38. Mar

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—Jeon, eres un imbécil —murmuró para sí mismo, dejando sus zapatos a un lado. Se sentó descuidadamente sobre la arena lodosa por la lluvia y las olas que azotaban sin piedad la orilla por el temporal, sintiendo como el agotamiento por culpa de la carrera que había hecho hasta allí se apoderaba de él.

Abrazándose las rodillas, apoyó la barbilla sobre las mismas. Comenzaba a tiritar a causa del frío, con la piel de sus brazos desnudos de gallina. La camiseta sin mangas, porque no había tenido ni tiempo de tomar una sudadera, se pegaba a él al igual que los pantalones deportivos, dejándole una desagradable sensación húmeda. Se despojó también de los calcetines, metiéndolos en los encharcados zapatos y enterrando sus pies en la arena, todavía más fría. Un escalofrío le sacudió, pero la satisfactoria sensación de la arena entre sus dedos que sus estudios en la capital le había privado, le hizo volver a aquellas tardes de verano antes de su traslado a Seúl.

Aquellas largas horas en las playa, bronceándose al sol y tomando helados junto con sus viejos amigos, diferían por completo de la solitaria escena actual. Inspiró profundamente, llenando sus pulmones con la fresca brisa salada, tratando de espantar las ganas de llorar y sustituir esa presión en su pecho que no le dejaba respirar, dejándose arrullar por el sonido de las olas como si fuera un niño al que cantaban una canción de cuna.

Pasó una mano por su cabello mojado para apartarlo de su rostro. No le importaba lo más mínimo qué hora fuera, solo podía pensar en qué era lo que le sucedía. Tan solo habían pasado dos semanas, pero el cariño e instinto protector que despertaba el castaño en él era tan fuerte como si lo conociera desde hace años. Tenía 21, ya había conocido las mariposas de que te gustara alguien, de querer pasar todo el tiempo del mundo con esa persona especial y querer que nada malo le pase, y también el amargo sabor de la primera ruptura, el primer desengaño y la primera decepción. Y lo había superado, porque caer y levantarse es parte de crecer.

Pero lo que le daba miedo pensar era lo que pasaría con TaeHyung ahora. Qué harían sus padres. No se imaginaba que sería del chico si sus padres le daban la espalda, le echaban de casa o algo peor. Porque ambos habían estado jugando con fuego, a escondidas, y se habían acabado quemando.

El país y la mentalidad de la gente no habían avanzado aún lo suficiente, por muy triste que fuera. Su propia familia no sabía nada respecto a su sexualidad, porque no estaba preparado para hablarlo con ellos, ni ellos estaban preparados para entenderlo. Y que lo de TaeHyung hubiera salido a la luz tan repentinamente y de esa manera... había sido por su culpa.

Una culpa que comenzaba a carcomerle por dentro, porque había huído en vez de enfrentarse a las consecuencias, pensando que tal vez así le ahorraría a TaeHyung más sufrimiento... o tal vez porque tenía miedo de tener que enfrentarse a algo que pesaba tanto que ni tan siquiera él había sido capaz de enfrentarlo por su cuenta.

Había tenido miedo, no por la paliza que el padre del adolescente parecía completamente dispuesto a darle cuando soltó el primer puñetazo en dirección a su rostro, sino porque se había visto a sí mismo reflejado en TaeHyung. Había visto a su propio padre en el rostro furioso y decepcionado del señor Kim, fuera de sí, y a su madre llorando y preguntándose que había hecho mal al enterarse de que su pequeño nunca encajaría como el perfecto primogénito que llevaría con orgullo el nombre familiar; que debía ser alguien que no era, sin atreverse a mostrarse realmente y ser señalado y cuestionado por todos. Su corazón se había estrujado por completo y sus piernas habían respondido solas.

Le gustaba Kim TaeHyung, pero...

Por sus mejillas comenzaron a rodar pequeñas lágrimas, tan saladas como las gotas heladas que salpicaban sus pies cada vez que las olas rompían en la orilla. El sentimiento que ambos habían compartido había sido tan intenso como efímero; porque él era algo más mayor, y hombre.

little & cute boy © kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora