02: Flores a Kanae

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Sanemi se encontraba relajado, luego de mucho tiempo y misiones sumamente complicadas, permitiéndose descansar contra un árbol de cerezos, cercano a lo que consideraba su hogar. Aunque no tenía nada de especial ese árbol, ya que solo se estaban cayendo sus pétalos y no se veía muy bonito de noche, le traía cierta nostalgia.

Aún recordaba cuando se encontraba en la misma situación, harán unos tres años, y cómo su intento de dormir allí se había distorsionado ante la presencia de su compañera. Podía recordar el aroma que ella llevaba en ese momento, era una ligera fragancia a orquídeas que por algún motivo le había fascinado, a pesar de no ser fanático de estas flores.

Recordaba sus expresiones, el suave tacto y su risa, pero no su voz, solo debía de imaginársela, quizás era parecida a la que tenía o no. No lo iba a saber en su vida. Cargar con el olvido en su pecho no era más que molesto y doloroso.

—Ara ara, ¿Shinazugawa también está aquí? —se había acercado hasta él tambaleando ligeramente y notando que al parecer le interrumpía la siesta—. Oh, lo lamento, no quise despertarte.

—Kocho... ¿Qué haces? ¿Estás ebria? De todas maneras, no estaba dormido. —Se recompuso contra el árbol para luego observarla extrañado.

—No del todo, aunque debo de admitir que no estoy acostumbrada a beber. Me duele un poco la cabeza.

Ambos habían estado en la reunión de pilares que en realidad no fue una reunión como tal, sino que había sido como para levantar el ánimo y festejar. ¿A quién pudo ocurrírsele esta idea más que a Uzui? De esta manera todos aceptaron, creyendo que sería algo importante, pero en cuanto Sanemi se enteró de la verdad se retiró completamente furioso. De no ser porque Kanae estaba allí, este hubiera iniciado una pelea bastante fuerte con el de hebras grisáceas. Casi golpea a una mujer y por accidente, ella intentaba frenarlo. Estaba tan furioso, no podía creer que ese hombre se tome todo con tanta calma mientras él luchaba con una consciencia completamente corrompida. Hasta Kanae tenía una vida de mierda y seguro le dolía toda el alma. Como si una fiesta pudiera levantar ánimos.

—¿Puedo sentarme a tu lado?

—Puedes, pero no te me acerques mucho, me da asco el olor sake.

—Lo entiendo, pero no he bebido casi nada, en serio —comentó asegurada recargando su espalda contra el árbol y sin notarlo rozando una de sus manos con las del muchacho—. Quizás me desquité un poco tomando por el camino que estamos siguiendo Shinobu y yo.

—Sí has bebido, sino no me hablarías de esto, y de todas maneras, ya es tarde para arrepentirse.

—Lo sé, pero ¿a veces no sientes que tu hermano está comenzando a ir por un mal camino?

—No tengo ningún hermano...

Su tono frío dejó por momentos perpleja al pilar de la flor, ella ya sabía que sí tenía un hermano, pero había olvidado que este parecía desterrarlo de ese título completamente. Entristecida por esa difícil relación dejó escapar un suspiro, sumergiéndose un poco más en los pétalos que caían sobre ella. Esas rosadas hojas le parecían únicas al tenerlas en sus suaves manos, ya que eran muy frágiles, ante el mínimo movimiento escapaban volando o se destrozaban. A veces comparaba los pétalos de cerezo con los humanos, por la simple razón de que cuando volaban nunca volvían a aparecer o si lo hacían era difícil darse cuenta, ya que hay trillones de pétalos volando, de igual tamaño, el mismo color, la misma textura, todo.

—Cuando uno muere ¿a dónde se llevan las flores? Después de todo, el fallecido nunca va a poder tomarlas u olerlas. Más bien, ¿para qué llevas flores o lloras en el funeral? Si despreciaste esos segundos de tu vida y no estuviste a su lado... ¿Crees que de algo sirve el rencor y alejarse?

City of stars [RenShino/SaneKana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora