09: La falsa ciudad de estrellas

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Antes de lo esperado, Kyoujuro se había encontrado intentando hacer una de sus posturas para atacar a aquel que había atormentado la existencia humana, pero en solo un chaqueó estaba cayendo desde los aires, notando que se había separado completamente de todos, hasta de Giyuu, y quedando finalmente colgando de alguna baranda de allí.

La velocidad con la que caía no le dejaba pensar en otra cosa que no fuera la mismísima muerte, sin contar que ya sentía cómo todos sus órganos se colapsaban. Tuvo que aguantar la respiración por momentos en los que se tambaleaba por el mareo tras haber quedado boca abajo. Su vista ya no era tan aguda, por lo que no podía observar con claridad los movimientos de los débiles demonios que se acercaban a él, pero igualmente su audición le seguía siendo fiel... Hasta donde podía, porque también era medio sordo. Al menos tenía el punto positivo de que su intuición casi nunca le fallaba.

—¡Esto debe ser una broma... Mínimamente me encerraron con 50 demonios! —expresó ligeramente paranoico.

Intentaba mantener la sonrisa y el ánimo, pero la simpleza de saber que estaba en un lugar extraño y no sabía el estado de ninguno de sus compañeros no ayudaba demasiado. Tuvo que mantener a raya su respiración, de una forma lenta y poco constante para no sentir el dolor en cada postura que usaba. Era simplemente escalofriante el notar que cada vez el aire se volvía más pesado para él. Aún así pensaba aguantar lo más posible hasta que viera una señal que le diera a entender que no se encontraba solo en esa sala.

Siempre solía mantenerse firme por los de su alrededor, ya que habían personas a las cuales salvar y conocía el dolor desgarrador de tener que perder a un ser amado... No se perdía solamente a esa persona, sino que consigo se iban millones de recuerdos que de a poco desaparecían. Su objetivo principal para ser un pilar era lograr ser alguien completamente fuerte y capaz de salvar a cualquier persona, para que sus conocidos no tuvieran que sufrir por una pérdida que podía marcarlos de por vida. Además, cualquier pensamiento negativo que tuviera en la cabeza intentaba no retenerlo durante mucho tiempo ni darle vueltas. Tenía bien en claro que a la depresión se llegaba de esa forma: cuando empieza a creer que está atrapado en un círculo vicioso en el que nada parece querer mejorar y piensa que simplemente vivir no es para él... Pero ¿cómo reaccionaría la gente a la que amaba con su muerte? ¿Qué tan culpables se sentirían? ¿Cuánto les dolería? No podía abandonar ese lugar, no sin haberse esforzado lo suficiente como para estar seguro de que su muerte realmente valdría la pena.

Debía de dar lo mejor de sí mismo porque su hermano, su padre, sus compañeros y la mujer que amaba siempre estaban ahí, viéndolo esforzarse y alentándolo a sus propias maneras para que siga adelante. Tenía que vivir porque le prometió a su padre que luego del entrenamiento de pilares volvería, pero también porque esta no deseaba que fuese la última vez que le dijera "te amo" a Shinobu. Debía vivir para darle las merecidas disculpas a su pareja y dejarle muy en claro que nunca fue su intención lastimarla. Era una clara falta de respeto corromper aún más a una mujer que solo deseaba lo mejor para él.

¡Tenía que encontrar a Shinobu para poder demostrarle cuan arrepentido estaba! Por ella el dolor no paralizaba en absoluto su cuerpo, porque tenía a alguien por quien vivir y para sacarle aún más de sus bellas sonrisas hasta que llegase la primavera de sus veintitrés preciosos años y el veneno la consumiera por completo, posiblemente en un hermoso kimono que sería el último regalo que llegaría a darle. Ese futuro, en el que pasa años a su lado y puede tomar su mano antes de que muriera. Quizás uno sin demonios y en el que podría llegar a tener un hijo, sin temor a morir y relatando historias para que todos recordaran a la grandiosa Kocho Shinobu, pilar del insecto.

Mas sus pensamientos positivos volvieron a detenerse, otra vez, ante el chirrido de un cuervo que se dispuso a volar encima de él y su sentimentalista corazón, luego de que le hubiera cortado la cabeza al último demonio allí con el mayor de sus esfuerzos antes de paralizarse por completo por caer en cuenta de que su dolor era ya técnicamente insoportable y se había expandido a cada órgano propio, haciendo temblar sus piernas y labios a la hora de escuchar al cuervo lanzar sus palabras:

City of stars [RenShino/SaneKana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora