Aquél día cuando llovió fuego

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La luna llena iluminaba el camino, mientras compartían un helado juntos, Beomgyu deseaba que el tiempo pasara mas lento, por muchas razones.

El helado de esa tienda era delicioso, el clima era agradable y la luna brillaba hermosa, además, tenía a Taehyun con él, ya que había insistido en acompañarlo.

En realidad, no había tenido que insistir demasiado, Beomgyu solo dijo que no por cortesía la primera vez, pero cuanto más tiempo estuviera con él, mejor. Taehyun era como su pase a ese otro mundo limpio y bonito, donde él importaba, dónde sentía que podía ser alguien, tener un futuro, donde no estaba corrompido.

Había algo extraño cuando giraron por la calle frente a su casa, el ambiente se sentía pesado y había un auto mal estacionado con las puertas abiertas de par en par, un auto que Beomgyu no reconocía, lucía viejo y destartalado, aquello no podía ser buena señal.

Lo supo cuando escuchó un grito proveniente del interior, era el grito de su madre.

—Taehyun vete a casa —exclamó Beomgyu antes de desaparecer corriendo por la puerta que se encontraba abierta de forma descuidada.

Se congeló en cuanto cruzó el umbral.

En medio de la sala, un hombre desconocido con pintas de delincuente y voz rasposa gruñía insultos a su madre a quien tenía aferrada por el cabello, en una esquina otro tipo pateaba a su padre, ninguno se dio cuenta de su presencia hasta que, detrás de su espalda Taehyun murmuró aterrado:

—P-podemos arreglar esto de forma pacífica... ¿por favor?

El hombre que golpeaba al señor Choi se rió antes de soltarlo de un empujón, y se giró hacia ellos sonriendo de forma escalofriante.

—O mejor, v-voy a llamar a la policía...

—¡Te dije que te fueras, maldita sea! —gritó Beomgyu antes de apartarse del camino de aquel hombre de un salto.

Taehyun corrió a la cocina, el único lugar en el que podía esconderse mientras intentaba, con dedos temblorosos, marcar el número de emergencias.

—¡Déjalo en paz! —gritó la madre de Beomgyu antes de que aquel tipo que la sostenía del cabello la abofeteara hasta hacerla sangrar.

Taehyun lo sintió antes de verlo, el hombre que antes había estado ocupado con Beomgyu, ahora lo tomaba por el cuello, alzándolo en el aire un par de centímetros antes de estrellarlo con fuerza contra la pared de la cocina.

Se le fue el aire, y su teléfono cayó de su mano con un tintineo sin gracia, apenas alcanzando a escuchar la voz de la operadora del otro lado de la línea.

—Mocoso estúpido... —murmuró el hombre con una sonrisa burlona, no era muy alto, ni siquiera tan alto como él, pero su mirada de ojos pequeños lucía terriblemente desquiciada y aterradora, así como las líneas negras cubriendo la totalidad de sus pálidos brazos.

También tenía una serpiente tatuada en el cuello, una cobra, y parecía ser esta quien hablaba cada vez que el hombre gruñía. Mientras este se acercaba lentamente, saboreando el miedo de su presa, Taehyun echó un vistazo por detrás de su espalda, la mamá de Beomgyu seguía llorando y el hombre la arrastraba con las dos manos por el suelo de la estancia, pero al chico no lo veía por ningún lado.

Espero que haya huido, espero que este corriendo muy lejos, espero que no vaya detrás de él después de matarme, espero...

—¡Taehyun corre! —interrumpió su voz, antes del sonido de un grito y cristales rotos.

No pudo moverse ni un centímetro, cayó al suelo cuando el hombre lo soltó y se recargó en la pared intentando recuperar el aliento, a sus pies comenzaba a formarse un charco de sangre, y Beomgyu lo levantó de ahí antes de que el líquido rojo manchara sus zapatos deportivos blancos.

Sentía la escena transcurrir en cámara lenta.

Aquel hombre llevaba una pistola en la cinturilla de sus vaqueros, Taehyun vio como su mejor amigo la tomaba, le quitaba el seguro y apuntaba hacia el otro sujeto que mantenía cautiva a su madre, apartó la vista de la surrealista escena y lo que vio en el suelo parecía aún más onírico.

El charco de sangre se estaba expandiendo de forma lenta y constante, manaba como una fuente de la nuca rota de aquel hombre.

—¡Suéltala! —Beomgyu gritó, y entonces Taehyun se dio cuenta que no había pasado ni medio segundo.

El mundo recuperó su curso y velocidad, y se agachó a buscar su teléfono en medio del suelo ensangrentado de la cocina, intentando no manchar demasiado sus tenis blancos.

El tipo se rió, propinando a la indefensa mujer una patada en el abdomen.

—¡Te dije que la sueltes! —gritó Beomgyu más fuerte, su voz tan firme como el agarre de sus manos en el arma.

—¿O si no qué? —se burló el hombre.

—¡Beomgyu vete! —exclamó su madre cuando pudo recuperar el aliento.

—Voy a matarte —amenazó el chico apretando con más fuerza la empuñadura de la pistola.

Una carcajada hizo eco en la habitación.

—Solo vete, por favor —murmuró su madre con desesperación.

Taehyun le puso una mano en el hombro.

—Vámonos, la policía llegará pronto —dijo en voz baja.

—Hagamos un trato —habló el matón—, creo que este juego será divertido visto lo que puedes hacer —señaló echándole un vistazo al cuerpo en la cocina—, voy a darte algo de ventaja y la dejaré vivir, tú solo tienes que hacer una cosa —dijo soltando por fin a la mujer.

—¿Qué cosa? —preguntó Beomgyu en un grito, animado por la adrenalina.

—¡Corre!

Esta vez, fue Taehyun el primero en reaccionar y tomarlo de la mano, echándose a correr hacia la calle antes de que el hombre sacara su arma y disparara un tiro al aire, atravesando el techo de la casa como señal de partida.

—¡No mires atrás! ¡Solo corre! —le ordenó el menor mientras ambos corrían calle abajo, con aquel hombre de risa desquiciada pisándoles los talones.

Fue esa noche.

Aquella noche, bajo esa luna llena, la noche que emprendieron el viaje.


C o n t i n u a r á 🔜

Eternally 🔞 [TXT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora