El momento correcto

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Relato por: EndlessInkspiration

Le doy click al buzón de voz, vierto el vino en mi copa y dejo escapar un suspiro al escuchar el mensaje entusiasta de una de mis amistades. Asiento al escuchar la voz cantarina de la chica, que rara vez se toma un respiro para organizar sus ideas, mis ojos le dan un vistazo al cielo al escuchar la abrumadora lista de eventos sorpresa que han organizado a la festejada, oficialmente he entrado en la fase de ser la solterona del grupo de mis amigas. Me froto la sien, no sé si sea la migraña que me este atacando, pero de repente me siento enferma al escuchar la noticia, ya ni siquiera sé que siento, pero, estoy segura que el epicentro de mi incomodidad comienza a extenderse como una estaca en mi pecho. Su voz me estorba, aún así me fuerzo a seguir escuchando.

La mujer me cuenta detalles que ya ni quiero saber, me vende la idea del nuevo compromiso como si fuera un producto que debería estar deseando con el alma. Aparto la copa con un deje de indiferencia como si estuviera sentada ordenando el papeleo de mi oficina entre semana, me da todos los detalles de la fiesta de soltera de su hermana. He detenido el mensaje de voz apenas se despidió, me siento aliviada de no tener que escucharla husmeando en mi bandeja por un buen tiempo. Refunfuño al conectarme al WhatsApp, seguro se ha fijado si estoy en línea, la ventana que muestra una previsualización se aparece frente a mis ojos: «¿Estás bien? Desde hace un tiempo te noto extraña» es lo primero que aparece en el mensaje. Dejo a mi mamá en segundo plano y me paso al otro chat, el check le dice que he visto su mensaje, pero me tomo un tiempo para responder con una excusa bastante creíble para zafarme de la situación. «Sí, solo estaba ocupada dándole de comer al perro. Hablamos luego».

No quiero profundizar en el conflicto emocional que siento en esos momentos. Para lo único que me queda ánimos ese fin de semana es para desconectarme de las redes sociales y descansar junto a mi perro. Me refugio en las sábanas, me detengo a observar las gotas correr una tras otra en la ventana de mi cuarto, mi perro gime olisqueando la esencia que se impregna en la colcha, se hace un ovillo y se acurruca conmigo buscando que lo protejan.

Sonrío y lo acaricio consolándolo, solo se le ve su nariz y parte de sus dientes castañeando por el frío, puedo ver sus patas cubrirse los ojos debajo de la sábana. El techo tiembla cuando los rayos caen, mi perro ya se está poniendo viejito, temo que pronto me vaya a dejar. Giro la cabeza y quedo con los brazos estirados viendo girar las aspas del abanico, como si mi vida hubiera terminado tras escuchar el anuncio del compromiso de Bárbara y Matthew, cierro los ojos y pestañeo varias veces dejándome arrullar por el sonido de la lluvia, a veces siento que me hace falta hablar con alguien al llegar del trabajo. En ocasiones trato de variar mi rutina, pero siempre siento que caigo en el mismo lugar, las lágrimas empiezan a caer mojando el colchón, detesto llorar por algo que ni siquiera puedo controlar. Siento que he seguido todo al pie de la letra durante lo que llevo de mi adultez, los títulos que cuelgan en mi oficina reflejan el arduo trabajo de años atrás, me tomo un par de copas sin caer en el exceso de estar de goma, salvo un par de ocasiones al pegarme la fiesta. Me considero una persona independiente, si me dan a elegir prefiero más la quietud de mi hogar que un lugar lleno de gente, amo los animales, intento dedicarle a todos la importancia que se merecen en mi vida ¿Qué más quieren?

Me levanto a como puedo, me amarro la bata. He estado en pijamas todo el día, cruzo la habitación para irme al baño, saco del botequín otra caja de pastillas. Me veo al espejo, parece que no he dormido en días, tengo los párpados hinchados de tanto llorar, tienen un aspecto parecido al efecto secundario de la picadura de una avispa, abro los ojos y me acaricio las mejillas viendo como la silueta desaparece del espejo por el vaho. Me veo irreconocible, hasta a mí me da pena ajena ver la apariencia que me cargo últimamente, con costo y me hago de comer, sacudo el tarro de pastillas que me quitarán el dolor de cabeza.

Antología amándome.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora