Danzar con delicadeza sobre los pasos de la muerte era una rutina para Shinobu, una danza que no temía realizar porque confiaba en su propia fuerza. La danza se caracterizaba principalmente por el veneno de glicinas y el efecto doloroso que realizaba en su cuerpo, claro, antes de ahogarse en la desesperación por beberlo con mayores ansias. Esa acción le aseguraba una muerte jovial, en la que no sufriría más que por ligeros minutos que para ella serían segundos y la destinarían al amado paraíso con su hermana si era capaz de cumplir la misión de ser devorada por aquel que la asesinó.
Pero ¿por qué su danza se había retrasado tanto hasta el punto en el que caía de forma brutal contra el suelo, sin siquiera ser capaz de levantarse del fuerte golpe? Sus pasos habían sido débiles todo ese tiempo, se sentía como un temor avanzado hacia aquellos dos seres del —literalmente— demonio que tenían la información que necesitaba acerca del asesino de su hermana. Ellos se burlaban del increíble parecido que ella tenía con Kanae hasta el punto de imitar su personalidad, y eso la hacía hervir de la ira, ¿quién osa por burlarse de su amada hermana con palabras como "puta" o "ingenua"?
—Es muy parecida pero, ahora, capta su mirada, está claro que ni esa mujer se ponía tan furiosa —comentó uno de los demonios que parecía más un humano que otra cosa mientras la levantaba tomándola del cuello—. Oh, vamos, dime cuántas veces te han dicho que eres tan asquerosamente parecida a ella que te ves como una copia.
La sangre brotaba de su boca, pero eso no le impedía hablar. Ese hombre ni siquiera le estaba tomando tan fuerte. La verdad es que sus palabras sí influían en los recuerdos de Shinobu, suponiendo que ella tuvo que enfrentar hace un año a uno de los pilares, en una discusión pacífica por su parte en la que intentaba aclararle a aquel hombre que no estaba imitando a Kanae y era un desubicado al verla como tal.
Poco importaba en realidad, ella no temía que él la viese como una mujer que no era, además, apenas sí conocía la forma con la que miraba a su hermana o la relación con la que contaban. No era relevante cuando se estaba muriendo y su garganta era oprimida.
—¿No hablas? Oe, Melendi —llamó a su compañero—. Quiero matarla, ¿puedo matarla?
A pesar de que ese demonio manejara tal bello rostro, era sumamente aterradora la forma en la que giraba su cabeza por completo y le sonreía a su compañero. La mano izquierda de Shinobu aún portaba su katana, aquella que en un débil intento estaba a punto de inyectar la pierna de aquel ser, aunque sin lograrlo tras sentir cómo le era arrebatada por el compañero de este.
Si tan solo hubiera esperado para recuperarse por completo todo esto no hubiera salido de esta forma, estaría torturando a esos demonios con su veneno. Pero, como siempre, se arrepentía a último momento de sus decisiones, cuando la salvación se encontraba lejos.
—Douma se enojará con nosotros, quién sabe si no la quiere para satisfacerse.
—Vamos, es un demonio también, ¿crees que desee...?
—Acotemos sus ordenes, si es una Kocho la llevamos con él y listo. Después de todo, no parece que vaya a resistir.
Otra vez hablaban de ella como si fuera un simple objeto sin sentido, aquel fácil de manipular y tirar como si fuera una pequeña basura. Su ira crecía, deseaba negarles todo lo que estaban diciendo, porque no era un maldito objeto y prefería morir antes que caer en las sucias manos de la luna superior número dos, porque todavía no tenía el veneno suficiente recorriendo por sus venas. Pero al fin y al cabo, se sentía tan débil que podía jurar estar muriendo entre los miles de cortes que la llenaban.
«Kanae... Estoy tan cerca, por favor, envíame a un ángel como aquella vez cuando estaba a punto de acabar con mi vida» rogó en sus pensamientos, notando que aquel ser no dejaba de asfixiarla ni cuando hablaba con su compañero.
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City of stars [RenShino/SaneKana]
RomanceMientras la suave melodía resuena y dos personas se encuentran bailando, muy dentro de sus corazones se esconden latidos acelerados y difíciles de detener. Entre vueltas dulces, que la dejan ver a la muchacha como una frágil mariposa, también hay a...