12. Yuna

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Cada músculo de mi cuerpo grita. Lo peor son las piernas, desde luego, pero los hombros y los brazos tampoco me dan un respiro. Casi me entran ganas de soltar todo el equipo y tirarme de cara al suelo para descansar, pero claro, voy con Park, así que lo que menos quiero es que piense que soy una debilucha que no puede seguir con la caminata a nuestro campamento.

N-noona, ¿podemos descansar un poco? No puedo más...

El comentario de Jimin suena en mis oídos como música celestial. Le miro (alzando las cejas para fingir que no entiendo por qué querría descansar), pero tras unos pasos más, asiento y nos apartamos del camino para poder refugiamos entre unos árboles rodeados de maleza.

Tengo la mochila llena de piezas de radio, de armas, de munición, de cachivaches inútiles que podríamos necesitar... por lo que, cuando me la quito, parece que me he vuelto tan liviana como una pluma.

El rubio se tumba sobre el suelo, apoyando la cabeza sobre su propia mochila, y resopla, de seguro cansado por la operación y por la caminata. No hemos tenido un respiro desde hace unos días y, por mucho que queramos, eso acaba pasando factura a nuestros cuerpos.

—¿No te vas a sentar un poco? —me pregunta con los ojos cerrados.

—Supongo... pero solo un poco.

En cuanto mi trasero toca el suelo, me entran ganas de echarme a llorar de pura felicidad; lo necesitaba muchísimo.

Me acomodo sobre mi propia mochila (que se encuentra lo suficientemente alejada del rubio) y mi vista se alza por entre las copas de los árboles, dejándome apreciar el intenso azul del cielo tras las ramas.

Hay veces en las que me cuesta desconectar de mis obligaciones. Hobi siempre intenta que haga cosas estúpidas para desestresarme, porque, y cito literalmente: "Mi mano derecha no puede tener esa carita de preocupación todo el rato".

Para Hobi, que la civilización se fuera a la mierda no parece tener mucha importancia, porque es la persona más jodidamente feliz que he conocido jamás (a pesar de las circunstancias). Sinceramente, cuando llegué a su campamento después de que el mío fuese arrasado, él fue la persona con la que menos creí que encajaría, y solo un año después de eso soy su mano derecha. La vida es muy rara...

La respiración del chico a mi lado se relaja mucho, así que me incorporo un poco para mirarle disimuladamente, encontrándome con que se ha quedado dormido. Sus párpados están completamente relajados y sus pomposos labios rosados, entreabiertos.

"Ay, Yuna, no sigas por ahí".

Me vuelvo a colocar en mi posición, intentando relajarme tanto como parece estarlo él, pero me es imposible; la charla con Namjoon sigue dando vueltas por mi cabeza.

Cuando me llevó a su sala de operaciones, creí que querría que le diese detalles de la misión. Ya tenía todo memorizado: el tipo de equipo que tenían los soldados, las armas, incluso la munición almacenada. Ese tipo de datos suelen ser muy útiles, pero el interés del chico por hablar conmigo no tenía nada que ver con eso.

Namjoon comenzó agradeciéndome el trabajo realizado (de una manera que me pareció exageradamente formal para lo que Hobi me tiene acostumbrada), y no tardó mucho en abandonar toda su fachada de diplomacia y elogios cuando le pregunté para qué me había hecho llamar realmente.

Tengo que reconocer que ese chico me impone. No es especialmente fuerte (al contrario que su mano derecha), tampoco está entrenado en combate y, si me enfrentase a él, podría eliminarlo sin demasiado esfuerzo, pero es algo en sus ojos, en su semblante... lo que me hace sentirle como una persona extremadamente intimidante.

Into the Fray - BTS [Sur]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora