así que quiérete, ámate y date a respetar porque tú eres un diamante que todos deben valorar.