Relato por: DannieGlez
La Luna entristeció apagándose cada vez más, creando noches frías y vacías, la oscuridad embargaba cada hogar del formidable archipiélago; por otro lado, el Sol se ensombreció, cada día la vida se debilitaba, el humano suscitaba su propia muerte; los días eran más sombríos y la delicada armonía de los pájaros se hacía más y más débil en cuanto los días pasaban. La isla de Ryramile estaba descubriendo la maldad.
Maryamé observaba cómo el rey Pytlen coronaba, bajo la sombra de las inmensas nubes grisáceas que rodeaban el cielo, al Zade del año, aquel hombre que a partir de ese día ostentaría un título en la nobleza por su belleza y simpatía.
Los cuatro reinos del imperio Gunsuglu maravillaban con miradas ansiosas al que sería el hombre más hermoso del universo, al menos por ese año.—La belleza es la gracia de la vida, y la gracia por la que estamos aquí. Nuestro Maxilian de la isla Ryvierté, hijo del linaje de los corderos, hoy es elegido el ser masculino más hermoso de todo el archipiélago, lo cual conlleva que a partir de este día sea coronado por la dinastía Y para el título de Zade.
A su lado estaba la inconfundible y nueva Tana, Orivia de la isla Mynton, del linaje de las mariposas, mujer cuya ideología, alas y belleza había deleitado a la reina Ylena y cuya coronación había sucedido hacía cuatro días. Orivia luchaba por ella, por su hermana y por su madre desde la muerte del señor que le dio la vida.
Orivia era fuerte, suspicaz y, en ocasiones, tajante había conmovido a las mujeres de todo el imperio al dar sus palabras de aliento y lucha de toda su raza, ella amaba tener sabiduría y esperanza en tiempos de angustia; ella sabía que el poder se reflejaba ante su persona cuando se observaba con detenimiento en un espejo, vio el mismo poder en su madre y en todas las mujeres las cuales se dedicaban a trabajar arduamente en todo lo que amaban. Sin embargo, durante los últimos años, Orivia se dio cuenta de algo, cuanto más observaba a una mujer, cada día ellas se amortiguaban, cada día ellas se opacaban. Durante los últimos años la junta de los Y había sido liderada por Pytlen tres años consecutivos, su esposa ya no tenía voto alguno en la sociedad y él estaba haciendo que la felicidad se amargara a causa de sus arrebatadas leyes que favorecían los derechos de los seres masculinos. Orivia sabía que eso estaba mal y lucharía por todas las personas que fueran afectadas en el reino, porque tenía una voz para que la escucharan, tenía el poder de las palabras a su lado.
Los ojos de Maryamé permanecieron en la tierna belleza de Maxilian, aquel hombre de cabello blanco y rizado que había hecho de sus noches una aventura bajo la luz de las luciérnagas, hadas y la Luna. Con sus palpitantes palabras de amor y nueva filosofía la envolvían y la asfixiaban en un amor peculiar que ella nunca pensó vivir. Las palabras eran más que maltratos, para ella el maltrato era una nueva forma de amor incondicional, donde ahora ya no se tocaban por caricias o una noche de amor, ahora él la tocaba dejando que la sangre fuera testigo del amor que él le tenía. Pero lo que empieza en dolor nunca acabará en la cima del paraíso y la felicidad.
La reina Ylena tenía un hermoso atuendo con cadenas de oro y flores de cristal en forma de corona sobre su cabeza, su semblante era de agobio e infelicidad y, por primera vez, su hermoso cabello negro se cubría de una fina cantidad de hebras grises y al parecer ella no era la única, Pytlen también conservaba en su cabello una gruesa capa de hebras grises. El hombre empezaba a provocar su propia muerte.
Cuando la ceremonia culminó y el Sol desapareció dando lugar a la opaca Luna que últimamente cubría los cielos de las islas, Maryamé tomó se la mano a Maxilian y juntos se encaminaron al este de la isla. Las manos del nuevo Zade tenían la textura y la similitud de guantes hechos de algodón, lo cierto era que sus manos eran la viva prueba de su linaje al igual que su cabello.
Maryamé mujer de orejas enormes y aterciopeladas pertenecía al linaje de los conejos, su pierna y brazo izquierdo se cubrían de la extensa capa de pelaje marrón, ella era una muchacha muy bien parecida, todas las mujeres del reino eran bellas. Todas las mujeres del universo lo eran.
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Antología amándome.
ChickLitNos unimos para hacerte ver que eres especial; mujer. Nada ni nadie debería cambiar eso, así que quiérete, ámate y date a respetar porque tú eres un diamante que todos deben valorar.